Jack Campbell (Nicolas Cage) es un egocéntrico broker de Wall Street cuya única obsesión es el trabajo y una vida llena de lujo. Un día, tras un incidente en una tienda el día de Nochebuena, se despierta viviendo otra vida: es un humilde vendedor de neumáticos de Nueva Jersey, casado con su antigua novia Kate (Téa Leoni), a la que había abandonado hacía años para que no obstaculizara su carrera en el mundo de las finanzas. (FILMAFFINITY)
Historia de la Familia Cristiana
El creador de todas las cosas, los creó, para que disfrutaran de todo lo estaba creado por el, sin la intervención de la mano del hombre, construyo un paraíso terrenal que seria el hogar de estos dos seres mortales, que fueron en el principio creados para ser inmortales y por razones propias de la vida desviaron el rumbo, de lo que el maravilloso Dios había instituido.
Restauración a través de la Redención
La historia revela que Dios y en su poder infinito restauró lo que el hombre había dañado, usando como principal herramienta si pudiéramos identificarlo así, el plan de salvación, que fue ejecutado a través de Jesucristo y mediante él las familias que deciden establecer un hogar, sujetos la practica de la palabra de Dios, son santificadas en el momento del acto sexual, es decir ocurre algo como una especie de redención entre ambos.
Principales Valores en el grupo Familiar
- Temor a Dios, (este refiere al respeto a la persona de Dios, no a miedo).
- Oración, (la vida de la persona que busca agradar a Dios, mantiene una vida de oración diaria y permanente).
- Agradecimiento, (los favores realizados y concedidos son el motivo de gratitud, del individuo).
- Amor, (el reconocimiento del amor del creador).
- Gozo, (el gozo que produce la presencia de Dios en la Familia Cristiana es indescriptible).
- Paz, (Jesús dijo en cierta oportunidad, “mi paz les dejo, mi paz os doy, no como el sistema del mundo la ofrece». Leer: Juan 14:27.
Por otro lado, es importante señalar que en la Familia Cristiana, ocurre un ambiente sobrenatural en donde fluyen los beneficios instaurados para la familia de Dios, todos adoptan los roles que le corresponden a cada quien, sin que haya ninguna imposición humana, es como un intercambio de manifestaciones que envuelven el hogar en una constitución de unidad que esta formada por un hombre, su mujer y sus hijos procreados por ambos o pudieren ser hijos adoptivos.
La Familia Cristiana, es el resultado de una planificación de Dios, él se propuso tener una Familia muy grande que la denomino iglesia, de este modo agrupó a todas las familias en un mismo lugar, para darles las mismas instrucciones de vida, de manera que todo el núcleo familiar se mantuviera sujeto a sus directrices, que eran conocidas buenas y que también tenían innumerables beneficios.
En cuanto a esto, él fue muy específico, para establecer sus propósitos en la creación de la Familia, dejo claro que bajo sus preceptos solo podían ser instauradas mediante la unión del hombre y de la mujer hablando en termino general. También estos grupos de familias en el campo religioso se acostumbran llamar Familia Cristiana.
Prevalecen los Principios Bíblicos
Por otra parte, una excelente Familia Cristiana, es la que ha consentido en alinearse con los principios bíblicos, es decir, casarse con el compromiso de asumir la función que Dios le ha entregado, generalmente esto ocurre en cada miembro del grupo familiar. También han entendido que su institución como como Familia, no ha sido establecida por el hombre, sino por el contrario nació de la concepción de Dios para el beneficio del hombre.
Según la biblia, Dios es el encargado de administrar la Familia Cristiana, es bueno mencionar que el compendio familiar que concierne a ella, que pudiere estar integrado por los parientes por consanguinidad o por el matrimonio, de los que se describen son: los abuelos, los sobrinos y sobrinas, los primos, y los tíos y las tías. Por lo general, todos los miembros corresponden ser por ascendencia, en pocos casos ocurren en un 35 por ciento aproximadamente de otra manera.
Instrucciones de Dios para la Familia que lo Ama
La cita bíblica, asentada en el Libro de Efesios 5:22-23 en su contenido alude a las ordenes establecidas por Dios en como debe ser el trato de una pareja cristiana, con esto me refiero al trato que el hombre o el esposo debe tener con su esposa, y el de la esposa con el esposo, aquí el creador de todas las cosas fue muy explicito en la demanda que le asignaba a cada uno de los miembros del matrimonio. Aprende como es la Familia en la Comunidad.
Quedando muy claro los lineamientos y el mandato de Dios, sobre la Familia Cristiana. Vale mencionar que lo que el creador quiere es la estabilidad de la familia, donde él es escudo alrededor de los que le invocan de verdad y de los que lo han invitado a quedarse en su casa. En correspondencia a esto, el hombre que es cristiano debe gozar de una relación espiritual con Dios, a esto también se le conoce como, una comunión.
Generalmente, para el creador en toda Familia Cristiana, el hombre es considerado un líder, es decir que tiene un liderazgo acreditado por Dios, esta concepción le demanda un fluir de una relación muy estrecha con su creador, la misma que debe nacer y crecer en todo el seno de la familia, me refiero en los hijos, la madre, todos deben andar en un mismo acuerdo que los conducirá practicar o vivir, la verdad bíblica.
Características de la Familia Cristiana
Dios en su bendecido propósito de establecer familias que le conocieran a plenitud, determino un orden sagrado que contempla a la Familia Cristiana, en toda la trayectoria describiendo su presencia y respeto.
Ahora bien, fundamentados en este orden bíblico y sagrado las características que posee la Familia Cristiana son las siguientes:
- Tienen una buena relación entre los esposos con una excelente manifestación de afectos.
- Los padres motivan a los hijos con disciplina, perseverancia y amor. (Proverbios 22:6).
- En las finanzas mantienen una sabía administración, lo ajustan a las prioridades del presupuesto familiar.
- Fomentan el respeto en la casa y en la sociedad.
- Tienen un compromiso con la iglesia de asistir y llevar a los hijos.
- Realizan un trabajo comunitario en beneficio de la familia en la comunidad.
La Familia Cristiana tiene la capacidad de promover con su enseñanza conductas sanas, dentro de una sociedad que reclama a gritos la atención de la observancia de las normas que están enfocadas socialmente. Por otra parte, sean caracterizados, en fomentar la aplicación de acciones en la que se manifiesten como principio fundamental el amor y temor de Dios, el amor de prójimo, la caridad y ayuda social, y la edificación moral y espiritual de los individuos.
Importancia de la Familia Cristiana
Evidentemente, la importancia de la Familia Cristiana, en la actualidad está enfocada a varios ámbitos que conocemos y que, cada uno son parte esencial de las actividades desarrolladas del hombre, creemos que todas estas acciones en las que se logran destacar las familias no escapan de los planes del creador, que en su infinita omnisciencia conoce todas las cosas de allí, tiene lugar nuestra hipótesis.
De los diferentes ámbitos que son mencionados se describen:
- La continuidad de la familia en el grupo familiar.
- El trabajo cristiano de la doctrina de Cristo en la comunidad.
- La convivencia e influencia en la sociedad.
- La labor representativa en la iglesia.
Ahora bien, para la prolongación de la unión establecida en un hogar cristiano, Dios mismo se compromete con el hombre que ha tomado la decisión de dedicar su vida a su servicio, en resultado a esta actuación le garantiza la continuidad y protección de la familia. Descubre como son las funciones de la Familia.
Igualmente, como lo mencionamos en líneas anteriores, para aquellos que realizan un trabajo en la comunidad, de acuerdo lo establecido en la palabra de Dios, reciben un aporte de bendiciones sobrenatural, ya que esta establecido por el creador que el desempeño laboral en su obra, no es en vano, y por lo general, Dios bendice las actividades que las familias realizan dentro de la comunidad. Muchas familias se abocan a la labor de predicar la palabra de Dios en las comunidades.
Mediante esta función que acostumbran desempeñar los grupos familiares que se reúnen en la iglesia, han logrado obtener una influencia positiva en una sociedad que pide sean tomados en cuenta, para que sus conflictos sean restaurados, y a través de la presencia de Dios ha sido posible.
Normalmente, las entidades cristianas están muy organizadas, por personalidades preparadas teológica-mente y profesionalmente, esto garantiza que la formación que se recibe en la iglesia como las que se llevan a las comunidades provocarán óptimos resultados que traerán beneficios permanentes a nivel social, emocional y otros.
Deberes de la Familia Cristiana
Dentro de las Constituciones establecidas en las diferentes naciones se les ha dedicado capítulos enteros a los deberes de la familia, igualmente, en la biblia también Dios tomo en cuenta fijar citas bíblicas que estuvieran referidas a dejar por asentado cuales son los deberes de la Familia Cristiana, de esta manera describimos los que están orientados a los padres y a los hijos, sin importar la edad.
Cuando se trata de los que conciernen a los cónyuges (esposa y esposo), la palabra de Dios es muy explícita, en Colosenses 3:18-19. Señala que la mujer legalmente unida al marido, debe permanecerse sujeta al esposo. Mientras que por la parte que le compete al marido, se establece en el verso 19, que los esposos deben amar a las esposas y procurar ser agradables y cariñosos con sus compañeras.
Por otro lado, también hay deberes constituidos para los hijos, los cuales están basados en el respeto, el amor, la dedicación, la responsabilidad con papá y mamá que se comprende se debe asumir en la casa, como en la iglesia. Recordemos que todas las relaciones sociales dependen de poner en practica los valores, para que haya en todos los ámbitos una sociedad, bien fundamentada, y mejor aún a la luz de las escrituras.
Cualidades de la Familia Cristiana
Las cualidades mas resaltantes de esta familia, son expuestas en su pasión por Dios, por la vida cristiana que han decidido llevar, estas forman parte de una gran lista de modos o características exclusivas de los individuos que son miembros de la familia mas grande, “La Familia Cristiana Evangélica”, algunos escritores de literaturas cristiana y autores los identifican como las Familias más felices de la tierra, que tienen un lugar privilegiado para Dios.
Cualidades que poseen:
- Son familias alineadas a los propósitos de Dios.
- Son comunidades cristianas enfocadas en la construcción de los diseños de Dios.
- Se han acercado al Orden de Dios.
- Están identificados en una misma fe.
- Cristo constituye un sagrado refugio para la familia.
- La confianza la han depositado en su creador.
- Han hecho de su corazón, un santuario para que more Dios.
- Trabajan en el ministerio de reconciliación que le fue entregado.
- Buscan trasladar a los individuos y a la familia, a la unidad a través de la fe en Cristo.
- Orientan la atención de las personas, hacia los principios y propósitos de Dios.
La Familia Cristiana y los Valores
Afortunadamente todos conocemos la importancia que tienen los valores para la sociedad y por ende en cada familia, y la influencia que ejercen en las comunidades le confieren un lugar de preeminencia para que sean tomados en cuenta por la manifestación significativa en cada hogar.
No obstante, su vitalidad no escapa de que sean valorados por las organizaciones eclesiástica y otras, considerando a la Familia Cristiana, por la labor en la que se ha destacado dentro de las diferentes comunidades mediante el trabajo desempeñado, entorno a una sociedad que demanda sus buenas acciones.
Filipenses 4:8-9
En este pasaje de las escrituras, el apóstol Pablo después de sus salutaciones en el primer capítulo, señala unas recomendaciones en el cuarto capítulo, a través de estos dos versículos recomienda a todos los seguidores de Cristo el señor, que permanezcan pensando en todo lo que es justo y perfecto ante Dios, y muestra una lista de acciones que toda Familia Cristiana debe tener presente, por lo que indico: En esto debían “pensar”.
Dejo expreso claramente, tres supuestos:
- Si lo aprendiste.
- Si lo recibiste.
- Si lo oíste.
En todo lo que es verdadero (Jesús dijo: que el es, la verdad. Juan 14:6), por lo tanto, se presento como el verdadero, y el único que es digno de alabar. Una vez revelado, Jesucristo en la vida de un padre de familia. Cabe mencionar que, mediante esta concepción, el corazón de este hombre esta entregado a Dios y lo primero que sucede es que pone en orden su vida y planifica tener un hogar fundamentado con los valores cristianos.
Por lo general, el tema de los valores es muy importante en la vida de todo individuo y en de la humanidad como lo hemos analizado en otros artículos, y asimismo lo aprendimos en los principales Valores puestos en acción en la Familia Cristiana.
Lista de Valores
-
El valor: del Amor (Juan 13:34), el amor constituye ser el principal de todo, pues la palabra de Dios, señala que una persona sin amor, es como un individuo o algo vacío y que por encima de todas las cosas creadas permanece el amor. (1 Corintios 13.1).
-
El valor: del Agradecimiento (Filipenses 4:6 parte c), Cuando hay agradecimiento sincero, el anhelo del corazón del que profesa amar a Dios, se conduce en la vida con acciones de gracias.
-
El valor: del Respeto (1 Pedro 2:17), es otro valor preeminente, que normalmente se manifiesta en un profundo sentimiento de admiración que induce a un temor, en el buen sentido de la palabra, es decir, no significa miedo sino respeto merecido, por las grandezas realizadas.
-
El valor: de la Responsabilidad (Romanos 14:12), relacionados con los compromisos con el hogar, la familia y los que comúnmente tenemos con Dios, en este verso bíblico, se señala que cada uno dará cuenta de la responsabilidad que tiene ante tales escenarios.
-
El valor: de la Honestidad (Ezequiel 16:8), para Dios el valor del compromiso o de una palabra dada es sumamente importante, y es algo que el nunca olvida, en este verso bíblico se describe su amor por las almas.
-
El valor: de la Honradez (levítico 19:13), Dios es un Dios, que ama la justicia, en esta cita bíblica, lo señala así, refiriéndose en que no se debe oprimir al semejante, ni sustraer o impedir el salario devengado del trabajador. Vale mencionar que cuando una Familia Cristiana, hace algún trabajo para la obra de Dios, el mismo le paga lo que considera que es justo.
- Las escrituras establecen que el trabajo en el señor no es en vano.
Roles de la Familia Cristiana
Los diferentes roles que son representados en la Familia Cristiana, abarcan naturalmente a tres particularidades, que del mismo modo suelen ser muy significativos en el desarrollo normal que debe fluir en ella. Asimismo, podemos señalar la competencia de estos roles desde la siguiente perspectiva:
-
Rol del varón o (esposo).
-
Rol de la mujer o (esposa).
- Rol de los hijos.
Cada uno de los roles comprenden obligaciones que los integrantes de la Familia Cristiana deben asumir, como observamos están organizados en forma de una pirámide o de una posición de mayor a menor, empezando la manifestación de ellos, en el hombre quien tiene la obligación de brindar sustento y protección a su familia.
En segundo lugar, en la mujer quien tiene que velar, por su compañero y sus hijos, como el ejemplo de la mujer virtuosa, que esta llamada ser, por último, el papel fundamental que deben asumir los hijos, con la asignación que Dios espera que afronten sobre el cuidado y respeto a sus padres. Mira como funciona la familia disfuncional.
Hablemos de cada uno de estos Roles:
En el rol del varón se contempla el amor a la esposa (cónyuges), como es costumbre en todas y en cada una de las actuaciones, que se realizan en esta enunciación, la cual se encuentra su base en las epístolas citadas, y que hacen mención en Colosenses 3:19 y Efesios 5:25, estas enunciaciones congenian al hombre amar a su esposa, con todas las manifestaciones del amor que ella necesita y espera recibir del esposo.
Por otro lado, el rol de la mujer también le establece una demanda a realizar ante su compañero (esposo), y hacia los hijos, según lo pautado en Génesis 2:18, esta elocución concierne a ser la ayuda idónea del esposo en el hogar y en todo el trayecto que Dios le permita vivir, otra de las solicitudes será estar sujeta y sumisa al marido, esta obligación es notoria en Efesios 5:21-22. En el mismo orden de los roles se encuentra el respeto y la honra al esposo y al hogar conformado.
Y el ultimo de los roles, es el que apunta a los hijos, estos se fundamentan o corresponden a la obediencia de los hijos, frente al llamado de honra que Dios le ha determinado para con sus padres. La palabra de Dios expresa: El hijo sabio, produce alegría y regocijo a sus padres, mientras que el hijo necio, lo entristece. Proverbio 10:1.
Familia Cristiana Evangélica
La fraternidad de una Familia Cristiana Evangélica, alude a las diversas manifestaciones que ellas consienten presentar, una vez que Cristo se ha sentado en el trono del corazón de cada uno de los integrantes, de los diversos grupos de familias, que están conformadas y que poseen características positivas, se evidencia entonces una diferencia, ante las demás familias que no se han acercado a su creador, notándose, lamentablemente que estos hogares suelen ser disfuncionales.
Las familias Cristianas Evangélicas, la mayoría de ellas están formadas por individuos con mucha fe en Dios, lo demuestran con la implementación de trabajos en las comunidades sienten que de ellos es la responsabilidad de dar a conocer a su señor (creador) para que otras familias que no conocen a Cristo le conozcan, creen vehementemente lo que esta escrito en Mateo 28:18-19 y 20.
Esta cita bíblica, concierne a un mandato dado exclusivamente por el señor Jesucristo, que anuncia la urgencia de ir hacer discípulos en todas las naciones, guardar de poner en practica la palabra de Dios y la permanencia en Cristo cerca de sus hijos, ahora bien, estos versos son lo que se conoce como la Gran Comisión dada por Jesucristo a sus hijos para que hagan el trabajo.
Amigo, esta es la razón por la que, muchas Familias Cristianas Evangélica, se desplazan por las calles, avenidas, centros comerciales, parques, playas y muchos sectores de diferentes comunidades. Dios les encomendó que sean los encargados de llevar (predicar), la palabra de Salvación a todo individuo en la diferentes comunidades, y reunidos predican el poderoso evangelio de Jesucristo, (Romanos 1:16 y 17).
La Familia Cristiana, se ha caracterizado por ser una familia feliz, que irradia unidad en todos sus integrantes, en la sociedad por sus buenas relaciones familiares y con los demás es considerada una familia ejemplar, que puede servir de estimulo para otros grupos de matrimonios que no logran complementarse. Por consiguiente la Familia Cristiana, se constituye bajo la luz y dirección de la palabra de Dios, como la única que es capaz de reconciliar al hombre con su creador, por tal razón se dedica al trabajo de la obra de Dios en la tierra. ¡Cristo te ama!
Jack Campbell (Nicolas Cage) es un egocéntrico broker de Wall Street cuya única obsesión es el trabajo y una vida llena de lujo. Un día, tras un incidente en una tienda el día de Nochebuena, se despierta viviendo otra vida: es un humilde vendedor de neumáticos de Nueva Jersey, casado con su antigua novia Kate (Téa Leoni), a la que había abandonado hacía años para que no obstaculizara su carrera en el mundo de las finanzas. (FILMAFFINITY)
Historia de la Familia Cristiana
El creador de todas las cosas, los creó, para que disfrutaran de todo lo estaba creado por el, sin la intervención de la mano del hombre, construyo un paraíso terrenal que seria el hogar de estos dos seres mortales, que fueron en el principio creados para ser inmortales y por razones propias de la vida desviaron el rumbo, de lo que el maravilloso Dios había instituido.
Restauración a través de la Redención
La historia revela que Dios y en su poder infinito restauró lo que el hombre había dañado, usando como principal herramienta si pudiéramos identificarlo así, el plan de salvación, que fue ejecutado a través de Jesucristo y mediante él las familias que deciden establecer un hogar, sujetos la practica de la palabra de Dios, son santificadas en el momento del acto sexual, es decir ocurre algo como una especie de redención entre ambos.
Principales Valores en el grupo Familiar
- Temor a Dios, (este refiere al respeto a la persona de Dios, no a miedo).
- Oración, (la vida de la persona que busca agradar a Dios, mantiene una vida de oración diaria y permanente).
- Agradecimiento, (los favores realizados y concedidos son el motivo de gratitud, del individuo).
- Amor, (el reconocimiento del amor del creador).
- Gozo, (el gozo que produce la presencia de Dios en la Familia Cristiana es indescriptible).
- Paz, (Jesús dijo en cierta oportunidad, “mi paz les dejo, mi paz os doy, no como el sistema del mundo la ofrece». Leer: Juan 14:27.
Por otro lado, es importante señalar que en la Familia Cristiana, ocurre un ambiente sobrenatural en donde fluyen los beneficios instaurados para la familia de Dios, todos adoptan los roles que le corresponden a cada quien, sin que haya ninguna imposición humana, es como un intercambio de manifestaciones que envuelven el hogar en una constitución de unidad que esta formada por un hombre, su mujer y sus hijos procreados por ambos o pudieren ser hijos adoptivos.
La Familia Cristiana, es el resultado de una planificación de Dios, él se propuso tener una Familia muy grande que la denomino iglesia, de este modo agrupó a todas las familias en un mismo lugar, para darles las mismas instrucciones de vida, de manera que todo el núcleo familiar se mantuviera sujeto a sus directrices, que eran conocidas buenas y que también tenían innumerables beneficios.
En cuanto a esto, él fue muy específico, para establecer sus propósitos en la creación de la Familia, dejo claro que bajo sus preceptos solo podían ser instauradas mediante la unión del hombre y de la mujer hablando en termino general. También estos grupos de familias en el campo religioso se acostumbran llamar Familia Cristiana.
Prevalecen los Principios Bíblicos
Por otra parte, una excelente Familia Cristiana, es la que ha consentido en alinearse con los principios bíblicos, es decir, casarse con el compromiso de asumir la función que Dios le ha entregado, generalmente esto ocurre en cada miembro del grupo familiar. También han entendido que su institución como como Familia, no ha sido establecida por el hombre, sino por el contrario nació de la concepción de Dios para el beneficio del hombre.
Según la biblia, Dios es el encargado de administrar la Familia Cristiana, es bueno mencionar que el compendio familiar que concierne a ella, que pudiere estar integrado por los parientes por consanguinidad o por el matrimonio, de los que se describen son: los abuelos, los sobrinos y sobrinas, los primos, y los tíos y las tías. Por lo general, todos los miembros corresponden ser por ascendencia, en pocos casos ocurren en un 35 por ciento aproximadamente de otra manera.
Instrucciones de Dios para la Familia que lo Ama
La cita bíblica, asentada en el Libro de Efesios 5:22-23 en su contenido alude a las ordenes establecidas por Dios en como debe ser el trato de una pareja cristiana, con esto me refiero al trato que el hombre o el esposo debe tener con su esposa, y el de la esposa con el esposo, aquí el creador de todas las cosas fue muy explicito en la demanda que le asignaba a cada uno de los miembros del matrimonio. Aprende como es la Familia en la Comunidad.
Quedando muy claro los lineamientos y el mandato de Dios, sobre la Familia Cristiana. Vale mencionar que lo que el creador quiere es la estabilidad de la familia, donde él es escudo alrededor de los que le invocan de verdad y de los que lo han invitado a quedarse en su casa. En correspondencia a esto, el hombre que es cristiano debe gozar de una relación espiritual con Dios, a esto también se le conoce como, una comunión.
Generalmente, para el creador en toda Familia Cristiana, el hombre es considerado un líder, es decir que tiene un liderazgo acreditado por Dios, esta concepción le demanda un fluir de una relación muy estrecha con su creador, la misma que debe nacer y crecer en todo el seno de la familia, me refiero en los hijos, la madre, todos deben andar en un mismo acuerdo que los conducirá practicar o vivir, la verdad bíblica.
Características de la Familia Cristiana
Dios en su bendecido propósito de establecer familias que le conocieran a plenitud, determino un orden sagrado que contempla a la Familia Cristiana, en toda la trayectoria describiendo su presencia y respeto.
Ahora bien, fundamentados en este orden bíblico y sagrado las características que posee la Familia Cristiana son las siguientes:
- Tienen una buena relación entre los esposos con una excelente manifestación de afectos.
- Los padres motivan a los hijos con disciplina, perseverancia y amor. (Proverbios 22:6).
- En las finanzas mantienen una sabía administración, lo ajustan a las prioridades del presupuesto familiar.
- Fomentan el respeto en la casa y en la sociedad.
- Tienen un compromiso con la iglesia de asistir y llevar a los hijos.
- Realizan un trabajo comunitario en beneficio de la familia en la comunidad.
La Familia Cristiana tiene la capacidad de promover con su enseñanza conductas sanas, dentro de una sociedad que reclama a gritos la atención de la observancia de las normas que están enfocadas socialmente. Por otra parte, sean caracterizados, en fomentar la aplicación de acciones en la que se manifiesten como principio fundamental el amor y temor de Dios, el amor de prójimo, la caridad y ayuda social, y la edificación moral y espiritual de los individuos.
Importancia de la Familia Cristiana
Evidentemente, la importancia de la Familia Cristiana, en la actualidad está enfocada a varios ámbitos que conocemos y que, cada uno son parte esencial de las actividades desarrolladas del hombre, creemos que todas estas acciones en las que se logran destacar las familias no escapan de los planes del creador, que en su infinita omnisciencia conoce todas las cosas de allí, tiene lugar nuestra hipótesis.
De los diferentes ámbitos que son mencionados se describen:
- La continuidad de la familia en el grupo familiar.
- El trabajo cristiano de la doctrina de Cristo en la comunidad.
- La convivencia e influencia en la sociedad.
- La labor representativa en la iglesia.
Ahora bien, para la prolongación de la unión establecida en un hogar cristiano, Dios mismo se compromete con el hombre que ha tomado la decisión de dedicar su vida a su servicio, en resultado a esta actuación le garantiza la continuidad y protección de la familia. Descubre como son las funciones de la Familia.
Igualmente, como lo mencionamos en líneas anteriores, para aquellos que realizan un trabajo en la comunidad, de acuerdo lo establecido en la palabra de Dios, reciben un aporte de bendiciones sobrenatural, ya que esta establecido por el creador que el desempeño laboral en su obra, no es en vano, y por lo general, Dios bendice las actividades que las familias realizan dentro de la comunidad. Muchas familias se abocan a la labor de predicar la palabra de Dios en las comunidades.
Mediante esta función que acostumbran desempeñar los grupos familiares que se reúnen en la iglesia, han logrado obtener una influencia positiva en una sociedad que pide sean tomados en cuenta, para que sus conflictos sean restaurados, y a través de la presencia de Dios ha sido posible.
Normalmente, las entidades cristianas están muy organizadas, por personalidades preparadas teológica-mente y profesionalmente, esto garantiza que la formación que se recibe en la iglesia como las que se llevan a las comunidades provocarán óptimos resultados que traerán beneficios permanentes a nivel social, emocional y otros.
Deberes de la Familia Cristiana
Dentro de las Constituciones establecidas en las diferentes naciones se les ha dedicado capítulos enteros a los deberes de la familia, igualmente, en la biblia también Dios tomo en cuenta fijar citas bíblicas que estuvieran referidas a dejar por asentado cuales son los deberes de la Familia Cristiana, de esta manera describimos los que están orientados a los padres y a los hijos, sin importar la edad.
Cuando se trata de los que conciernen a los cónyuges (esposa y esposo), la palabra de Dios es muy explícita, en Colosenses 3:18-19. Señala que la mujer legalmente unida al marido, debe permanecerse sujeta al esposo. Mientras que por la parte que le compete al marido, se establece en el verso 19, que los esposos deben amar a las esposas y procurar ser agradables y cariñosos con sus compañeras.
Por otro lado, también hay deberes constituidos para los hijos, los cuales están basados en el respeto, el amor, la dedicación, la responsabilidad con papá y mamá que se comprende se debe asumir en la casa, como en la iglesia. Recordemos que todas las relaciones sociales dependen de poner en practica los valores, para que haya en todos los ámbitos una sociedad, bien fundamentada, y mejor aún a la luz de las escrituras.
Cualidades de la Familia Cristiana
Las cualidades mas resaltantes de esta familia, son expuestas en su pasión por Dios, por la vida cristiana que han decidido llevar, estas forman parte de una gran lista de modos o características exclusivas de los individuos que son miembros de la familia mas grande, “La Familia Cristiana Evangélica”, algunos escritores de literaturas cristiana y autores los identifican como las Familias más felices de la tierra, que tienen un lugar privilegiado para Dios.
Cualidades que poseen:
- Son familias alineadas a los propósitos de Dios.
- Son comunidades cristianas enfocadas en la construcción de los diseños de Dios.
- Se han acercado al Orden de Dios.
- Están identificados en una misma fe.
- Cristo constituye un sagrado refugio para la familia.
- La confianza la han depositado en su creador.
- Han hecho de su corazón, un santuario para que more Dios.
- Trabajan en el ministerio de reconciliación que le fue entregado.
- Buscan trasladar a los individuos y a la familia, a la unidad a través de la fe en Cristo.
- Orientan la atención de las personas, hacia los principios y propósitos de Dios.
La Familia Cristiana y los Valores
Afortunadamente todos conocemos la importancia que tienen los valores para la sociedad y por ende en cada familia, y la influencia que ejercen en las comunidades le confieren un lugar de preeminencia para que sean tomados en cuenta por la manifestación significativa en cada hogar.
No obstante, su vitalidad no escapa de que sean valorados por las organizaciones eclesiástica y otras, considerando a la Familia Cristiana, por la labor en la que se ha destacado dentro de las diferentes comunidades mediante el trabajo desempeñado, entorno a una sociedad que demanda sus buenas acciones.
Filipenses 4:8-9
En este pasaje de las escrituras, el apóstol Pablo después de sus salutaciones en el primer capítulo, señala unas recomendaciones en el cuarto capítulo, a través de estos dos versículos recomienda a todos los seguidores de Cristo el señor, que permanezcan pensando en todo lo que es justo y perfecto ante Dios, y muestra una lista de acciones que toda Familia Cristiana debe tener presente, por lo que indico: En esto debían “pensar”.
Dejo expreso claramente, tres supuestos:
- Si lo aprendiste.
- Si lo recibiste.
- Si lo oíste.
En todo lo que es verdadero (Jesús dijo: que el es, la verdad. Juan 14:6), por lo tanto, se presento como el verdadero, y el único que es digno de alabar. Una vez revelado, Jesucristo en la vida de un padre de familia. Cabe mencionar que, mediante esta concepción, el corazón de este hombre esta entregado a Dios y lo primero que sucede es que pone en orden su vida y planifica tener un hogar fundamentado con los valores cristianos.
Por lo general, el tema de los valores es muy importante en la vida de todo individuo y en de la humanidad como lo hemos analizado en otros artículos, y asimismo lo aprendimos en los principales Valores puestos en acción en la Familia Cristiana.
Lista de Valores
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El valor: del Amor (Juan 13:34), el amor constituye ser el principal de todo, pues la palabra de Dios, señala que una persona sin amor, es como un individuo o algo vacío y que por encima de todas las cosas creadas permanece el amor. (1 Corintios 13.1).
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El valor: del Agradecimiento (Filipenses 4:6 parte c), Cuando hay agradecimiento sincero, el anhelo del corazón del que profesa amar a Dios, se conduce en la vida con acciones de gracias.
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El valor: del Respeto (1 Pedro 2:17), es otro valor preeminente, que normalmente se manifiesta en un profundo sentimiento de admiración que induce a un temor, en el buen sentido de la palabra, es decir, no significa miedo sino respeto merecido, por las grandezas realizadas.
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El valor: de la Responsabilidad (Romanos 14:12), relacionados con los compromisos con el hogar, la familia y los que comúnmente tenemos con Dios, en este verso bíblico, se señala que cada uno dará cuenta de la responsabilidad que tiene ante tales escenarios.
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El valor: de la Honestidad (Ezequiel 16:8), para Dios el valor del compromiso o de una palabra dada es sumamente importante, y es algo que el nunca olvida, en este verso bíblico se describe su amor por las almas.
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El valor: de la Honradez (levítico 19:13), Dios es un Dios, que ama la justicia, en esta cita bíblica, lo señala así, refiriéndose en que no se debe oprimir al semejante, ni sustraer o impedir el salario devengado del trabajador. Vale mencionar que cuando una Familia Cristiana, hace algún trabajo para la obra de Dios, el mismo le paga lo que considera que es justo.
- Las escrituras establecen que el trabajo en el señor no es en vano.
Roles de la Familia Cristiana
Los diferentes roles que son representados en la Familia Cristiana, abarcan naturalmente a tres particularidades, que del mismo modo suelen ser muy significativos en el desarrollo normal que debe fluir en ella. Asimismo, podemos señalar la competencia de estos roles desde la siguiente perspectiva:
-
Rol del varón o (esposo).
-
Rol de la mujer o (esposa).
- Rol de los hijos.
Cada uno de los roles comprenden obligaciones que los integrantes de la Familia Cristiana deben asumir, como observamos están organizados en forma de una pirámide o de una posición de mayor a menor, empezando la manifestación de ellos, en el hombre quien tiene la obligación de brindar sustento y protección a su familia.
En segundo lugar, en la mujer quien tiene que velar, por su compañero y sus hijos, como el ejemplo de la mujer virtuosa, que esta llamada ser, por último, el papel fundamental que deben asumir los hijos, con la asignación que Dios espera que afronten sobre el cuidado y respeto a sus padres. Mira como funciona la familia disfuncional.
Hablemos de cada uno de estos Roles:
En el rol del varón se contempla el amor a la esposa (cónyuges), como es costumbre en todas y en cada una de las actuaciones, que se realizan en esta enunciación, la cual se encuentra su base en las epístolas citadas, y que hacen mención en Colosenses 3:19 y Efesios 5:25, estas enunciaciones congenian al hombre amar a su esposa, con todas las manifestaciones del amor que ella necesita y espera recibir del esposo.
Por otro lado, el rol de la mujer también le establece una demanda a realizar ante su compañero (esposo), y hacia los hijos, según lo pautado en Génesis 2:18, esta elocución concierne a ser la ayuda idónea del esposo en el hogar y en todo el trayecto que Dios le permita vivir, otra de las solicitudes será estar sujeta y sumisa al marido, esta obligación es notoria en Efesios 5:21-22. En el mismo orden de los roles se encuentra el respeto y la honra al esposo y al hogar conformado.
Y el ultimo de los roles, es el que apunta a los hijos, estos se fundamentan o corresponden a la obediencia de los hijos, frente al llamado de honra que Dios le ha determinado para con sus padres. La palabra de Dios expresa: El hijo sabio, produce alegría y regocijo a sus padres, mientras que el hijo necio, lo entristece. Proverbio 10:1.
Familia Cristiana Evangélica
La fraternidad de una Familia Cristiana Evangélica, alude a las diversas manifestaciones que ellas consienten presentar, una vez que Cristo se ha sentado en el trono del corazón de cada uno de los integrantes, de los diversos grupos de familias, que están conformadas y que poseen características positivas, se evidencia entonces una diferencia, ante las demás familias que no se han acercado a su creador, notándose, lamentablemente que estos hogares suelen ser disfuncionales.
Las familias Cristianas Evangélicas, la mayoría de ellas están formadas por individuos con mucha fe en Dios, lo demuestran con la implementación de trabajos en las comunidades sienten que de ellos es la responsabilidad de dar a conocer a su señor (creador) para que otras familias que no conocen a Cristo le conozcan, creen vehementemente lo que esta escrito en Mateo 28:18-19 y 20.
Esta cita bíblica, concierne a un mandato dado exclusivamente por el señor Jesucristo, que anuncia la urgencia de ir hacer discípulos en todas las naciones, guardar de poner en practica la palabra de Dios y la permanencia en Cristo cerca de sus hijos, ahora bien, estos versos son lo que se conoce como la Gran Comisión dada por Jesucristo a sus hijos para que hagan el trabajo.
Amigo, esta es la razón por la que, muchas Familias Cristianas Evangélica, se desplazan por las calles, avenidas, centros comerciales, parques, playas y muchos sectores de diferentes comunidades. Dios les encomendó que sean los encargados de llevar (predicar), la palabra de Salvación a todo individuo en la diferentes comunidades, y reunidos predican el poderoso evangelio de Jesucristo, (Romanos 1:16 y 17).
La Familia Cristiana, se ha caracterizado por ser una familia feliz, que irradia unidad en todos sus integrantes, en la sociedad por sus buenas relaciones familiares y con los demás es considerada una familia ejemplar, que puede servir de estimulo para otros grupos de matrimonios que no logran complementarse. Por consiguiente la Familia Cristiana, se constituye bajo la luz y dirección de la palabra de Dios, como la única que es capaz de reconciliar al hombre con su creador, por tal razón se dedica al trabajo de la obra de Dios en la tierra. ¡Cristo te ama!
EL MÁS ALLÁ CRISTIANO
Introducción
Muchas veces, a solas o en compañía, nos preguntamos acerca de cuestiones existenciales y también acerca de la muerte. ¿Qué es la muerte, qué pasa después? Este trabajo tiene que ver justamente con eso. Por supuesto que yo, personalmente, no tengo idea de lo que pasa después. ¿Después de qué? después de morirte.
Después de nacer, crecer, caerte por primera vez de la bicicleta, después de madurar, formar una
familia, realizarte profesionalmente, envejecer…
…Podría decirse entonces que no tengo por qué escribir nada. Porque si no soy capaz de contestar a una pregunta tan pero tan profunda como esa mi trabajo no vale. Pero no, sí que vale.
Propongo una respuesta desde la fe. Muchas veces he trasnochado con amigos preguntándonos cuestiones incapaces de responder racionalmente. Este trabajo tiene que ver con el fin de los tiempos, con lo que pasará después. Es díficil imaginárselo porque nadie lo ha revelado. Son preguntas, preguntas retóricas que sacuden el alma y nos hacen pensar.
Por todo eso, dejo a un lado la filosofía y le doy paso a Dios.
Le entrego mis dudas a Él y les digo: adelante.
La escatología cristiana y su significado
La palabra escatología deriva del griego ‘éskhata’, que significa «cosas últimas»; fue traducida al latín en la versión de la Biblia llamada «La Vulgata» como ‘novissima’, que significa «lo más nuevo» o «las cosas más recientes».
«En todas tus acciones ten presente tu fin, y jamás cometerás pecado« (Ecl 7, 36). Es común que se recurra a este último pasaje bíblico para intentar fundamentar un tratado de escatología, en la que la Biblia se refiere al fin individual de cada persona.
Sin embargo, con esta definición se hace un lado a lo que se conoce como escatología intermedia: aquella que estudia la etapa que va desde la muerte de cada persona hasta el final de toda la humanidad. «(…) la escatología se refiere, sobre todo, al destino del hombre y del mundo después de la muerte»
La escatología en el Nuevo Testamento
Tiene su característica propia en el acontecimiento de Cristo, considerado como presencia personal de Dios en la Tierra y también como anticipación de la manifestación futura de Dios con la venida del Espíritu Santo.
Desde sus comienzos la fe cristiana consideró a la resurrección de Cristo no sólo en relación al pasado como cumplimiento de las profecías divinas, sino también en relación al futuro, como anticipación y garantía de la salvación venidera al final de los tiempos. El sentido escatológico del misterio de Cristo, desde su entrada en el mundo hasta su resurrección, adquiere así una perspectiva nueva: aparece la teología de la carta a los Hebreos, por ejemplo, que nos da su visión de Cristo como presencia personal de Dios en la historia (Hb 1, 1.4).
Según San Pablo, Cristo se encarna en «la plenitud de los tiempos» (Gal 4,4) y presenta todo el misterio de Dios como un mismo acontecimiento que se inicia en la encarnación como apropiación de nuestra existencia temporal y mortal, que culmina en la cruz «y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte en cruz. Por lo cual Dios se exaltó y le otorgó el Nombre que está por encima de todo nombre» (Flp 2, 6-11), y que llega a su plenitud con la glorificación del Señor.
San Pablo subraya también el acto de la potencia divina en su resurrección, que da lugar a la divinización plena de la humanidad de Cristo (Col 1,9; 2,9). Cristo se hace hombre para que el hombre se haga Dios. Cristo nos comunica una gracia que nos la hace saber con la cruz.
Santo Tomás concluye que la economía salvífica de Dios para el hombre se ha cumplido. Cristo, al encarnarse, asume la naturaleza humana con todo lo que implica. Asume el límite característico del hombre al unir lo infinito con lo finito.
También lo afirma el Catecismo: «El fin último de toda la economía divina es el acceso de los hombres a la unidad perfecta de la Trinidad. Pero desde ahora somos llamados a participar de Dios trino» Además de aludir, claro está, al misterio central de la revelación: a Dios trino y salvador del hombre.
En la teología cristiana hablamos de pleroma; de la encarnación del Verbo que significa el fin del universo. Así, Cristo aparece como fin y como plenitud, porque todo resucita con Cristo y todo llega a su fin. Por ello decimos que Cristo es Señor de la historia y Cabeza de la Iglesia (Ef 1, 22) (Apoc 22, 12.13).
«Si alguno me ama guardará mi palabra y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada en él» (Jn 14,23).
Cristo como acontecimiento escatológico para la humanidad, el mundo y la historia
Como hombre:
El Nuevo Testamento presenta a Cristo como destino definitivo de la humanidad. Una vez que Cristo resucita no muere jamás, su resurrección es definitiva e imposible de anular. Cristo ha vuelto a la vida para siempre. San Pablo afirma que Cristo resucitó como primicias de entre los muertos; esto significa que en la resurrección de Cristo está incluída la nuestra, porque primicias indica el inicio de una serie.
El mismo San Pablo afirma que Cristo es primogénito de entre muchos hermanos (Rom 8,29), o de entre los muertos (Col 1,18), siendo primogénito el primer hijo después del cual vendrán otros. Por esta misma razón es que se le llama primogénito, porque indica que otros muertos resucitarán después que Él.
Es importante aclarar que Cristo resucita en función del hombre. Resucita para inagurar el camino que seguirá más tarde toda la humanidad. Y su resurrección significa para el hombre la instauración definitiva de la salvación: el hombre puede ahora esperar un destino eterno al asociar su destino al destino de Cristo resucitado.
Del mundo:
El Nuevo Testamento también presenta a Cristo como fundamento de la creación «el es imagen del Dios invisible, primogénito de toda la Creación» (Col 1, 15). Por tanto, Cristo interviene en la creación, por Él fueron creadas todas las cosas y todo tiene en Él su consistencia; además, todo cuanto existe alcanza su plenitud en Cristo, Dios tuvo a bien residir en Él toda plenitud (Col 1,16-19).
Entonces, en Cristo se recapitulan todas las cosas, las del cielo y las de la tierra «… hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza» (Ef 1,10); esto significa que fuera de Cristo la creación carece de sentido, no podría sostenerse. Sería impensable porque Cristo es el principio creativo y divino de todo cuanto existe.
De la historia:
La encarnación de Cristo es signo de solidaridad y de amor hacia todos los hombres. Al encarnarse Dios hizo suya la historia y logró que la historia cronológica –temporal- se convirtiera en historia salvífica, de la salvación, redimida. Más aún, con su muerte Cristo se solidarizó con la condición mortal del hombre. La glorificación de la humanidad de Cristo ocurrida en el momento de su resurrección implica una transformación total del ser humano y de todo lo creado. A partir de la resurrección surge, entonces, un destino trascendente y eterno para todos los hombres, porque existe posibilidad de purificarse y de salvarse.
La escatología y su relación con la cristología o dimensión cristológica de la teología
La escatología entra en relación con la cristología de acuerdo a la soteriología, a la salvación humana gracias a la obra de Cristo.
La resurrección de Cristo es el único acontecimiento definitivo de toda la historia de la salvación. Su resurreción ha de extenderse a los que pertenecen a Cristo y sería «la cima del misterio que comenzó en el bautismo»
Según San Pablo, sobre Cristo resucitado la muerte ya no influye sobre él. De esta manera Cristo es el acontecimiento escatológico en sí mismo, es el máximo –éskaton– de salvación que Dios puede ofrecer al hombre, es la plenitud de lo opuesto a lo provisional.
Cristo es también la comunión más profunda que pueda existir entre Dios y el hombre y, por ello, decimos que es imagen perfecta del hombre. Todo fue creado por Él, todo tiene su consistencia en Él y todo llegará a su plenitud en Él. La humanidad de Cristo hace, entonces, al Hijo de Dios como único mediador entre Dios y los hombres, y también, como mediador de todas las cosas divinas.
La escatología, por tanto, no hace otra cosa que explicitar lo que está ya implícito en la cristología. Entonces: no puede haber escatología sin cristología porque la resurrección de Cristo es el único misterio escatológico que ha sucedido en la historia humana y, es precisamente por ella, que podemos hablar de realidades últimas o escatológicas –de un ‘más allá’-.
La escatología y su relación con la antropología
Sabemos que la resurrección es un acontecimiento histórico y salvífico, que es lo único que nos permite hablar de las cosas que están ‘más allá de la muerte’, es decir, de cosas trascendentes.
El miedo a la muerte radica en pensar que, al carecer de cuerpo, tampoco tendremos conciencia de existir. Tenemos miedo de que con la muerte corporal dejemos de tener un yo conciente. Entonces, si el hombre siente que vive en cuanto a lo que aspira y proyecta, ¿qué sentido tiene esforzarse en una vida que habrá de terminar?
La realidad es que el hombre no puede evitar la muerte. Si el hombre, entonces, sufre la muerte como experiencia límite de su existencia es porque anhela seguir viviendo y porque la muerte lo desvincula de ese contacto sensible con el mundo y con los otros seres humanos.
El hombre busca trascender. Es un ser creado a imagen y semejanza de Dios, un ser que se caracteriza por estar dotado de libertad, dignidad, diferenciarse de los demás seres, capacidad de amar y de conocer.
Y Cristo es aquel que vuelve a unir aquella semejanza del hombre a Dios –rota en el Antiguo Testamento– por ser el nuevo Adán, el nuevo hombre, que libera al mundo de pecado y lo salva. Hablamos de una antropología unitaria, la cristiana, en la que la muerte es terrible «porque significa el final del hombre entero».
Según Carvajal, la Biblia nos dice el hombre es una unidad integrada por un cuerpo (bazar), por un primer ‘soplo’-el que nos revive y anima a vivir (nefesh)- y por un espíritu orientado hacia Dios (ruah), entre lo más importante. Y es un hombre que necesita de Dios, justamente, por haber sido creado a imagen y semejanza suya.
Según el filósofo atropólogo Bloch, la reflexión sobre el hombre como espíritu encarnado y sobre las condiciones fundamentales de su acción en el mundo se muestra incapaz de alcanzar una plenitud definitiva en todo lo que hace. La fe puede ayudar, pero no desborda al hombre, no lo apacigua. Por ello necesitamos de Dios, de alguien que nos de esperanza de resurreción y de salvación. Gracias a la venida de Cristo la historia se ha eternizado y ha dado paso a una verdadera historia de salvación.
Y es en Cristo donde «podemos ver, por tanto, ‘al hombre prefecto’. Sólo en Él la humanidad alcanza su plenitud y se hace totalmente imagen de Dios»
A modo de conclusión, la antropología humana hace del hombre un ser dual; un ser de cuerpo y alma. Y es justamente la concepción antropológica, la que permite y hace posible la escatología, porque se necesita de un ser integral como el hombre capaz de trascender a la muerte y resucitar en cuerpo glorioso y alma. «Esta antropología hace posible la escatología»
Parusía deriva del griego «pareimi» que significa «estar presente» o «llegar». Antiguamente el helenismo utilizó esta palabra para referirse a la manifestación en la tierra de las personas divinas, así como para designar la entrada triunfal de los reyes o príncipes a las ciudades de sus dominios.
En el Nuevo Testamento «la resurección de Cristo está asociada con la Parusía de Cristo». Según el Catecismo la parusía es el advenimiento de Cristo resucitado al final de los tiempos; por ello, se encuentra asociada con el fin del mundo (Mt 24,3.27.39, entre otros). Se asocia con la resurreción porque gracias a ella Cristo volverá a nosotros en su segunda venida. Una venida que será definitiva.
San Pablo describe muy bien la parusía en Tes 4,13-18:
«Hermanos, no queremos que estéis en la ignorancia respecto a los muertos, para que no os entristezcáis como los que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y que resucitó, de la misma manera Dios llevará consigo a los que murieron en Jesús. Os decimos esto como Palabra del Señor: Nosotros, los que vivamos, los que quedemos hasta la Venida del Señor, no nos adelantaremos a los que murieron. El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires. Y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras».
A modo de conclusión, Parusía responde a la venida de Cristo o su venida gloriosa. Parusía es la manifestación espléndida de la gloria de Cristo y la revelación completa de su misterio, tanto en el mismo Jesucristo como en quienes esperan y aman la Epifanía del Señor; es decir, el esplendor o manifestación luminosa propia de Cristo. Por tanto, decimos que nuestra resurrección ha de ser un acontecimiento eclesial en la parusía de Cristo (Apoc 6, 11).
El juicio escatológico. ¿Salvación o condena?
Según la fe cristiana, la historia de la humanidad tiene un sólo fin: la salvación. Ésta última es el objeto propio de la Escatología.
«La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo». Según el Catecismo, la muerte significa la incapacidad de acciones benhévolas que puedan llevar al hombre a la salvación o a la condenación eterna; ya nadie puede hacer nada por su propia salvación porque dejó de existir. Una vez muerto, el hombre pierde la posibilidad definitiva de aceptar o rechazar a Cristo.
Existe un juicio particular que ocurrirá para cada quien en el momento de su muerte, y un juicio final –o escatológico- que ocurrirá al final de los tiempos. Según el Catecismo, aquellos que mueren en la amistad de Dios viven para siempre con Él. Los que no, se condenan. Las almas amigas de Dios se vuelven imagen del Padre porque todo lo ven «tal y cual es» (1 Jn 3,2), es decir, entienden toda la revelación y han de contemplar eternamente a Dios.
El juicio escatólogico de Dios será, entonces, la triunfo definitivo de Dios sobre el pecado y la muerte. Es verdad que, a lo largo de los siglos, la idea de justicia empezó a verse algo así como una rendición de cuentas del hombre frente a Dios. Esto empezó a generar mucha angustia en el hombre, un hombre que afirmaba que muy pocos eran los que se salvaban. Sin embargo, nótese que «(…) Jesús (…) anuncia sólo la salvación (…) La condenación del hombre sería en el peor de los casos, únicamente una posibilidad para personas individuales (…). Esto último significa que la salvación o condena de cada uno depende pura y exclusivamente de cada uno. Existe el pecado, pero también existe el arrepentimiento. Dios es infinitamente justo, pero también infinitamente misericordioso.
Por otra parte, en el Antiguo Testamento, existen pasajes bíblicos que encierran a la misericordia divina: «Dios vio que era bueno todo cuanto había hecho(…)» (Gn 1). «(…) no fue Dios quien hizo la muerte ni se recrea en la destrucción de los vivientes» (Sab 1,13). «No quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva» (Ez 18, 23).
Recordemos que el Nuevo Testamento define a Dios como Amor (1 Jn 4,8) y quiere que todos los hombres se salven y conozcan la verdad (1 Tim 4,8).
Sin embargo, la Comisión Teológica Internacional afirma que existe una condenación definitiva para aquellos que mueren con pecados graves: «El infierno es una verdadera posibilidad real y, por ello, no es lícito suponer un automatismo de salvación».
Es difícil hablar del fin de los tiempos. Dios no lo ha revelado. Lo que sabemos es que el Reino de Dios llegará a su plenitud luego del juicio final. Sólo Dios conoce y sabe cuándo y en qué lugar. «Será entonces cuando comprendamos toda su Providencia y Dios triunfará justamente sobre las injusticias mundanas» . Esto último significa entender la revelación completa de Dios.
¿Qué pasa después de la muerte?
Luego de la muerte, muchos teólogos confían en lo que se llama » (…) atemporalismo: afirmando que después de la muerte el tiempo no puede de ninguna manera existir más (…)». Por ello, sostienen que ‘todos morimos al mismo tiempo’, es decir, al no haber tiempo, la muerte eterniza al hombre. Por ende, las resurrecciones también serán simultáneas.
Según la tradición bíblica, el pueblo de Israel creía que los hombres debían subsistir después de la muerte en un lugar llamado sheol. Era una segunda vida, tanto para los justos como para los impíos. Era un mundo subterráneo al cual debían descender los que iban a él (Gn 37,35; Num 16,30-33). Los muertos (refaim) que están allí «no alaban al Señor y están separados de él».
Será a partir de esta idea del sheol cuando se empezará a hablar de resurrección.
Ya en el Nuevo Testamento se cree en una supervivencia inmediata luego de la muerte. Y resurrección es, justamente, aquella unión profunda con Cristo, la comunión que nos lleva a Dios.
Por otra parte, la Iglesia cree que existe un estado de purificación luego de la muerte, un estado intermedio entre el mundo y la contemplación divina. Cuando uno muere, «existe una comunión con Cristo resucitado que, si es necesario, presupone una purificación escatológica» .Entonces, la muerte es el paso del hombre a la eternidad, y a un purgatorio si es que necesita de ello.
- El purgatorio significa que, por gracia de Dios, se concede al hombre madurar de forma radical luego de morir. El purgatorio es ese proceso, doloroso como todos los procesos de ascención y educación, por medio del cual el hombre, al morir, actualiza todas sus posibilidades y se purifica de todas las marcas con las que el pecado ha ido estigmatizando su vida, sea mediante la historia del pecado y sus consecuencias o sea por los malos hábitos adquiridos a lo largo de la vida. Es un estado intermedio, «habla con gran alegría de la esperanza de la parusía de Dios que ‘transformará a nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso’ (Flp 3, 21)»
La Sagrada Escritura contempla otra posibilidad, la de que el hombre fracase en su destino de
alcanzar la salvación y se hunda en un horror que sobrepasa todo lo imaginado: la condenación o infierno.
- El infierno supone la negación de aquella comunión con Dios que constituye la bienaventuranza de los muertos. Se habla de perder la vida (Mc. 8,35), del «horno de fuego» (Mt 13,50), del «fuego que no se apaga» (Mc 9,43.48), del «llanto y rechinar de dientes» (Mt 13,42), del «fuego que arde con azufre» (Ap 19,20), entre otras citas bíblicas. El infierno es una condenación eterna. Significa perder a Dios. Sin embargo, según Carvajal, Dios no ha creado el infierno, porque todo lo que tiene en Él su origen es bueno. ¿Y por qué? Porque «el infierno es una situación humana y, por lo tanto, no es algo que pueda existir con independencia de que alguien decida colocarse en dicha situación». El infierno en Carvajal tiene que ver con el endurecimiento de una persona en el mal. Por ende, es un estado creado por los mismos que se condenan.
Ahora bien, el cielo o paraíso es la continuación lógica de los otros temas escatológicos que ya hemos visto.
- Cuando hablamos de cielo hablamos del Reino de Dios. Según Carvajal, al igual que el purgatorio y el infierno, el cielo es un estado de amor y de gracia eterna, de comunión profunda con Cristo y de contemplación y gozo eterno de nuestro Padre, Dios.
Resurrección de la carne y vida eterna
Como ya se dijo, la resurrección de Cristo ha de extenderse a aquellos que pertenecen y aceptan a Cristo. Lo acontecido en Cristo con su resurrección significó la confirmación categórica de la esperanza cristiana: Dios no abandonará a sus elegidos en poder de la muerte. Pero ojo: la inmortalidad del alma no significa lo mismo que la resurrección de los muertos. La inmortalidad del alma significa la existencia de la misma por siempre, mientras que la resurrección de los muertos es la divinización o glorificación del ser humano con cuerpo y alma, la que alcanzará una vida plena semejante a la que recibió la humanidad de Cristo al resucitar.
Ahora bien, ¿cómo resucitarán los muertos? Es decir, ¿con qué cuerpo? Según San Pablo la imagen de la semilla propuesta en Cor 1, 35-49 trata de ilustrar la necesidad de pasar por la muerte en atención a la trasformación definitiva del ser. Pablo presenta así al cuerpo actual como el «grano desnudo» que no es todavía el cuerpo definitivo; desde este cuerpo provisional que hoy poseemos, no podemos ni siquiera imaginar como será nuestra corporalidad resucitada.
Entonces, cuando hablamos de cuerpo no hablamos de cadáver. Es diferente. Cuando hablamos de cuerpo hablamos de un cuerpo místico, el de Cristo, pues » (…) habiendo llegado a su fin la historia, la resurrección de todos los ‘co-servidores’ y hermanos completará el cuerpo místico de Cristo» (Apoc 6, 11). Por ende, es el cuerpo de Cristo quien resucita alcanzando así su plenitud, y los individuos singulares llegarán a la resurrección en cuanto que se hagan miembros de ese cuerpo.
A todo esto, el hombre porta de un elemento consciente llamado alma (psyché). Ésta hace que la esperanza escatólogica cuente con una fase doble: entre la muerte y el fin de los tiempos existe la psyqué humana. Esto último hace que el hombre jamás deje de existir totalmente. Sin embargo, se han elaborado «nuevas teorías que afirman la resurrección en el momento de la muerte para que no queden espacios vacíos entre la muerte y la parusía»
En Grecia, antes y después de la revelación Cristiana en Roma, «(…) existían dos tradiciones míticas muy diferentes pero solidarias entre sí(…)» que se referían a los cataclismos griegos futuros:
- la teoría de las edades del Mundo, que comprendía el mito de perfección de los comienzos
- y la doctrina cíclica.
Hesíodo fue el primero que escribió acerca de la degeneración progresiva de la humanidad en el curso de las cinco edades. La primera, la Edad de Oro, bajo el reino del dios Cronos (el tiempo) era una especie de paraíso: los hombres vivían mucho tiempo, no envejecían nunca y su existencia era semejante a la de los dioses del Olimpo. «(…) La teoría cíclica tuvo su aparición con Heráclito que tuvo gran influecia sobre la doctrina estoica del Eterno Retorno. Más adelante se constatará la asociación de estos dos temas míticos (…)».
Luego de las influencias orientales, los estoicos tomaron de Heráclito la idea de el Fin del Mundo por el fuego, mientras que Platón sostuvo que el fin del mundo sería El Diluvio.
Atenas, en aquel momento, era una tierra politeísta y que desconocía la resurrección de la carne. Los griegos creían en la descención del alma humana al Hades -Tierra de los muertos o infierno- y confiaban en la permanencia eterna del alma en el hades sin posibilidad juicio previo.
El Hades, según la mitología griega, está gobernado por Hades, el dios de los infiernos. Un dios inmortal que conserva las mismas pasiones que los hombres y que no es más malo o justo que los demás o que el mundo entero por ser el dios de los muertos. En Hades, entonces, permanecen por siempre las almas de todos los hombres. Por ello era muy importante para un griego la práctica correcta de ritos funerarios y enterrar honorablemente a sus muertos, porque creían que el hombre alma, al carecer el cuerpo de un entierro digno, jamás podría descansar en paz.
Ahora bien, luego de la revelación cristiana, San Pablo se encaminó a Atenas a fin de predicar el kerygma. Una vez allí, la Biblia afirma que San Pablo inició un discurso memorable al senado de los sabios paganos, en el Aerópago, y les habló de un «Dios desconocido», de un único Dios todopoderoso y eterno. «(…) Pues bien, lo que adoraís sin conocer, eso os vengo a anunciar» (Hch 17, 23). Aquel que ha creado todas las cosas, que nos ha redimido y que un día resucitará nuestra carne.
Al hablar de la resurrección de los muertos, fue interrumpido por gritos, murmullos obstructivos y carcajadas. «(…) ¿Qué querrá decir este charlatán? (…) Parece ser un predicador de divinidades extranjeras (…)» (Hch 17, 18). Muchos oyentes abandonaron el lugar, mientras que otros se acercaron al orador para decirle: «Basta por hoy, otro día nos hablarás de estas cosas». Pero algunos creyeron.
Al salir Pablo de Atenas, con tristeza por los pocos adeptos conseguidos, se encaminó a Corinto.
Se concluye, entonces, que los griegos no aceptaron el misterio de la resurrección de la carne porque ellos tenían otras creencias. No entendían le hecho de que el hombre pudiera resucitar en un cuerpo glorioso. A falta de fe quizás, no pudieron comprender el misterio de un Dios trino y resucitado. Porque en Grecia, el fin de los tiempos -como ya se dijo- tiene que ver con la teoría de las edades del mundo y con el Eterno Retorno.
Pudimos ver que la escatología encierra los misterios más profundos. La Biblia nos habla de escatología en el Apocalipsis, pero de manera metafórica y confusa. Si fin de los tiempos tiene que ver con la muerte, debemos morir para poder ser partícipes de la comunión con Dios en Cristo.
Es verdad, nadie dijo que morir fuera algo lindo o deseable. Pero retomando la fe, afirmo que Cristo tampoco. Él no quería morir pero sabía que iba a resucitar al tercer día. También sabía que debía cumplir con la voluntad del Padre.
La muerte, entonces, se muestra como una señora desconocida. El hombre teme a la muerte porque todo aquello que el hombre desconoce le teme. San Pablo ya lo dijo una vez: «El salario del pecado es la muerte» (Rom 6, 23). Entonces es cierto, la muerte es consecuencia del pecado.
Más allá de lo que sea, es natural que el hombre sufra la muerte de las personas que ama. La muerte de alguien cercano es fea, el que sufre se enoja, llora, se cuestiona el por qué, reza, se abandona y, si el golpe no es muy fuerte, la acepta.
Hay que entender que la muerte es parte de la vida; es decir, la vida no sería «vida» sin muerte. Si decimos que la muerte es «una oportunidad en la cual el hombre puede y debe manifestarse como hombre», debemos ayudarnos de la fe y de la esperanza, de la revelación cristiana, tenemos que acordarnos de que Cristo resucitó y venció a la muerte, a toda enfermedad y a todo sufrimiento que existió, que existe y existirá.
Hay que creer a la muerte como una «puerta» que conduce a la comunión con Cristo. Por ello, según la Comisión Teológica Internacional, debemos ayudarnos de los sacramentos, que nos preparan para la muerte.
De hecho, en la escatología y revelación cristiana «la eucaristía es el remedio de la inmortalidad»
¿Existe un cielo en el más allá de la muerte?
REPRODUCCIÓN ASISTIDA
BIOÉTICA Y REPRODUCCIÓN ASISTIDA HUMANA
Carmen Ochoa.
Clínica Euskalduna, Bilbao
En esta ocasión queremos comenzar agradeciendo la alta participación de nuestros socios/as en este Debate tan apasionante sobre «La ética en los tratamientos de Reproducción Asistida». Esperamos que en los siguientes números todos os vayáis animando a colaborar.
Resulta difícil hablar de ética, máxime cuando no hemos recibido en nuestras formaciones universitarias ninguna sobre como estructuramos los juicios éticos.
En ocasiones, durante algunas conversaciones, he escuchado que no es necesario formarse en estos conceptos, dado que el sentido común y la honradez profesional son suficientes para resolver de manera exitosa la gran mayoría de las dudas éticas que se nos puedan plantear en nuestro quehacer diario. La verdad es que discrepo, cuando menos parcialmente de esta idea, porque entiendo que no es suficiente. En primer lugar, el sentido común no es tan común entre los humanos, si nos referimos a su frecuencia de aparición. Y en segundo lugar, la honradez profesional no es un concepto ni universal ni homogéneo para todas las personas, y por supuesto tampoco para nosotros, profesionales de la Reproducción Humana. No es universal, porque por desgracia no todo el mundo es honrado y no es homogéneo, porque, determinados comportamientos se van permitiendo con el paso del tiempo, en función de su frecuencia de uso. Aunque, es cierto que, cuando alguien tiene sentido común y honradez, tiene mucho camino ganado.
Los acontecimientos científicos de los últimos años nos obligan a tener que posicionarnos ante situaciones que además de responder a fundamentos jurídicos, deben hacerlo a fundamentos éticos.
Es fácil pensar que aquello que nos atañe directamente a nosotros debemos resolverlo sólo nosotros. Pero esto, produce inevitablemente una respuesta sesgada de dicha situación. Es fácil pensar que el límite ante la permisividad o no de un procedimiento está dentro de los articulados de las normas legales. No existen normas éticas escritas a modo de leyes de obligado cumplimiento: eso sería fácil de cumplir…o de incumplir. Necesitamos aprender cómo se estructura el razonamiento ético y cómo deliberar sobre lo que se debe y no se debe hacer, argumentando, escuchando, incorporando otros puntos de vista. Necesitamos saber qué partes deben estar razonablemente implicadas. Necesitamos saber qué y a quién podemos preguntar.
Hacemos juicios éticos cotidianamente y decidimos actuar según ellos: qué está bien, qué está mal, qué es lo bueno para mi, qué es lo correcto en este caso, qué dice la ley al respecto, cómo actúan mis colegas, etc. Sin embargo, nos resultaría muy difícil exponer en qué fundamentamos nuestras decisiones y qué método utilizamos para llegar a ellas. Esto es el trasunto de la actual bioética: ¡de esto va!
Nuestra sociedad avanza científica y tecnológicamente a gran velocidad. Mientras no se nos generen nuevos problemas nuestro hábito de tomar decisiones continuamente, junto a las normas jurídicas y a nuestra experiencia acumulada son herramientas suficientes. Pero cuando en este continuo devenir de conocimientos y técnicas se generan nuevos problemas morales – ¿qué debemos hacer? ¿qué es lo bueno? ¿qué es lo correcto?- ¿no deberíamos estar mejor preparados para afrontar nuestras responsabilidades? Cada vez será mas frecuente acudir a los Comités de Ética y será más frecuente participar en ellos, pero su existencia no supondrá una exención en nuestra responsabilidad formativa, sino todo lo contrario, nos exigirá un mayor grado de conocimientos sobre la ética en el comportamiento humano.
En palabras de la Dra. Mabel Marijuan, profesora de bioética de la universidad del País Vasco (UPV), relacionando el Derecho con la bioética en la Reproducción Asistida, me comentaba que el derecho, en una sociedad democrática, nace de la ética intersubjetiva. De aquello que como ciudadanos hemos decidido convertir en ley, con la intención de dejar bajo el amparo del estado de derecho a todos. Surgiendo así los derechos y deberes. Transformándose en generalización social lo que consideramos aceptable y en prohibición lo que consideramos inaceptable.
En el caso de la Reproducción Asistida este mismo razonamiento a veces se basa más en “temores imprecisos” que en pruebas o razonamientos, de ahí la necesidad de que los profesionales nos involucremos con la intención de disipar temores, argumentando beneficios para las personas sin ocultar nunca los riesgos.
Cuando aparece una nueva posibilidad técnica y hay candidatos a optar por ella, debemos pensar, deliberar las consecuencias para toda la sociedad y si esto genera posibilidades de vidas más plenas o por el contrario generará nuevas esclavitudes. Cuando, dentro de las inevitables incertidumbres humanas, se pueda argumentar.
El paso siguiente será, sin duda, convertirlo en norma… hasta la próxima vuelta de tuerca de la tecnología, en la que todo volvería a empezar.
Lo que nos obliga a los profesionales de la Reproducción Asistida a aprender de las conclusiones de la deliberación ética, no sólo para hacer bien nuestro trabajo, sino para mejorar la vida de los ciudadanos, desde el lugar que nos ocupa.
MAS ALLÁ DE LOS SUEÑOS
Tras la muerte de sus dos hijos, el doctor Chris Nielson (Robin Williams) y su esposa Annie (Annabella Sciorra) continúan su vida a duras penas. Entonces Chris también muere en un accidente de coche y, cuando llega al cielo, conoce a Albert, que le muestra lo maravillosa que es la vida en el ‘Más Allá’. Mientras tanto, la soledad sume a Annie en una locura que la aleja cada vez más de la vida.
Logoterapia de Viktor Frankl: 3 principios básicos

Sigmund Freud definía al hombre como un ser dirigido hacia el “placer”. Adler lo definía como orientado hacia el “poder”. V. Frankl tenía la visión del hombre como un ser dirigido hacia “el sentido”.
Los historiadores de la psicología están de acuerdo en que el estudio del psicoanálisis permite conocer también la vida de Freud, su fundador. De la misma manera, se puede decir que al estudiar la logoterapia nos acercamos a las experiencias personales de V. Frankl, ya el desarrollo de la tercera escuela psicológica difícilmente se puede comprender sin conocer la historia vital de la persona que la inició.
He encontrado el significado de mi vida ayudando a los demás a encontrar en sus vidas un significado.
Viktor Emil Frankl nació en Viena, el 26 de marzo de 1905. Sobrevivió a la experiencia de cuatro campos de concentración, incluido Auschwitz. Ya desde pequeño mostró interés por el estudio de la medicina y de las ciencias naturales, pero mantenía un espíritu muy crítico frente a las posiciones reduccionistas.
Su vocación le llegó demasiado pronto y su propia búsqueda de sentido empezó mucho antes de que tuviese lugar el holocausto. Durante el mismo, vio la luz su libro más conocido, “El hombre en busca de sentido”. V. Frankl estaba convencido de que lo que nos hace únicos es el espíritu humano. Reducir la vida y la naturaleza humana a la “nada”, como hacían muchos filósofos y psiquiatras de la época, no era el pensamiento vital más adecuado.
El hombre puede conservar un vestigio de la libertad espiritual, de independencia mental, incluso en las terribles circunstancias de tensión psíquica y física.

La experiencia de V. Frankl en los campos de concentración le permite constatar que el ser humano tiene la capacidad de encontrar un significado, un sentido a cualquier circunstancia de la vida, aun en aquellos momentos más absurdos y dolorosos.
El hombre en busca de sentido
En su obra, “El hombre en busca de sentido”, V. Frankl escribe acerca de sus experiencias en los campos de concentración (Türkhein, Kaufering, Theresienstad y Auschwitz). Describe los malos tratos que recibían los prisioneros, pero también escribe acerca de la belleza del espíritu humano. En definitiva, el libro trata de cómo trascender al horror y encontrar sentido incluso en las circunstancias más terribles.
Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas —la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias— para decidir su propio camino.
La logoterapia
Como decíamos, la logoterapia es reconocida como la tercera escuela vienesa de psicoterapia y fue fundada por V. Frankl. Se dio a conocer al mundo en los años 40. La logoterapia supone un método de superación de los conflictos humanos que generan sufrimiento.
Nos permite encontrar sentido a las situaciones difíciles y que causan dolor. De esta forma, se convierten en oportunidades de crecimiento para las personas que las viven. Este método, centrado en las vivencias de los valores, nos permite encontrar sentido a todos los acontecimientos de la vida, dándonos la posibilidad, así, de vivir una vida plena.

Los 3 principios básicos de la logoterapia
Los tres principios o pilares básicos de la logoterapia son los siguientes:
- Libertad de voluntad.
- Voluntad de sentido.
- Sentido de vida.
Libertad de voluntad
La libertad de voluntad se despliega a través de una capacidad específicamente humana conocida como “autodistanciamiento”. Esta capacidad humana se comprende como la posibilidad de verse a uno mismo, aceptarse, regularse y visualizarse. De acuerdo a las enseñanzas de V. Frankl, esto nos da libertad frente a tres fuentes de influencia:
El hombre los posee pero no nos determina. No estamos predeterminados ni finalizados. Somos libres frente a estos tres aspectos. El ser humano es libre de lo que le condiciona y puede ejercer su libertad. Siempre que el ser humano se libera de algo es para algo. Aquí se encuentra el concepto de responsabilidad. El hombre es libre para ser responsable y es responsable porque es libre.
Desde este análisis existencial se plantea que el hombre es responsable de la realización del sentido y los valores. El hombre está llamado a la realización del sentido de su vida y de los valores que le dan significado a la misma. Ante esta llamada, es el único responsable.
Voluntad de sentido
La voluntad de sentido está muy relacionada con la autotrascendencia que caracteriza al ser humano. El hombre siempre apunta más allá de sí mismo, hacia un sentido que primeramente debe de descubrir y cuya plenitud debe lograr. La voluntad de placer y la voluntad de poder, de Freud y de Adler respectivamente, llevan al hombre a la inmanencia. Estos conceptos se oponen a la autotrascendencia y frustrarían nuestra existencia.
La voluntad de sentido no busca alcanzar el poder ni el placer, ni siquiera la felicidad. Su enfoque es el encuentro de un argumento, una razón para ser feliz apoyado en la premisa de que el hombre es libre y responsable. De esta forma, el ser humano es libre del determinismo. Por otro lado, la persona orienta su vida y su conducta, así como sus pensamientos y motivaciones hacia un objetivo que les de una razón para validar su conducta.

Sentido de vida
La vida encierra y conserva un sentido. Ese sentido es peculiar y original respecto de cada uno de nosotros. Así, nuestro deber, como seres conscientes y responsables, es el descubrimiento del sentido de nuestras vidas.
La muerte solo puede causar pavor a quien no sabe llenar el tiempo que le es dado para vivir.
Esto se va a lograr a través de tres vías fundamentales y que hacen referencia a tres categorías de valores. Algunas veces nos dirige a la realización de valores de creación. Otras veces nos va a impactar con una vivencia, como cuando asistimos a una puesta de sol o alguien nos regala una caricia. Otras veces nos va a enfrentar con las limitaciones de la propia vida (la muerte, el sufrimiento…).
Métodos de la logoterapia
Primero que nada, es importante tener en cuenta que la metodología utilizada en la logoterapia dependerá de las características de cada cliente y de su problemática.
Dicho esto, las técnicas propias de la logoterapia se han esquematizado de la siguiente manera.
La intención paradójica
Frankl define la intención paradójica como un “proceso mediante el cual, el paciente es animado a hacer, o a desear que ocurra, aquello que precisamente teme”.
La función de esta técnica es la de poner en movimiento la capacidad humana de auto distanciamiento, de forma que el cliente pueda objetivar los síntomas y distanciarse de ellos. Lo ideal es que comprenda que él no se identifica con sus sentimientos o conductas (que lo dominan), sino que puede tomar una postura ante ellos e, incluso, hacerles frente.
Este método reduce la “hiper reflexión”, la cual se caracteriza por mantener la mente enfocada en una problemática, que muchas veces resulta superfluo. Para Frankl, la derreflexión significa, en última instancia, ignorarse a sí mismo. Además, con este método se busca redirigir esta atención a un aspecto más adecuado y funcional.
Diálogo socrático
Los diálogos socráticos consisten en desafiar las interpretaciones que hace el cliente de distintos sucesos, mediante cuestionamientos lógicos. Ésta técnica fue adoptada por los psicoterapeutas de orientación cognitiva, como Aaron Beck, y constituye uno de los pilares fundamentales de la reestructuración cognitiva.
Reflexión final
De todas formas, la vida siempre conservará hasta el final un sentido oculto y una convocatoria apremiante y permanente para que este sea descubierto y realizado. Estos son los tres principios fundamentales de la logoterapia de Viktor Frankl. Como hemos visto, se trata de una visión humanístico-existencial del ser humano que puede ser difícil de comprender si no estamos familiarizados con el existencialismo. Sin embargo, lo cierto es que merece la pena el esfuerzo cuando pensamos todo lo que puede contribuir a nuestro armazón vital.
MANIPULACIÓN GENÉTICA
La genética, ingeniería genética y los demás términos relacionados con la herencia están últimamente en boca de todos. Los grandes avances que se están produciendo en esta ciencia y las grandes expectativas creadas han provocado una gran conmoción pública, que se ha visto invadida y en ciertos puntos tergiversada por los «mass media».
Aunque la ingeniería genética es una nueva técnica, la humanidad ha intervenido en la constitución genética de otros organismos durante muchos siglos. Históricamente, los impactos más significativos han sido en la agricultura y ganadería, por ejemplo, a través de la cría selectiva del ganado.
La primera actuación de ingeniería genética de manera científica puede atribuírse a Mendel, cuando investigando la herencia, mezclaba los guisantes de manera selectiva, operando sobre los núcleos de las semillas que plantaba.
Con el desarrollo de la ciencia han aparecido todas las técnicas de ingeniería genética que se conocen y también las ambiciones para curar las enfermedades genéticas humanas. Al empezar a actuar sobre el hombre, sus genes y su descendencia es cuando empiezan a surgir las dudas éticas sobre estas técnicas, sobre si respetan o no la dignidad humana.
Después de la publicación de la primera clonación de un mamífero en el Reino Unido, ha habido un gran boom en torno a todas estas técnicas debido a que se han creado espectativas y a la vez muchos temores alrededor de la clonación humana. Enseguida se ha empezado a trabajar en la prohibición de la clonación humana por la agresión que esto supone a la dignidad humana. Pese a esto, ya se ha intentado. En la época de Miguel Ángel, un sabio del momento intentó cruzar a dos familiares cercanos del genial artista repitiendo todas las condiciones que se dieron en su gestación.
En este trabajo se va a analizar lo que es la ingeniería genética y lo que implica científica y éticamente a todos los niveles en los que se está aplicando o a los que se podría aplicar.
Concepto
Se llama ingeniería genética a una serie de técnicas que permiten la transferencia programada de genes entre distintos organismos. Consiste en una reunión artificial de moléculas de DNA con la finalidad de aislar genes o fragmentos de DNA, clonarlos e introducirlos en otro genoma para que se expresen. La ingeniería genética se puede describir como la formación de nuevas combinaciones de genes por el aislamiento de un fragmento de DNA, la creación en él de determinados cambios y la reintroducción de este fragmento en el mismo organismo o en otro. Cuando los genes nuevos son introducidos en las plantas o animales, los organismos resultantes pasan a llamarse transgénicos y los genes introducidos transgenes.
La ingeniería genética como tal no es una ciencia, sino un compendio de técnicas para aislar y modificar los genes.
También se conoce con el nombre de técnica del ADN recombinante. Se refiere a todos los procedimientos por los cuales una molécula de ADN es cortada en un lugar determinado y luego «pegada» (con el mismo u otro fragmento) mediante el uso de ciertas enzimas de existencia natural en microorganismos (enzimas de restricción ligasas); también se refiere a procedimientos para multiplicar una molécula determinada de ADN (o un fragmento de ella), mediante su incorporación a elementos autorreproducibles en microorganismos.
La ingeniería genética no es una sola cosa, sino un conjunto de técnicas:
- Extracción del DNA
- Transcriptasa inversa
- Reacción en cadena de la polimerasa (PCR)
- Hibridación molecular de los ácidos nucleicos: Southern blot, Northern blot y Dot Blot
- Clonación
Técnicas
Extracción del DNA. Para poder extraer el DNA de una célula hay que romper sus membranas plasmáticas y nuclear por lisis. Posteriormente, para evitar que el DNA sea digerido por la célula se añade una mezcla de proteasas y RNAasas que nos depuran toda la mezcla quedándonos sólo con el DNA de la célula. Posteriormente para usar el DNA habrá que fragmentarlo con enzimas de restricción para coger sólo el fragmento que necesitamos. Después para poder trabajar tenemos que multiplicar las copias de este fragmento de DNA. Esto lo podemos hacer de dos maneras: usando la maquinaria de un microorganismo (bacterias) o por PCR.
Transcriptasa inversa. Cuando estudiamos el gen que sintetiza una proteína que conocemos, podemos obtener su RNAm. Este RNAm lo tratamos con una enzima transcriptasa inversa que hace una copia del RNA a DNA. Este DNA se puede usar luego para lo que queramos.
Reacción en cadena de la polimerasa (PCR).- Es un método rápido, sencillo y cómodo de obtener múltiples copias de un fragmento de DNA conocido.
Hibridación molecular de los ácidos nucleicos.- Son sistemas para identificar secuencias de DNA o de RNA en un genoma o en una genoteca a partir de una sonda o de algún tipo de pista. La técnica de Southern sirve para identificar DNA; la técnica de Northern es para RNA y la de Dot Blot para las dos moléculas.
Clonación. Consiste en obtener dos individuos genéticamente iguales, esto es, con la misma dotación genética nuclear.
Aplicaciones
Cartografía. Es el Proyecto Genoma Humano. Consiste en intentar describir todos los genes del organismo humano, localizarlos y secuenciarlos.
Diagnóstico. Existen numerosas enfermedades debidas a defectos genéticos. Gracias a las técnicas de ingeniería genética, es posible identificar los defectos genéticos y diagnosticar o pronosticar las enfermedades que aparecen o pudieran aparecer.
Identificación (forense/paternidad). Cada persona posee un código genético diferente (excepto los gemelos unizigóticos), al igual que todos tenemos una huella dactilar distinta, con la peculiaridad de que tiene características similares a las de nuestros familiares. Con esto es posible, con un alto grado de fiabilidad, identificar personas o determinar la paternidad.
Terapéutica. Mediante las técnicas de ingeniería genética será posible corregir defectos genéticos causantes de las enfermedades genéticas. Los «tratamientos genéticos» consisten en la reparación o sustitución de genes defectuosos o delecionados.
Biotecnología. Consiste en alterar los genomas de los seres vivos para dotarles de alguna cualidad que no tenían (plantas resistentes a heladas, frutas que maduran antes, cultivos que crecen más,…).
Las aplicaciones de la ingeniería genética pueden ser divididas en cinco áreas de trabajo. La ingeniería genética puede usarse:
- En microorganismos
- En las plantas
- En los animales
- En células cultivadas de animales, plantas o humanos
- En humanos
Microorganismos manipulados por ingeniería genética pueden ser usados para fabricar proteínas humanas para aplicaciones médicas. En 1978 se consiguió que una bacteria «programada» fabricara insulina humana, que se comercializa desde 1982. Gracias a esto es posible obtener insulina en grandes cantidades y con bajos costes, aparte de que es más segura que la insulina que se usaba antes (de cerdo). Esto se ha conseguido también con otras proteínas humanas como hormona del crecimiento, factores de la coagulación,…
Estos microorganismos también se han usado en la agricultura, pues son capaces de mejorar las cosechas al proporcionar resistencia a heladas, enfermedades, herbicidas y otros factores. También se han usado en la alimentación, en concreto para producir pan, pero estas aplicaciones han sido muy polémicas en todos los sentidos.
La ingeniería genética en los animales se ha usado con diversos fines. Se han conseguido animales transgénicos que producen proteínas humanas en su leche (a 1-antitripsina). O bien para estudiar el desarrollo de enfermedades humanas, en concreto, se ha conseguido un ratón «knock-out» para el gen de la fibrosis quística a fin de estudiar las posibles terapias génicas.
La ingeniería genética, actuando sobre plantas y animales ha conseguido aumentar la cantidad de ciertos productos en estos organismos. Esto ha traído ciertos problemas éticos que luego serán tratados en el trabajo.
Con cultivos de células animales y vegetales se ha podido fabricar proteínas de interés humano y/o para el hombre. Con estas células tenemos potenciales fabricas de cualquier producto genético. También es posible fabricar con ellas virus, que serán utilizados como vectores en terapia génica. Otras aplicaciones de estas células son las propiamente empíricas, para estudiar el funcionamiento de la regulación de la expresión génica, la interacción con diversos factores,…
En cuanto a su aplicación en los hombres, hay que señalar que una gran proporción de las enfermedades humanas son debidas a causas genéticas (el 30% de los niños ingresados en hospitales, lo son por enfermedades genéticas). Las aplicaciones actuales de la ingeniería genética en los hombres se limitan a enfermedades en las que se ha identificado el gen, e incluyen la posibilidad de una terapia génica (aunque no siempre).
Reiser y Weitman, en una reflexión sobre los valores éticos de la ciencia, definen la ética como la «disciplina que establece criterios y métodos para decidir si las acciones son correctas o equivocadas». Para ello, la ética define los valores esenciales que guían hacia las acciones correctas, y establece reglas, pautas, y políticas que conducen y sustentan tales valores. El conocimiento del ámbito y del discurso de la ética es clave para los profesionales relacionados con la ciencia (y desde luego los profesionales de la salud lo son) porque la ciencia en sí misma esta fundamentalmente basada en valores éticos, especialmente en la veracidad y en el beneficio para otros.
El valor de la ciencia para beneficiar a otros ha sido reconocido desde la antigüedad, dado que se ha asumido que el conocimiento y la verdad son inherentemente buenos y son una fuente de bien. Históricamente, la capacidad de beneficiar a la humanidad ha sido considerada como una marca importante del conocimiento y como una medida de su valor.
El punto de vista de los médicos hipocráticos, como científicos conscientes y autocríticos en el mundo clásico, sigue teniendo validez en la actualidad. El juramento hipocrático proclama una serie de estándares éticos para guiar a los médicos en la aplicación de su conocimiento, y define la relación entre conocimiento ético y tecnológico. El juramento declara que los métodos y las tecnologías en medicina no deben ser enseñados a menos que se acepten los principios éticos del juramento como guía para su uso. La fórmula era simple: el conocimiento técnico y la autoridad no pueden ser ejercitados en ausencia de responsabilidad ética. La habilidad técnica era insuficiente para crear un médico; se necesitaba, además, aprendizaje ético y humanístico.
Desde Hipócrates, la ética de la práctica médica se basa en seis principios éticos (preservar la vida, aliviar el sufrimiento, no hacer daño, decir la verdad al paciente, respetar la autonomía del paciente, y tratar a los pacientes con justicia). Estos principios pueden ser resumidos en tres: beneficencia, autonomía y justicia.
Según el principio de beneficencia, los beneficios para el paciente derivados de la aplicación de una tecnología o procedimiento deben ser superiores a sus riesgos. La aplicación de cualquier tecnología médica conlleva cierto riesgo para el paciente, pero si los esperados beneficios son mayores que los probables riesgos no se plantea conflicto ético en el principio de beneficencia.
El problema es que antes de aplicar la tecnología a un paciente concreto, los riesgos y beneficios son, en el mejor de los casos, conocidos tan solo en términos probabilistas. De tal forma que en el principio de beneficencia se configura el binomio proporcionado/desproporcionado, es decir que debe existir una proporción razonable entre los probables riesgos y beneficios. Por lo tanto, en este principio ético el decisor clave es el médico, que es quien conoce el balance entre riesgo y beneficio para el paciente.
El principio de autonomía indica que hay que informar adecuadamente al paciente y respetar su decisión en cuanto a la aplicación de la tecnología elegida. En algunas ocasiones, por ejemplo, cuando el paciente tiene problemas de consciencia, el acto positivo de aceptar la aplicación de un procedimiento puede no ser posible. En estos casos, que no es posible la «aceptación reflexiva», algunos autores sugieren como criterio la decisión basada en el «no rechazo». Pero fuera de estos casos excepcionales, uno de los aspectos clave en la aplicación de este principio es la natural variabilidad en las decisiones de los pacientes.
Dos pacientes con la misma condición clínica y enfrentados a la aplicación del mismo procedimiento pueden optar por decisiones diferentes. Ello es debido a varias razones, pero las mas importantes son dos: por un lado los valores de los pacientes pueden ser diferentes; por otro lado, la actitud ante el riesgo en relación con los beneficios que aporte la aplicación de una tecnología puede ser también diferente entre distintos pacientes. De esta forma se configura el binomio ordinario / extraordinario, que de alguna manera evalúa la medida en que la aplicación de un procedimiento es un proceso ordinario o extraordinario para un paciente concreto, y también que lo que es ordinario para un paciente puede ser extraordinario para otro.
En el principio de autonomía, el decisor es, en teoría, el paciente. Sin embargo, en la mayoría de los casos el paciente no suele disponer de información suficiente y apropiada para tomar su decisión. En consecuencia o deja la decisión en manos del médico, o bien decide a través de la información y consejos del médico, de manera que en la practica es el médico, o su influencia, quien tiene el papel relevante en el principio de autonomía.
Según el principio de justicia, una actuación no es ética si no es equitativa, es decir si no está disponible para todos aquellos que lo necesiten. Asegurar la igualdad de oportunidades de todos los ciudadanos sin ningún tipo de discriminación y evitar las interferencias económicas, son aspectos éticos fundamentales en el acceso a las tecnologías medicas efectivas.
Esta exploración desde perspectivas de la ética muestra la importancia y responsabilidad del médico en el uso de los procedimientos médicos; pero a la vez subraya la responsabilidad de los que toman decisiones en política de salud y en asignación de recursos, puesto que deben propiciar el desarrollo de procedimientos efectivos (principio de beneficencia), informar a los pacientes y ciudadanos y promover su participación (principio de autonomía), y desarrollar un sistema equitativo (principio de justicia).
La bioética es la fundamentación y metodología racional de las decisiones éticas cuando entran en conflicto diversos valores humanos en condiciones de incertidumbre pronóstica.
La distribución de los recursos y opciones en la asistencia sanitaria es una de las cuestiones más importantes de la bioética.
Hay que progresar en el equilibrio necesario entre eficiencia y equidad. Es preciso delimitar los campos que hay que investigar para poder llegar a orientaciones consesuadas en decisiones que abarcan desde problemas de la clínica diaria a cuestiones más complejas como los criterios para ingresar, mantener, continuar o interrumpir unas determinadas intervenciones en pacientes críticos. Se trata de conjugar el rigor máximo posible.
Cuestiones éticas de la manipulación genética de animales
La manipulación genética de animales y microorganismos hasta ahora consistía en añadir genes humanos para obtener los productos proteicos en cantidades elevadas con poco costo (insulina, factores de la coagulación). En la plantas se han usado estas técnicas con los mismos fines y además se han conseguido cultivos más rentables porque crecen más, se hacen resistentes a plagas o a heladas, aparte de otras múltiples ventajas.
En cuanto a la manipulación genética de las plantas, las cuestiones éticas vienen a posteriori. Estas cuestiones éticas se refieren al hecho de informar o no al consumidor de que se trata de productos manipulados genéticamente. Además son desconocidos los efectos que tendrán estos alimentos en el ser humano ya que se trata de especies nuevas, no surgidas naturalmente sino inventadas por el hombre.
Con los animales ocurre algo parecido. Se añade un nuevo problema y es que como se tiende a conseguir lo mejor de cada especie y los máximos beneficios, se tiende a uniformar las especies, tanto animales como vegetales, con los posibles efectos que esto pueda tener en el futuro. Durante todos los tiempos, las especies animales y vegetales han tendido a la evolución y a la diversidad. Por esto, los posibles efectos que pueda tener una tendencia a la uniformidad genética son desconocidos y temidos.
Además, con la manipulación genética de estos seres vivos se crean nuevas especies. En el caso de los microorganismos se podrían estar construyendo nuevos patógenos y con ello nuevas enfermedades. Con esto, los beneficios que traen las nuevas tecnologías genéticas quedan anulados.
Una variante de la recombinación genética es la transgénesis. Con esta metodología es viable la intervención en el patrimonio genético de un ser con adición de nuevos genes y alteración por tanto, de sus características. Hoy día se consigue en unos pocos meses lo que la naturaleza hubiera tardado siglos o milenios en producir: nuevas especies animales. Con la transgénesis, se rompe totalmente la barrera natural entre las especies, y es teóricamente factible insertar genes en casos que es imposible que se den en la naturaleza la cual tiende a preservar la diferencia entre las especies y ni siquiera facilita el nacimiento de híbridos.
Es preciso percatarse de que esta clase de experimentación está aún en sus comienzos, lo que no quiere decir que se conozcan ya sus indudables inconvenientes morales. El tema es controvertido y la consiguiente polémica inevitable. Es de notar la doble lógica que está llevando a la sociedad moderna por nuevos derroteros en el campo genético: de una parte, la lógica del sentimiento que hace del deseo un absoluto; de otra, la lógica de la técnica, que no renuncia a algo factible. Durante millones de años la vida humana ha sido concebida en la cálida oscuridad del seno materno, ahora es conseguida a la fría luz de aparatos mecánicos. Tiende a imperar la idea de que lo realizable técnicamente lo es también moralmente; con lo que, si no se tiene una visión unitaria, es obvio que la ciencia se constituye en criterio ético de sí misma.
La transgénesis debería considerarse éticamente ilícita debido a que supone una grave transgresión contra la naturaleza. Además no se postulan grandes beneficios ni a corto ni a largo plazo, salvo la mera curiosidad de ver como se comporta la naturaleza en estos casos.
La aplicación de las técnicas de clonación a la ganadería y su posible aplicación al hombre, en un futuro relativamente próximo, tras un periodo suficiente de experimentación (el Dr. Wilmut estima que se podrían obtener progresos significativos tras un par de años de investigación), ha levantado comentarios, muchos de ellos críticos. En el caso de la aplicación a los animales, las mayores críticas se han dirigido contra la disminución de la biodiversidad de las especies clonadas: puede que se obtuviera una cabaña especialmente buena por lo que respecta a sus cualidades de producción de carne, leche, etc. Pero sería a costa de tener una población muy homogénea, que podría sucumbir completamente ante una epidemia, pues ésta afectaría por igual a todos los ejemplares. Sin embargo, también hay que reconocer que dicha aplicación resulta bastante problemática desde el punto de vista comercial: implica la manipulación de embriones y, por consiguiente menor supervivencia de éstos que en las técnicas de fecundación in vitro ya realizadas en el ganado. Estas últimas apenas se emplean por su escaso éxito, la necesidad de realizarla en vacas jóvenes y sólo en primera preñez. Cabe, por tanto, prever muy serias dificultades antes de que la técnica llegue a ser comercialmente viable para la mejora de la producción ganadera.
Cuestión muy distinta es su aplicación para clonar animales muy especiales, concretamente, los manipulados genéticamente de modo que produzcan en su leche algunos productos extraños a ella, pero de gran utilidad en terapéutica humana. Así, existen actualmente ovejas y cabras que producen factor VIII y otros productos de interés terapéutico en su leche. Como conseguir un animal transgénico que segregue un determinado producto en la leche es bastante difícil, la nueva técnica de clonación evitaría tener que repetir la manipulación genética: bastaría clonar algunas de sus células para tener una fuente inagotable, sin por ello someter al animal a un trato inhumano. En esta misma línea cabría incluir las investigaciones actualmente en curso para obtener animales transgénicos como donantes de órganos para transplante al hombre: aunque todavía bastante discutible en cuanto a su aplicación práctica, es una línea de investigación prometedora, que sólo podría dar resultados a gran escala con la incorporación de técnicas de clonación de los animales transgénicos obtenidos. Otra aplicación sería la clonación de animales en los que se diera un modelo adecuado de alguna enfermedad humana, de modo que se pudieran ensayar diversos tratamientos de modo controlado, cuestión que resulta actualmente casi imposible. Igualmente, se podría reducir el número de animales de experimentación al disponer de ejemplares exactamente iguales en los que ensayar los diversos procedimientos alternativos.
Los animales pueden ser tratados genéticamente para mejorar la ganancia de peso, crear animales que crezcan más rápido, mejorar la resistencia a enfermedades e incrementar la fertilidad. La ingeniería genética sobre el ganado se espera que tenga una gran efecto sobre la agricultura, pero plantea dudas éticas acerca del bienestar de los animales y de la seguridad. Los problemas de bienestar se pueden alcanzar por manipulación del tamaño corporal, forma o capacidad reproductiva mediante la crianza, la nutrición, la terapia hormonal o la inserción de genes, en vía a incrementar el riesgo en el deterioro, las enfermedades metabólicas, problemas esqueléticos o ginecológicos, mortalidad perinatal o trastornos mentales. Todos los trabajos deben ser sometidos a un análisis en el que se comparen los beneficios con el sufrimiento del animal. En la práctica es difícil poder medir el bienestar tanto humano como animal. Por esto, es necesario tener un buen asesoramiento sobre las consecuencias de la expresión de transgenes y establecer unos criterios que permitan asegurar el bienestar de los animales.
Cuestiones éticas de la manipulación genética de seres humanos
Actuaciones sobre el Genoma Humano
«Una investigación, un tratamiento o un diagnóstico en relación con el genoma de un individuo, sólo podrá efectuarse previa evaluación rigurosa de los riesgos y las ventajas que entraña y de conformidad con cualquier otra exigencia de la legislación nacional» (Declaración Universal sobre el Genoma y Derechos Humanos, artículo 4a).
El objeto del análisis genético, es decir la investigación del genoma, representa un hecho claramente positivo. Como en cualquier otra ciencia, de este modo se obtienen nuevos conocimientos. Sin embargo, en algunos casos, un análisis genético puede tener como objetivo un tratamiento que como consecuencia del diagnóstico obtenido puede conducir al aborto. Por esto para determinar la licitud de estas actuaciones hay que preguntarse cuál es el fin de las mismas.
Los análisis prenatales sirven para determinar si un embrión lleva o no una tara genética en familias en las que los padres son susceptibles de transmitir a su hijo cualquier defecto genético. El estudio puede prevenir futuras actuaciones terapéuticas, en este caso es éticamente lícito, porque se busca un fin terapéutico en el análisis.
Ahora bien, los diagnósticos prenatales no siempre se usan con esta finalidad. En la mayoría de los casos se hacen análisis genéticos para decidir sobre si se aborta o no. En estos casos el diagnóstico genético prenatal se pervierte y por tanto es éticamente inadmisible. Si se reconoce la intención de abortar, en caso de diagnosticar la posible existencia de un gen defectuoso, el análisis genético no es admisible porque sería una indicación confirmatoria para una decisión tomada de antemano. Existen diferentes argumentos que tratan de justificar la interrupción del embarazo por motivos eugenésicos. Tal es el caso de la tesis que sostiene que el nacimiento de niños minusválidos sería irresponsable. Otras afirmaciones sostienen que los niños con taras no se incluyen dentro de los niños deseados. Todas estas justificaciones y otras similares son inaceptables ya que ignoran totalmente el respeto a la dignidad de cada ser humano.
Cabe señalar que la mayoría de los estudios de diagnóstico prenatal se realizan con el fin de decidir sobre la continuidad o no del embarazo. Por esto se utilizan técnicas que tienen que actuar antes de que acabe el período de «aborto legal», que es justo el período de mayor riesgo para el embrión. Por lo que, además de la ilicitud que lleva implícita esta actuación, se añade el hecho del posible peligro que suponen estas técnicas para el correcto desarrollo del embrión.
La Declaración Universal sobre el Genoma y Derechos Humanos, en el artículo 10 dice que: «Ninguna investigación relativa al genoma humano ni sus aplicaciones, en particular en las esferas de la biología, la genética y la medicina, podrán prevalecer sobre el respeto de los derechos humanos, de las libertades fundamentales y de la dignidad humana de los individuos o, si procede, de los grupos humanos«. Con esto se ratifica la ilicitud de las actuaciones eugenésicas.
En las personas adultas los análisis del genoma también se usan para el diagnóstico de enfermedades que se desarrollan a edades avanzadas como cánceres o Corea de Huntington, permitiendo determinar el riesgo de esa persona a padecerlas. Con esto se puede intervenir terapéuticamente a tiempo (en los casos que sea factible). Pero éste no es el único fin de estos estudios. Últimamente se están usando mucho como método de discriminación, hecho que aparte de ilegal, moralmente es inaceptable.
Últimamente, muchas compañías de seguros están haciendo análisis genómicos de los peticionarios de seguros de vida. Con este fin buscan el mayor beneficio al discriminar (excluyéndolos o con tasas abusivas), a los que parece que tienen alguna mayor predisposición a enfermedades graves o a muertes prematuras, según los conocimientos hasta el momento. Una vez más se vuelve a atentar contra la igualdad humana.
A este respecto, la Declaración Universal sobre el Genoma y los Derechos Humanos dice que: «Nadie podrá ser objeto de discriminaciones fundadas en sus características genéticas, cuyo objeto o efecto sería atentar contra sus derechos y libertades fundamentales y el reconocimiento de su dignidad» (art. 6). Además, el Convenio para la protección de los Derechos Humanos y la dignidad del ser humano con respecto a las aplicaciones de la Biología y la Medicina, en el artículo 11 indica que se prohíbe toda forma de discriminación de una persona a causa de su patrimonio genético.
Aparte de esto, se plantean dilemas sobre si una persona debiera conocer o no que va a tener una enfermedad, sobre todo si es grave, por las posibles trastornos psíquicos que esto pudiera originar.
Actuaciones sobre células diferenciadas
«Únicamente podrá efectuarse una intervención que tenga por objeto modificar el genoma humano por razones preventivas, diagnósticas o terapéuticas y sólo cuando no tenga por finalidad la introducción de una modificación en el genoma de la descendencia» (Convenio para la protección de los Derechos Humanos y la dignidad del ser humano con respecto a las aplicaciones de la Biología y la Medicina, artículo 13).
En este capítulo se incluyen todas las actuaciones de la terapia génica. Aquí se trata de la curación de defectos genéticos bien delimitados. La ingeniería genética ofrece a este nivel, esperanzas fundadas de que en un futuro próximo se puedan tratar con éxito algunas enfermedades específicas.
Antes de poder aplicar estas operaciones terapéuticas en las células somáticas del hombre, deben cumplirse los siguientes requisitos:
- La fase experimental llevada a cabo en animales, debe haber demostrado que el nuevo gen está capacitado para llegar específicamente a la célula enferma y desarrollar allí su función.
- El nuevo gen implantado en el organismo receptor no debe exprimir o producir su producto descontroladamente.
- El nuevo gen no debe perjudicar al organismo receptor.
Dado que todas las actuaciones de la terapia génica tienen un claro fin terapéutico, a priori son moralmente lícitas. Esta licitud desaparece cuando se usan los hombres a modo de «conejillos de indias», desapareciendo el fin terapéutico. Estos casos, aparte de ser éticamente ilícitos están gravemente penados por las legislaciones.
La recombinación genética puede significar además, la modificación de la información hereditaria de un organismo por cambio de sus genes por otros sintéticos, con manipulación directa de los mismos. La posible corrección de anomalías hereditarias justifica, par algunos, el desarrollo de estos procedimientos.
A pesar de las favorables perspectivas que las investigaciones genéticas abren en distintos campos, cabe también la proliferación de nuevos microorganismos con características peculiares y los consecuentes peligros para la especie humana. Entre ellos figuran la introducción de genes productores de neoplasias malignas, con secuela del aumento de incidencia; y en adición es previsible la formación de microorganismos de una virulencia extraordinaria y resistentes a la terapéutica usual conocida. Es por esto que todas estas actuaciones deben tener un férreo control científico, ético y legal.
Diferente tratamiento merecen los estudios de células humanas aisladas. En este caso los efectos no afectan de ningún modo a la persona humana. Todos los estudios sobre estas células en cultivo son éticamente lícitos, salvo que sus usos a posteriori lo ilegitimen (creación de nuevas enfermedades en personas,…).
La terapia génica en células somáticas ha sido estudiada por las mayores entidades religiosas, gubernamentales y los organismos de moral pública, incluyendo la Iglesia Católica, el Consejo Mundial de Iglesias, la Comisión Presidencial de EE.UU. para el Estudio de Problemas Éticos en Medicina e Investigación Biomédica y la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa. Todos concluyen que el concepto es éticamente aceptable. Aunque en la práctica todavía existen riesgos asociados, ya que los virus son usados generalmente como vectores.
Actuación sobre células embrionarias/germinales
La terapia de genes en células embrionarias da origen a situaciones éticas sumamente conflictivas. Aquí se trata de una actuación sobre el óvulo fecundado pero todavía con la capacidad de producir células omnipotentes. En general, esta posible intervención no es aceptada por ningún científico. Aquí entramos en el terreno experimental en donde la manipulación genética es total. Las consecuencias son imprevisibles y el abuso se halla programado en su inicio por lo que una discusión sobre la responsabilidad de una terapia en células embrionarias, carece de sentido.
Ahora bien, como en cualquier acción médica sobre un paciente, son lícitas la intervenciones terapéuticas sobre el embrión humano, que no lo expongan a riesgos desproporcionados, que tengan como fin su curación, la mejora de sus condiciones de salud o su supervivencia individual.
El Convenio relativo a los Derechos Humanos y la Biomedicina dice en su artículo 13: «Únicamente podrá efectuarse una intervención que tenga por finalidad modificar el genoma humano por razones preventivas, diagnósticas o terapéuticas y sólo cuando no tenga por finalidad la introducción de una modificación en el genoma de la descendencia.»
La comisión Benda en la antigua RFA menciona que contra la terapia génica con células embrionarias se establecen graves objeciones éticas: «Aquí falta la garantía de que con esta intervención se eliminen exclusivamente defectos genéticos graves. El límite existente entre la terapia y las medidas eugenésicas es difícil de establecer. Cualquier divergencia de la norma, que en último término se establecería arbitrariamente, no podría utilizarse como fundamento para definir el concepto de enfermedad. La singularidad individual así como la imperfección humana vienen dadas por su misma naturaleza. En caso de querer medir al hombre de acuerdo a una norma imaginaria para manipularlo genéticamente hacia esa norma se actuaría contra la ley fundamental sobre el hombre y se dañaría profundamente su dignidad».
Actualmente deben resaltarse fundamentalmente dos peligros que pueden entrañar estas intervenciones:
- Abuso en los pasos preliminares. Los experimentos con embriones humanos deben rechazarse totalmente desde el punto de vista ético.
- El objetivo. La lucha contra la enfermedad no viene garantizada automáticamente. Por consiguiente se trata aquí más bien de una manipulación genética que incide sobre las fuentes de la vida, y no de una terapia genética.
La investigación en el terreno concreto de la experimentación embrionaria lleva implícita la instrumentación de la persona humana. Con el planteamiento básico, impresentable a ojos vista, de que el hombre es sólo la mera suma de sus factores hereditarios.
En general, todas las actuaciones sobre células embrionarias/germinales son ilegales y éticamente ilícitas. Esta calificación moral tiene una amplia justificación. Para empezar, el modo de obtener estas células no es lícito, pues supone una agresión contra la dignidad de la persona y en concreto contra su sexualidad. En segundo lugar, desestima el fin de la procreación humana desvirtuándolo. Además, es una clara actuación eugenésica, con desprecio y discriminación hacia la persona humana debida a su genoma. Los efectos sobre la persona y sobre la descendencia de esa persona son desconocidos. Los embriones humanos no pueden ser tratados como objetos de investigación. Todo ello puede llegar a significar la completa negación de cualquier texto básico que garantice una sociedad democrática.
Las actuaciones sobre células embrionarias y germinales son muy variadas. Existe por un lugar, la fecundación in vitro con diagnóstico de pre-implantación. Esta técnica se usa con parejas que tienen riesgo de transmitir una enfermedad genética grave a la descendencia. En estos casos se realiza una fecundación in vitro y se deja dividir. En el período de 8 células se coge una y se estudia si ha heredado el carácter patogénico. En caso afirmativo se desecha la mórula y se procede a otra fecundación, en caso negativo se implanta en el útero de la mujer. Esta técnica es éticamente ilícita, aunque legalmente está permitida.
Otra técnica consiste en añadir a la mórula de 4 u 8 blastómeras una célula totipotencial que sea genéticamente correcta y capaz de corregir la alteración que padece el embrión, creando una quimera. También es técnicamente posible introducir vectores con genes en las blastómeras, pero es muy arriesgado. Esta técnica es posible utilizarla con la células germinales. Se diferencia de la terapia génica sobre células diferenciadas en que en estos casos todos los cambios pueden ser transmitidos a la descendencia.
También es posible actuar sobre las células germinales eligiendo el sexo del futuro hijo. Existe una clínica en Holanda que por unas 200.000 ptas ofrece elegir el sexo de los hijos con una probabilidad de éxito del 90%. Ciertos investigadores justifican la licitud de esta técnica como el modo de preservar a la descendencia de enfermedades vinculadas a un sexo (hemofilia, …). Otros añaden que una persona tiene el derecho de elegir como va a ser su próximo hijo como si eligiera el coche que se va a comprar. Estas actuaciones aparte de éticamente ilícitas son ilegales en ciertos países. El Convenio relativo a los Derechos Humanos y a la Biomedicina prohíbe este segundo supuesto pero no el primero.
Una posible actuación sobre los embriones consiste en la hibridación con otras especies animales. Pese a que está totalmente prohibida la implantación de embriones humanos para la experimentación, sí es posible realizar experimentos del tipo de mezclar un hombre y un perro e implantarlo en un mono. Estas prácticas están prohibidas pero aún no hay legislación que las penalicen.
Actualmente hay una prohibición a nivel mundial de la investigación con embriones humanos. Están surgiendo peticiones de una regulación de las competencias sobre embriones a nivel mundial, argumentando que la línea germinal es algo compartido por todos y que ha surgido por diversificación de un punto común. Según los últimos estudios, todo el genoma de todas las personas deriva de una «Eva mitocondrial» de hace más de 100.000 años.
Clonación
La palabra clon es utilizada en muchos contextos diferentes dentro de la investigación biológica, pero en su sentido más simple y estricto, se refiere a una precisa copia de una molécula, célula, planta, animal o ser humano. Clonar se refiere también a establecer tecnologías que han sido parte de la agricultura durante mucho tiempo y actualmente forma una parte importante de las bases de la investigación biológica.
En realidad, copias genéticamente idénticas de todo un organismo son comunes en el mundo vegetal y muchas especies vegetales valiosas se mantienen y pueden ser propagadas gracias a la clonación. Conforme avanza la complejidad de los seres vivos es menos probable que puedan ser clonados. En los animales vertebrados la clonación es un fenómeno muy limitado de manera natural, sólo aparece en los gemelos unizigóticos.
A nivel molecular y celular, la clonación de células animales y humanas es factible desde hace mucho tiempo. La justificación científica para este tipo de clonación es que proporciona grandes cantidades de células idénticas o genes para el estudio, ya que cada célula o molécula es idéntica a las demás.
El tercer tipo de clonación se propone reproducir de manera artificial animales genéticamente iguales. La clonación de animales superiores puede ser dividida en dos procesos distintos: separación de blastómeras y el transplante nuclear. La separación de blastómeras es lo que ocurre de manera natural en la formación de los gemelos unizigóticos. El transplante de núcleos es el método que han seguido para clonar a la oveja «Dolly».
La publicación del trabajo de la clonación de «Dolly», ha supuesto un gran avance para la ciencia, al poder controlar desde el principio todo el proceso de reproducción de un mamífero. Esto abre muchas puertas para el futuro de la biología animal y para la medicina desde un punto de vista meramente científico. Pero a pesar de este éxito, aún quedan muchas dudas científicas:
- ¿Puede ser usado este método en otras especies?
- ¿Afectará el imprinting génico a la técnica de transplante nuclear?
- ¿Qué edad tiene el ser que hemos creado?
- ¿Se acumulan las mutaciones en el nuevo ser?
Pero, a pesar de todo, se ha producido un gran revuelo en el público general, debido a las amplias posibilidades teóricas que plantean estas técnicas. Se podrían perpetuar a las personas, podríamos tener de nuevo a Einstein o a Newton, tendríamos mano de obra barata, la especie humana podría reducirse a los prototipos de hombre y mujer ideales, …
En los animales, la investigación de la clonación por transferencia nuclear, podría proporcionar información que sería útil en biotecnología, medicina y ciencia básica. Algunas de los éxitos inmediatos en estas investigaciones serían:
- Generar grupos genéticamente iguales de animales para la investigación.
- Propagar grupos de animales más beneficiosos para fines específicos.
- Mejorar la eficacia de la generación y propagación de animales transgénicos.
- Producir determinadas alteraciones genéticas en determinados animales
- Perseguir conocimientos básicos sobre la diferenciación celular.
Entre las posibles ventajas surgidas de la clonación se citan las siguientes: un mejor conocimiento del desarrollo embrionario; comprender las diferencias de las células; avanzar en la investigación sobre el cáncer. Son admisibles igualmente, beneficios económicos si se logran reproducir, en condiciones aceptables, animales productores de alimentos que consuman poco y produzcan mucho. Mediante la clonación cabe crear series ilimitadas de personas a partir de un modelo. Si la clonación se lleva a cabo, las próximas etapas podrían ser la partenogénesis —es decir, el desarrollo de un huevo no fertilizado— y la fusión de dos embriones para poder formar un ser humano con cuatro derivaciones biológicas en lugar de dos.
Los abusos en este terreno tienden a ser desmesurados, más aún si se llegan a romper las barreras naturales entre la especie humana y la animal. Como es presumible que tales formas de reproducción tengan ciertas implicaciones en el porvenir del ser humano, es recomendable a todas luces la prevención. No conviene olvidar que la presión social, en tantas ocasiones, convierte en usuales prácticas a priori inaceptables. Es obligado reconocer, que, en nuestros días, muchas de las connotaciones repulsivas de la manipulación genética en el hombre son prácticamente inexistentes: y numerosos los que no sólo las aceptan, sino que las contemplan como algo natural y habitual.
La respuesta inicial del público a estas noticias fue de interés. En algunos casos, estos intereses fueron amplificados hacia hechos ficticios y erróneos de cómo esta técnica podría en un futuro reformar nuestra sociedad. Las fuentes de estas ideas son complejas pero generalmente se asientan en el hecho de que esta técnica permitiría una reproducción asexual del hombre, permitiría un número ilimitado de descendencia genéticamente idéntica y nos daría un control completo sobre el perfil genético de nuestra descendencia.
Los problemas éticos que plantean estas técnicas afectan fundamentalmente a la dignidad humana. Estas técnicas plantean una serie de preguntas sobre qué significa «ser humano», sobre las relaciones familiares y entre generaciones, el concepto de individualidad y el tratamiento de los niños como objetos.
Desde un punto de vista ético, la clonación humana es éticamente ilícita, debido a que supone un grave intervencionismo sobre la reproducción humana y es un grave atentado sobre la dignidad de las personas. Con la clonación humana tendríamos hijos a la carta. Además, según el estado actual de las investigaciones, esta técnica es muy arriesgada. Si con una oveja sólo ha «funcionado» una de 277, con los hombres significaría destruir cientos vidas. Aparte de que los medios para realizar la clonación son éticamente ilícitos.
Hay quien argumenta que se comete un grave error al calificar de ilícita la clonación. Dicen que nunca se podría conseguir una persona igual a otra, debido a que las personas humanas no son sólo el producto de sus genes. Esto es cierto, pero siguen olvidando que se atenta contra la dignidad humana. Aparte se plantean los posibles problemas psicológicos que tendría una persona que sabe que no es «natural», sino que es una copia de otra. Otros opinan que todo esto es una marcha atrás para la ciencia, pero son tan graves las implicaciones éticas que plantean que se justifica de sobra.
Los mayores críticos a la prohibición de la clonación parten de que se han creado conceptos éticos a partir de hechos de ciencia ficción. Consideran que todas las llamadas a la prohibición de la clonación parten de la ignorancia. Las oposiciones aparecerían porque se estarían sobreestimando los riesgos y desestimando los beneficios. Las posibles problemas que se plantean no serían más que razones vagas y especulativas, y que en el caso de que fueran ciertos serían muy difíciles de estimar.
Desde un punto de vista legal, la mayoría de los países están prohibiendo todo tipo de intento de clonación humana o están en vías de hacerlo. La C.E. ya ha prohibido la clonación humana, mientras que en EE.UU. sólo están prohibidas los fondos para la clonación. Actualmente, están a punto de penalizar la clonación. Para ello, el presidente Clinton solicitó un informe a la NBAC (National Advisory Bioethics Commission) sobre las implicaciones éticas de la clonación, en el que se concluye que es necesario más tiempo para pensar, pero que debido a los peligros que plantea debería ser prohibida temporalmente, hasta que se pueda tener una respuesta definitiva.
Hace poco ha vuelto a saltar la polémica en EE.UU. con el anuncio de Richard Seed de que iba a clonar seres humanos a toda costa para parejas estériles. El anuncio de este investigador ha acelerado los procesos de prohibición. Este investigador parte de que hay que usar los beneficios de la ciencia y que la clonación supone un medio con el que el hombre se acerca a Dios, haciéndose casi Él.
La C.E. en su informe ético sobre la clonación dice que: «…el uso de las células embrionarias humanas como donantes de núcleos, para producir deliberadamente seres humanos genéticamente idénticos suscita graves cuestiones éticas, relativas a la responsabilidad humana y la instrumentalización de los seres humanos. (…) Si se empleasen células adultas como donantes nucleares, desconocemos aún los eventuales riesgos. Asuntos como la responsabilidad humana y la instrumentalización de los seres humanos se tornan más agudos, desde el punto de vista ético, en este contexto. (…) Debe prohibirse cualquier intento de producir un individuo genéticamente idéntico por la sustitución nuclear a partir de la célula un adulto humano o de un niño. Las objeciones éticas contra la clonación también rechazan cualquier intento de hacer embriones genéticamente idénticos para su uso clínico en la reproducción asistida, bien sea por bipartición embrionaria o por transferencia del núcleo de un embrión existente, aún cuando resulte comprensible«.
El protocolo al convenio de Derechos humanos y Biomedicina, sobre prohibición de clonar seres humanos del Comité de Ministros de la C.E., indica en su artículo 1: «Se prohíbe cualquier intervención que tenga por objeto crear un ser humano genéticamente idéntico a otro ya sea vivo o muerto. A los efectos de este artículo, la expresión ser humano idéntico «genéticamente idéntico» a otro ser humano significa compartir con otro la misma carga nuclear genética«.
La ingeniería genética, por su gran variedad y por su múltiples aplicaciones no puede ser considerada como un todo, sino que debe se calificada por partes. Los fines terapéuticos de estas técnicas son muy positivos, pero el fin nunca justifica los medios. En cuanto al estudio del genoma y a la terapia génica sobre células somáticas diferenciadas, la calificación ética es que son lícitas porque sirven para mejorar la situación de la persona humana y no afectan a su integridad. En cuanto a la actuación sobre embriones y sus células es necesario tener en cuenta todas las consecuencias a la hora de emitir un juicio ético, además hay que considerar si se atenta o no contra la dignidad de la persona. En cuanto a la clonación, hay que decir que es bajo todos los puntos de vista inaceptable, por todo lo que implica, al ser un grave atentado contra la dignidad humana.
LA EUTANASIA
VI. La Iglesia ante la eutanasia
90. La cuestión de la eutanasia ¿es un problema religioso o moral?
Además de un problema médico, político o social, la eutanasia es un grave problema moral para cualquiera, sea o no creyente.
Quienes creemos en un Dios personal que no sólo ha creado al hombre sino que ama a cada hombre o mujer en particular y le espera para un destino eterno de felicidad y, en especial, los católicos, tenemos un motivo más que los que pueda tener cualquier otra persona para rechazar la eutanasia, pues los que así pensamos estamos convencidos de que la eutanasia implica matar a un ser querido por Dios que vela por su vida y su muerte. La eutanasia es así un grave pecado que atenta contra el hombre y, por tanto, contra Dios, que ama al hombre y es ofendido por todo lo que ofende al ser humano; razón por la que Dios en su día pronunció el “no matarás” como exigencia para todo el que quiera estar de acuerdo con Él.
Para los católicos, la eutanasia, como cualquier otra forma de homicidio, no sólo es un ataque injustificable contra la dignidad humana, sino también un gravísimo pecado contra un hijo de Dios.
Oponerse a la eutanasia no es postura exclusiva de quienes creen en Dios, pero para éstos es algo natural y no renunciaba: para ellos la vida es don gratuito de Dios y nadie está legitimado para acabar con la vida de un inocente.
91. Sin embargo, la Iglesia no condena en toda circunstancia la guerra y la pena de muerte. ¿No es contradictorio esto con su postura sobre la eutanasia?
No es contradictorio por cuanto la guerra y la pena de muerte pueden ser expresión del derecho a la legitima defensa contra la agresión injusta, que la Iglesia siempre ha reconocido a las personas y las sociedades y que, por otra parte, es admitida por todos los ordenamientos jurídicos contemporáneos como por las declaraciones internacionales sobre derechos humanos. La eutanasia, por el contrario, jamás puede ser entendida como legitima defensa aunque materialmente su efecto sea el mismo que el de la guerra o la pena de muerte.
Uno de los requisitos para considerar admisible la legítima defensa es el de la proporcionalidad entre el ataque que se recibe y el daño que se causa al agresor. Hoy día se extiende el convencimiento entre muchos moralistas -y ello ha sido reflejado en algunos textos del episcopado mundial- de que los medios de destrucción masiva existentes hacen desproporcionado cualquier guerra en la que se usen estos medios. Asimismo se extiende la opinión de que la ineficacia acreditada de la pena de muerte como elemento disuasorio, la convierte también en desproporcionado para justificarla moralmente como legítima defensa social. Por tanto, en la medida en que medios distintos de la pena de muerte y la guerra sean suficientes para defender las vidas humanas contra el agresor y para proteger la paz pública, estos recursos no sangrientos deben preferirse por ser más proporcionados y más conformes al fin perseguido y a la dignidad humana.
De ahí que varias Conferencias Episcopales hayan tomado postura oficialmente a favor de la abolición de la pena de muerte y en contra del carácter justo de cualquier guerra no puramente defensiva, postura que este documento comparte, pues, si se debe defender la vida, este principio es indivisible, y debe ser de aplicación en todos los casos.
92. ¿Por qué la Iglesia condena el suicidio y la eutanasia y, en cambio, exalta el martirio?
La vida humana en su dimensión corporal participa ciertamente, según se ha dicho antes, de la dignidad de la persona y, por lo mismo, no se puede atentar contra ella por ningún motivo.
La Iglesia condena por ello el suicidio y el homicidio. en sus diversas formas y cualesquiera que sean los motivos que se invoquen para cometerlos. Tan condenable es la eutanasia en cuanto una forma de homicidio por motivo de piedad y compasión, como el atentado contra la propia vida por un motivo religioso, que sería en ese caso, desde luego, un suicidio.
Pero es evidente que el mártir no es un suicida que atenta contra su vida por un motivo religioso. El mártir no se quita la vida: se la quitan. No realiza un suicidio, sino que es víctima de un homicidio. No quebranta, pues, en absoluto, el principio de la inviolabilidad de la vida humana como bien fundamental de la persona.
Ahora bien: la vida humana en su dimensión corporal participa de la dignidad de la persona, pero no se identifica con esta dignidad. La persona humana es cuerpo, pero es también más que cuerpo. Forman parte, por ello, de la dignidad de la persona otros valores más altos que el de su vida física, y por los que el hombre puede entregar su vida, gastarla y hasta acortarla mientras no atente directamente contra ella. La vida humana, siendo un valor fundamental de la persona, no es el valor absoluto y supremo.
La Iglesia, que condena el suicidio y el homicidio por atentar contra un bien fundamental e inviolable de la persona, exalta el martirio por cuanto es una entrega que el mártir hace de su vida física en aras de unos valores superiores a ella, como son su fidelidad y amor a Dios, dando con ello testimonio heroico de vida coherente con las más altas exigencias de la dignidad de la persona humana lejos de atentar contra esta dignidad hace una máxima afirmación de ella.
Que la entrega de la vida sea una muestra de la dignidad de la persona humana es, por otra parte, fácil de advertir. La experiencia cotidiana nos brinda ejemplos de vidas que se entregan, se gastan en cada momento en el ejercicio de las responsabilidades familiares, profesionales o sociales. La madre que quebranta su salud pasando noches enteras junto al lecho de su marido o su hijo; el bombero que arriesga su vida por sofocar un incendio; el empresario o el sindicalista que sufren enfermedades derivadas de la tensión por mantener unos puestos de trabajo; el socorrista que se pone en trance de morir ahogado… Todos éstos son ejemplos, entre otros muchos, de formas de gastar, de acortar y de arriesgar la propia vida en aras de valores solidarios. Cuando el valor que se pone en juego es un valor supremo, el ofrendar supremamente la vida es una actitud coherente y admirable, y es evidente que nada de eso tiene que ver con la eutanasia.
Es en esta lógica de la entrega, de la donación de la vida, donde se enmarca el martirio, y por lo que merece ser exaltado.
93. ¿Puede decirse, entonces, que la vida humana no es para la Iglesia un valor absoluto?
La vida humana no es para la Iglesia un valor absoluto al que todos los demás se deban subordinar; lo que es un valor absoluto para la Iglesia es la dignidad de la persona humana, que está hecha a imagen y semejanza de Dios. Por eso el martirio o el arriesgar la propia vida por salvar a otros no sólo no son pecado, sino que pueden ser algo valioso e incluso moralmente obligatorio.
Así, la Iglesia ha elevado a los altares a una persona como Maximiliano Kolbe, que realizó, por motivos sobrenaturales, un acto de suprema generosidad entregando su vida para salvar la de otra persona.
No existe, en consecuencia, contradicción alguna entre el estricto criterio de rechazo a la eutanasia por parte de la Iglesia y el que para ella existan valores superiores a la vida humana: matar a un ser humano inocente es gravísimo pecado; que un ser humano asuma morir por hacer el bien que debe o antes que verse obligado a hacer el mal, es virtuosa actitud.
94. ¿Se puede resumir en pocas palabras cuál es la doctrina de la Iglesia sobre la eutanasia?
La doctrina de la Iglesia sobre la eutanasia es la que ha quedado expuesta en este documento, pero podemos resumirla ahora en forma de decálogo:
1. Jamás es lícito matar a un paciente, ni siquiera para no verle sufrir o no hacerle sufrir, aunque él lo pidiera expresamente. Ni el paciente, ni los médicos, ni el personal sanitario, ni los familiares tienen la facultad de decidir o provocar la muerte de una persona.
2. No es lícita la acción que por su naturaleza provoca directa o intencionalmente la muerte del paciente.
3. No es lícito omitir una prestación debida a un paciente, sin la cual va irremisiblemente a la muerte; por ejemplo, los cuidados vitales (alimentación por tubo y remedios terapéuticos normales) debidas a todo paciente, aunque sufra un mal incurable o esté en fase terminal o aun en coma irreversible.
4. Es ilícito rehusar o renunciar a cuidados y tratamientos posibles y disponibles, cuando se sabe que resultan eficaces, aunque sea sólo parcialmente. En concreto, no se ha de omitir el tratamiento a enfermos en coma si existe alguna posibilidad de recuperación, aunque se puede interrumpir cuando se haya constatado su total ineficacia. En todo caso, siempre se han de mantener las medidas de sostenimiento.
5. No existe la obligación de someter al paciente terminal a nuevas operaciones quirúrgicas, cuando no se tiene la fundada esperanza de hacerle más llevadera su vida.
6. Es lícito suministrar narcóticos y analgésicos que alivien el dolor, aunque atenúen la consciencia y provoquen de modo secundario un acortamiento de la vida del paciente. Siempre que el fin de la acción sea calmar el dolor y no provocar subrepticiamente un acortamiento sustancial de la vida; en este caso, la moralidad de la acción depende de la intención con que se haga y de que exista una debida proporción entre lo que se logra (la disminución del dolor) y el efecto negativo para la salud.
7. Es lícito dejar de aplicar tratamientos desproporcionados a un paciente en coma irreversible cuando haya perdido toda actividad cerebral. Pero no lo es cuando el cerebro del paciente conserva ciertas funciones vitales, si esa omisión provocase la muerte inmediata.
8. Las personas minusválidas o con malformaciones tienen los mismos derechos que las demás personas, concretamente en lo que se refiere a la recepción de tratamientos terapéuticos. En la fase prenatal y postnatal se les han de proporcionar las mismas curas que a los fetos y niños sin ninguna minusvalía.
9. El Estado no puede atribuirse el derecho a legalizar la eutanasia, pues la vida del inocente es un bien que supera el poder de disposición tanto del individuo como del Estado.
10. La eutanasia es un crimen contra la vida humana y contra la ley divina, del que se hacen corresponsables todos los que intervienen en la decisión y ejecución del acto homicida.
95. En las situaciones ¿No se plantean al médico, la enfermera o los familiares creyentes, unos problemas morales muy difíciles de resolver?
Pueden plantearse tales problemas y pueden ser de difícil resolución, como sucede por otra parte en otros muchos ámbitos de la vida (¿cuál es el salario justo?, ¿cuál la actitud respecto a un hijo, un marido o una esposa delincuente?, ¿qué impuestos son justos? etc.), pero se puede llegar a una solución justa si se tienen claros los principios morales, los bienes que hay que respetar y los males que hay que evitar. En el caso del enfermo terminal, habrá que acudir al contraste de opiniones con otros expertos en Medicina y en Moral, y habrá que reflexionar con cuidado y lealtad sincera hacia el otro y sus derechos, antes de tomar una decisión.
Si a pesar de todo permanece la duda, la actitud moralmente prudente será la de abstenerse de correr el riesgo de hacer algo inmoral, viejo principio de gran eficacia.
96. ¿Y no es demasiado ambiguo el dejar al puro criterio del médico, o del estado de la ciencia en un momento concreto, la determinación de lo que son medios proporcionados o no para mantener la vida?
No, no es ambiguo: es profundamente humano y realista. Pretender hacer un elenco casuístico de todos los casos posibles es inútil, porque tal relación es imposible. La moral (como, por otra parte, el Derecho, tanto eclesiástico como civil) define los principios del recto obrar, identifica los bienes que han de ser respetados y pone de manifiesto los males que han de ser evitados. Después es el sujeto del acto moral, el hombre con capacidad de conocer y querer, el que debe decidir -según su conciencia, previamente formada- ante la situación concreta. Es esa -la decisión- la responsabilidad de cada ser humano y debe ser asumida pensando en Dios, porque Él es el que al final juzga.
Esto es así no sólo respecto a la eutanasia, sino en mil ámbitos más: el trabajador que se plantea ir a la huelga, el empresario que fija salarios y condiciones de trabajo, el legislador o el político que adopta decisiones que afectan a millones de ciudadanos, el vendedor que pone precio a sus productos, el juez que dicta sentencia, el padre o la madre que se ven ante un hijo problemático, son personas que tienen la obligación moral de adoptar decisiones justas, y para ello no disponen de ninguna lista de casos que lo abarque todo, sino que deben basarse en los principios morales que la Iglesia enseña, y también en las circunstancias diversas cambiantes, a veces fugaces y otras difíciles de aprender de la realidad sobre la que su decisión va a incidir.
La doctrina es clara y segura; las circunstancias pueden no ser conocidas con total certeza, y la decisión -el acto moralmente relevante- siempre será un acto del hombre enfrentado a la situación conflictiva. Esta es la grandeza y la servidumbre de la libertad que caracteriza al hombre.
97. ¿Cuál es la doctrina de la Iglesia sobre el dolor y la muerte?
Para quienes tienen fe, el interrogante que sobre el mal se hacen todos los hombres es más acuciante, pues la fe nos hace tener presente a un Dios todopoderoso que ama a cada hombre. Pues bien, el conocimiento de que, en la realidad, la providencia amorosa de Dios respecto a cada hombre es compatible con la existencia del dolor y el sufrimiento, nos indica que el dolor -aunque no podamos explicarlo- tiene un sentido.
Cuando a Cristo se le preguntó por alguna de las facetas del dolor, fue parco en palabras: prácticamente sólo explicó que no se trataba de un castigo divino (cfr. curación del ciego de nacimiento; Jn. 9,2-4). Pero Jesús hizo algo mejor que pronunciar palabras sobre el dolor: sufrió el dolor total en la Cruz convirtiendo ese dolor y esa muerte, por la Resurrección, en la Buena Nueva, dándole el máximo sentido: ese dolor atroz hasta la muerte es el máximo bien de la Humanidad y dio sentido al hombre, a la historia y al universo.
Quizá nosotros lo más que podarnos hacer sea imitar a Cristo: decir pocas palabras sobre el dolor, pero vivir la experiencia de encontrarle sentido convirtiéndolo, con la esperanza en la resurrección y la vida eterna, en fuente de amor y de superación de uno mismo, para unirnos en espíritu con el sufrimiento de Cristo, que prometió la bienaventuranza a los que sufren: a los pobres, los que lloran, los que tienen hambre y sed, los perseguidos.
Cristo no teorizó sobre el dolor: amó y consoló a los que sufren y Él mismo sufrió hasta la muerte, y muerte de cruz. La Iglesia no elabora teorías sobre el dolor, pero quiere aportar a la Humanidad una vocación de donación preferente hacia los que sufren, y también la experiencia del sentido del dolor que Cristo nos dio con su muerte, y que tantos millones de cristianos intentan revivir todos los días desde hace veinte siglos.
98. ¿Cuál debe ser la actitud de un cristiano ante la eutanasia y, en general, ante el sufrimiento y la muerte propios o ajenos?
Todos los cristianos podemos y debemos coadyuvar con nuestras palabras, nuestros actos y nuestras actitudes y recrear en el entramado de la vida cotidiana una cultura de la vida que haga inadmisible la eutanasia. En particular, y a título meramente de ejemplo, todos podemos ayudar a esa inmensa tarea:
– aceptando el dolor y la muerte, cuando nos afecte personalmente, con la visión sobrenatural propia de un católico que sabe que puede unirse a Cristo en su sufrimiento redentor y que, tras la muerte, nos espera el abrazo de Dios Padre;
– ejercitando según nuestros medios, posibilidades y circunstancias, un activo apoyo al que sufre: desde una sonrisa hasta la dedicación de tiempo y dinero mil cosas podemos hacer para aliviar el dolor ajeno y ayudar al que lo padece a sacar amor y alegría honda de su dolor, y no odio y tristeza;
– rezando por los que sufren, por quienes los atienden, por los profesionales de la salud, por los políticos y legisladores en cuyas manos está legislar a favor de la eutanasia o a favor de la dignidad del que sufre. La oración es el alma más poderosa y eficaz con que contamos los cristianos;
– facilitando el surgimiento de vocaciones a las instituciones de la Iglesia que por su carisma fundacional están específicamente dedicadas a atender a la humanidad doliente y que constituyen hoy -como hace siglos- una maravillosa expresión del amor y el compromiso práctico de la Iglesia con los que sufren;
– acogiendo con amor sobrenatural, afecto humano y naturalidad en el seno de la familia a los miembros dolientes, deficientes, enfermos o moribundos aunque eso suponga sacrificio;
– estando presentes en los medios de comunicación social y demás foros de influencia en la opinión pública para hacer patentes nuestras convicciones sobre el dolor y la muerte y nuestras alternativas a la eutanasia homicida: cartas al director, llamadas telefónicas, estudios médicos, conferencias, etc.;
– votando, en los procesos electorales de nuestro país, con atención responsable hacia la actitud de cada partido político ante cuestiones como la familia, la sanidad, la política respecto a los minusválidos y la tercera edad, la eutanasia, etc.;
– los médicos, enfermeras y demás profesionales sanitarios, promoviendo un tipo de Medicina y de asistencia hospitalaria realmente centradas en el enfermo, en el trato digno al paciente.
En todo caso tenemos a nuestra disposición un sacramento -la unción de los enfermos- específicamente creado por Dios para preparar una buena muerte.
99. ¿Qué es el Sacramento de la Unción de los Enfermos?
Es uno de los siete Sacramentos de la Iglesia destinado a reconfortar a los que están probados por la enfermedad.
Este Sacramento otorga al cristiano un don particular del Espíritu Santo, mediante el cual el hombre recibe una gracia de fortalecimiento, de paz y de valor para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad grave o de fragilidad de la vejez. Esta gracia renueva en el que la recibe su fe y confianza en el Señor, robusteciéndole contra las tentaciones del enemigo y la angustia de la muerte, de tal modo que pueda, no sólo soportar sus males con fortaleza, sino también luchar contra ellos e incluso, conseguir la salud si conviene para su salvación espiritual; asimismo, la unción de los enfermos le concede, si es necesario, el perdón de los pecados y la plenitud de la penitencia cristiana. La Unción es Sacramento de enfermos y sacramento de Vida, expresión ritual de la acción liberadora de Cristo que invita, y al mismo tiempo ayuda al enfermo a participar en ella.
Es aconsejable recibir este Sacramento en enfermedad grave, vejez o peligro, como puede ser el de una operación quirúrgica en que peligra su vida, pudiendo reiterarse aún dentro de la misma enfermedad si ésta se agrava, no debiendo reservarse para cuando el enfermo está ya privado de su consciencia.
Así dice el Concilio: “… no es sólo el Sacramento de quienes se encuentran en los últimos momentos de su vida. Por tanto, el tiempo oportuno para recibirlo comienza cuando el cristiano ya empieza a estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez” (SC 73).
Unido a este Sacramento, el “Viático” o recepción de la Eucaristía que ayude a completar el camino hacia el Señor, (“Viático”, quiere decir “Vianda” para el camino), perfeccionará la esperanza cristiana “asociándose voluntariamente (el enfermo) a la pasión y muerte de Cristo” (L.G. 11).
100. ¿Cuál debe ser la actitud de un cristiano ante la muerte?
Los cristianos deben ver la muerte como el encuentro definitivo con el Señor de la Vida y, por lo tanto, con esperanza tranquila y confiada en Él, aunque nuestra naturaleza se resista a dar ese último paso que no es fin, sino comienzo. La antigua cristiandad denominaba, con todo acierto, al día de la muerte, “dies natalis”, día del nacimiento a la Vida de verdad, y con esa mentalidad deberíamos acercarnos todos a la muerte.
En todo tiempo la piedad cristiana identificó en breves jaculatorias el deseo que a todos los cristianos debe animar respecto a su muerte: que en la última agonía está muy cerca de nosotros la Madre de Dios, como estuvo al pie de la Cruz cuando su Hijo moría.
LA OTRA PANDEMIA: EL GRITO DE AUXILIO SILENCIOSO
Conforme avanzan los meses, aquello que los expertos en salud mental vaticinaban como efecto a largo plazo de la pandemia por coronavirus y el tiempo de confinamiento se está dejando ver cada vez de forma más alarmante. Me refiero a los altos índices de problemas mentales que acarrean, a su vez, consecuencias fatídicas como el suicidio. Esta, ahora, es la nueva pandemia que debemos afrontar y atender lo más rápido posible.
La depresión no es un problema superficial, no basta dar consejos ni consolar a una persona que se sumerge, cada día que pasa, en un mar profundo de angustia y soledad del que le es imposible salir por ella misma, de ahí que es importante generar conciencia social para detectar y prevenir que estos casos desemboquen en la fatídica decisión de terminar con la vida.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año ocurren cerca de un millón de suicidios, lo que representa a nivel mundial un 50% de las muertes violentas en hombres y un 71% en mujeres, siendo la segunda causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años de edad.
En México, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía e Informática (Inegi) hasta 2017 (Último estudio realizado en 2017), la tasa de suicidio es de 5.2 por cada 100 mil habitantes, la quinta causa de muerte en menores de 15 años y en los últimos 37 años ha aumentado en un 976%. Cifras realmente alarmantes.
Los factores de riesgo son muy variados, pero entre ellos destaca el haber sido víctima de abuso y/o acoso sexual, de violencia física o psicológica, la estigmatización de las personas con ideas suicidas o con problemas de salud mental que acuden a servicios médicos a buscar ayuda y la socialización, difusión y sensacionalismo de suicidios de famosos en medios de comunicación o en redes sociales que tienen un efecto de contagio muy grande. Estos factores encuentran su máxima influencia en personas cuya vulnerabilidad se ve exponenciada por la falta de relaciones sólidas, de un sistema de creencias y valores personales o carencia de estrategias de afrontamiento positivas.
El suicidio no es un acto irracional o instantáneo, generalmente conlleva un plan previo donde la persona valoró las opciones frente a su desesperación, por lo que las llamadas de auxilio o los signos de ideación suicida o bien de intento suicida deben ser prontamente atendidos y no minusvalorados, pues en ellos se encuentra la posibilidad de actuar con eficacia en la prevención del suicidio. Los estigmas sociales o prejuicios solo aumentan las posibilidades de cometer el acto, por lo que, más allá de juzgar, de lo que se trata es de acoger.
Como sociedad, tenemos la obligación de velar por los otros, de cuidar al otro y de acompañarlo. Cuidar de la salud también es atender aquellos problemas que aparentemente no son visibles, pero que nos van haciendo menos. No hay lugar para la indiferencia o para la ignorancia. El suicido no es un acto individual con consecuencias igualmente individuales, sino que repercute en los demás y, por ende, es un acto social que debe llevar a preguntarnos como sociedad ¿qué hicimos o no hicimos para que una persona se suicidara?
Estamos ante un problema de dimensiones mundiales, y si partimos de que todos estamos expuestos a padecer depresión y a que esta se convierta, poco a poco, en una ideación suicida que termine en un suicidio, entonces debemos comprometernos a velar por aquellos que, sabemos, se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad.
En esta pandemia los estragos sociales, económicos y sanitarios han aparecido estrepitosamente: las pérdidas de millones de empleos, la modificación drástica de estilos de vida que nos obliga al confinamiento, la reducción del contacto interpersonal, la ansiedad que nos provocan los medios de comunicación que propagan con facilidad el miedo y la desesperanza, la crisis económica que es más profunda de lo que imaginamos, etcétera. Un sin fin de escenarios desoladores pueden exponernos más a un deseo incontenible de ponerle fin a todo.
Es muy importante entender que la persona con depresión puede, incluso, no manifestarlo. Nuestras formas tradicionales de entender esta enfermedad nos llevan a minimizar su impacto o bien a creer que, para ser tal, se tienen que expresar signos claros de tristeza, aislamiento, desgana, llanto, etcétera. La persona con depresión no siempre manifestará estos signos y, menos aún, tendrá control sobre ellos cuando empiecen a surgir. Es como una avalancha en la que de pronto la persona se ve expuesta sin posibilidad de desenterrarse. Por esto no podemos seguir pensando que las personas buscarán ayuda cuando lo necesiten.
La salud mental requiere del esfuerzo de todos como sociedad, estar atentos a factores de riesgo y a condiciones que, en esta crisis mundial, expongan más a algunos por encima de otros. Vigilar y monitorear palabras, gestos, conductas y pensamientos de las personas que sabemos están en mayor riesgo es y debe ser tarea de todos. Una vida humana no puede, nunca, ser despreciada y merece todos los esfuerzos por protegerla y sostenerla.
La salud mental y la prevención del suicidio es un acto de corresponsabilidad entre todos y lo es hoy, más que nunca.
LA EUTANASIA
II. El hombre, ante el dolor y la muerte
12. El dolor y la muerte, ¿forman parte de la vida humana o, por el contrario, son obstáculos para ella?
El dolor y la muerte forman parte de la vida humana desde que nacemos en medio de los dolores de parto de nuestra madre hasta que morimos causando dolor a los que nos quieren y sufriendo por el propio proceso que lleva a la muerte. A lo largo de toda la existencia, el dolor -físico o moral- está presente de forma habitual en todas las biografías humanas: absolutamente nadie es ajeno al dolor. El producido por accidentes físicos -pequeños o grandes- es compañero del hombre en toda su vida; el dolor moral (producto de la incomprensión ajena, la frustración de nuestros deseos, la sensación de impotencia, el trato injusto, etc.) nos acompaña desde la más tierna infancia hasta los umbrales de la muerte.
El dolor -y su aspecto subjetivo, el sufrimiento- forma parte de toda vida humana y de la historia de la humanidad: así lo acreditan la experiencia personal de cada uno de nosotros y la literatura universal, en la que la experiencia del dolor es no sólo motivo de inspiración, sino objeto de reflexión constante.
La muerte es el destino inevitable de todo ser humano, una etapa en la vida de todos los seres vivos que -quiérase o no, guste o no- constituye el horizonte natural del proceso vital. La muerte es la culminación prevista de la vida, aunque incierta en cuanto a cuándo y cómo ha de producirse; y, por lo tanto, forma parte de nosotros porque nos afecta la de quienes nos rodean y porque la actitud que adoptamos ante el hecho de que hemos de morir determina en parte cómo vivimos.
El dolor y la muerte no son obstáculos para la vida, sino dimensiones o fases de ella. Obstáculo para la vida es la actitud de quien se niega a admitir la naturalidad de estos hechos constitutivos de toda vida sobre la tierra, intentando huir de ellos como si fuesen totalmente evitables, hasta el punto de convertir tal huida en valor supremo: esta negación de la propia realidad sí que puede llegar a ser causa de deshumanización y de frustración vital.
13. ¿Debería, entonces, todo hombre renunciar a huir del dolor en general, y del dolor de la agonía en particular?
Todo ser humano huye por instinto del dolor y de cuanto cause sufrimiento, y esta actitud es adecuada a la constitución natural del hombre, que está creado para ser feliz y, por tanto, reacciona con aversión ante lo que atente a su felicidad.
El rechazo de lo doloroso, de lo que causa sufrimiento, es, en consecuencia, natural en el hombre. Y, por ello, este rechazo es justo y no censurable. Sin embargo, convertir la evitación de lo doloroso en el valor supremo que haya de inspirar toda conducta, tratar de huir del dolor a toda costa y a cualquier precio, es una actitud que acaba volviéndose contra los que la mantienen, porque supone negar de raíz una parte de la realidad del hombre, y este error puede llevar fácilmente a cometer injusticias y actos censurables por antihumanos, aunque pueda parecer superficialmente otra cosa.
Estas ideas son especialmente patentes en el caso de la agonía, de los dolores que, eventualmente, pueden preceder a la muerte. Convertir la ausencia del dolor en el criterio preferente y aun exclusivo para reconocer un pretendido carácter digno de la muerte puede llevar a legitimar homicidios -bajo el nombre de eutanasia- y a privar a la persona moribunda del efecto humanizador que el mismo dolor puede tener.
14. ¿Significa eso que el dolor tiene algún valor positivo para una vida humana?
El dolor y el sufrimiento, como cualquier otra dimensión natural de toda vida humana tienen también un valor positivo si nos ayudan a comprender mejor nuestra naturaleza y sus limitaciones, si sabemos integrarlos en nuestro proceso de crecimiento y maduración. Todo hombre se hace a sí mismo durante su vida realizando las posibilidades de plenitud que están en su constitución natural, o rechazando tales posibilidades.
Es experiencia universal que el dolor no puede evitarse totalmente y que puede ser fuente de humanización personal y de solidaridad social. La persona que sufre y acepta su sufrimiento llega a ser más humana, pues comprende y hace suya una dimensión básica de la vida que ayuda a hacer más rica la personalidad. Quien a toda costa pretende huir del dolor, probablemente destruya sus posibilidades de ser feliz, pues es imposible tal fin.
La experiencia de la humanidad es que el dolor, si se admite como una dimensión de la vida contra la que se debe luchar, pero que es inevitable, es escuela que puede ayudar a que existan vidas humanas más plenas.
15. Si la muerte es inevitable, y el dolor es una “escuela de vida”, ¿qué sentido tienen los esfuerzos de la investigación científica para mitigar el dolor y para alejar lo más posible el momento de la muerte?
El dolor es inevitable en toda vida humana, pero todos tenemos la clara idea de que el hombre aspira a la felicidad. Por ello, esforzarse en mitigar el dolor es positivo, pero esta finalidad es absurda, por imposible, si erradicar el dolor se convierte en bien absoluto ante el cual deben subordinarse el resto de los fines nobles del actuar humano. En toda vida humana se dan dimensiones o facetas que no siempre resultan congruentes entre sí en caso de pretender darles valor absoluto a cada una de ellas; todo ser humano tiene derecho a defender sus opiniones, pero si convierte este derecho en valor absoluto, probablemente acabará siendo un dictador para los demás; todo hombre ansía su bienestar, pero si pone esta dimensión de su naturaleza por encima de cualquier otra consideración, será incapaz de cualquier manifestación de generosidad, etc.
Con el dolor pasa lo mismo: luchar por mitigarlo es positivo, y el esfuerzo de la ciencia moderna en tal sentido es encomiable, pero convertir esta lucha y este esfuerzo en valor absoluto es, además de quimérico, injusto, pues obligaba a renunciar a otras dimensiones valiosas de la vida humana.
Algunas ideologías en el último siglo han considerado determinadas dimensiones parciales o relativas del ser humano como valores absolutos y, al hacerlo, han generado clamorosas injusticias: así ha sucedido con quienes han construido su visión del mundo exclusivamente sobre la raza, el color, la clase social, la nación o la ideología. Cualquier filosofía o actitud vital que convierta en absoluta una de las dimensiones o facetas de la pluriforme realidad humana, conduce a planteamientos injustos y antihumanistas, pues el humanismo exige equilibrio y una visión global, integral, del ser humano sobre la tierra.
Esto, que es evidente en las ideologías totalitarias, no aparece con tanta claridad en las actitudes actualmente proclives a ver la salud como bien absoluto y la ausencia de dolor como valor supremo del hombre, pero el fenómeno es el mismo: de estas actitudes dimana la legitimación de acciones contra quienes no responden a ese ideal absoluto de “calidad de vida”: los deficientes, los enfermos, los moribundos, los ancianos, etc.
16. ¿Es natural el miedo a morir?
Es natural tener miedo a morir, pues el hombre en la felicidad, y la muerte se presenta como una ruptura traumática de destino incierto. La explicación bíblica de la muerte como consecuencia del pecado y, por tanto, como elemento ajeno a la naturaleza primigenia del hombre, encaja perfectamente con la psicología personal y colectiva que acredita una resistencia instintiva ante la muerte.
Sin embargo, puede llevar a resultados inhumanos convertir en absoluto este rechazo a la muerte, innato en el hombre: la muerte es un hecho, y un ser humano adulto ha de aceptarla como tal, pues de lo contrario se situaría contra su propia realidad.
17. ¿Es natural el miedo al modo de morir?
Desde luego, es natural sentir miedo a una muerte dolorosa, como es natural tener miedo a una vida sumida en el dolor. Si esta aversión se lleva al extremo, se convierte la huida del dolor en un valor absoluto, ante el cual todos los demás han de ceder. El miedo a un modo de morir doloroso y dramático puede llegar a ser tan intenso que, al anular todos los demás valores, puede conducir a desear la muerte misma como medio de evitar tan penosa situación. Este es, de hecho, el principal estímulo para quienes preconizan la aceptación legal y social de la eutanasia. Pero la experiencia demuestra que cuando un enfermo que sufre pide que lo maten, en realidad está pidiendo casi siempre que le alivien los padecimientos, tanto los físicos como los morales, que a veces superan a aquellos: la soledad, la incomprensión, la falta de afecto y consuelo en el trance supremo. Cuando el enfermo recibe alivio físico y consuelo psicológico y moral, deja de solicitar que acaben con su vida, según la experiencia común.
18. ¿No hay, pues, fronteras definidas que delimiten cuándo es bueno aceptar el dolor y la muerte, y cuándo es bueno tratar de evitarlos?
Es bueno aceptar el hecho cierto e inevitable del dolor, y también es bueno luchar por mitigarlo. Es bueno luchar por vencer a la enfermedad, y no es bueno eliminar seres humanos enfermos para que no sufran. Es bueno luchar en favor de la vida contra la muerte, y no es bueno, porque no es realista, rechazar la muerte como si se pudiera evitar. Pero no existe un catálogo de soluciones que pueda resolver todas las dudas y las perplejidades con que nos enfrentamos ante la realidad del dolor y de la muerte. Lo mismo ocurre con muchas otras situaciones de la vida, en las que no es posible establecer normas rígidas, sino que hemos de actuar, basados en el conocimiento de los principios generales, con un criterio recto y prudente.
19. ¿Y no podían ser los motivos de nuestra actuación un criterio adecuado?
Es necesario saber que los motivos por los que actuamos (compasión, deseo de que seres queridos no sufran…) no pueden cambiar el fin intrínseco de nuestro actuar, que en la eutanasia es privar de la vida a otro o cooperar a que se suicide. Si los motivos prevalecieran sobre la naturaleza de los actos hasta el punto de hacer a éstos social y jurídicamente justificables, no sería posible la convivencia, pues cualquier acto, fuera el que fuese, podría quedar legitimado en virtud de los motivos íntimos de su autor. Se puede y se debe comprender y ayudar a quien obra torcidamente; también se pueden y se deben valorar las circunstancias que influyen en los actos humanos, y modifican la responsabilidad. Pero la norma general no puede decir nunca que está bien lo que está mal, por mucho que el autor de la acción crea hacer algo bueno. El fin -el motivo subjetivo- no justifica los medios -en este caso, matar-.
Quienes proponen la admisibilidad ética y jurídica de la eutanasia confunden a menudo la disposición moral íntima de las personas con lo que las leyes o la sociedad deben tener como aceptable; y confunden también las circunstancias que pueden atenuar la responsabilidad, e incluso anularla, con lo que la norma general debe disponer.
20. A pesar de todo, hay quienes creen que una muerte dolorosa o un cuerpo muy degradado serían más indignos que una muerte rápida y “dulce”, producida cuando cada uno dispusiera.
En su naturaleza última, el dolor y la muerte humanos encierran un misterio, que no es otro que el misterio del mismo ser humano puesto en esta tierra; es también el misterio de la libertad y del amor, que son realidades vivas e íntimas, aunque intangibles, y que no encuentran explicación suficiente en la física o la química.
El dolor y la muerte no son criterios aptos para medir la dignidad humana, pues ésta conviene a todos los seres humanos por el hecho de serlo; el dolor y la muerte serán dignos si son aceptados y vividos por la persona; pero no lo serán si alguien los instrumentaliza para atentar contra esa persona.
Una muerte digna no consiste sólo en la ausencia de tribulaciones externas, sino que nace de la grandeza de ánimo de quien se enfrenta a ella. Es claro que, llegado el momento supremo de la muerte, el protagonista de este trance ha de afrontarlo en las condiciones más llevaderas posibles, tanto desde el punto de vista del dolor físico como también del sufrimiento moral. Los analgésicos y la medicina paliativa (de la que se hablará en otro lugar) por un lado, y el consuelo moral, la compañía, el calor humano y el auxilio espiritual, por otro, son los medios que enaltecen la dignidad de la muerte de un ser humano que siempre, aun en el umbral de la muerte, conserva la misma dignidad.
III. La medicina ante la eutanasia
21. La cuestión de la eutanasia, ¿Es un problema médico?
La eutanasia, tal y como la plantean los defensores de su legalización, afecta de lleno al mundo de la Medicina, puesto que las propuestas de sus patrocinadores siempre hacen intervenir al médico o al personal sanitario. Pero la cuestión de la eutanasia no es, propiamente hablando, un problema médico, o no tendría que serlo.
La eutanasia merece la misma calificación ética si la practica un médico o una enfermera en el técnico ambiente de un hospital que si la practica, por otro medio cualquiera, un familiar o un amigo de la víctima. En ambos casos se trata de un hombre que da muerte a otro.
La eutanasia no es una forma de Medicina, sino una forma de homicidio; y si la practica un médico, éste estará negando la Medicina.
22. ¿Por qué la eutanasia es la negación de la Medicina?
Porque la razón de ser de la Medicina es la curación del enfermo en cualquier fase de su dolencia, la mitigación de sus dolores, y la ayuda a sobrellevar el trance supremo de la muerte cuando la curación no es posible. La eutanasia, por el contrario, no sólo es la renuncia a esa razón de ser, sino que consiste en la deliberada decisión de practicar justamente lo opuesto a la Medicina, ya que es dar muerte a otro, aunque sea en virtud de una presunta compasión. Cualquiera es perfectamente capaz de advertir la diferencia sustancial que existe entre ayudar a un enfermo a morir dignamente y provocarle la muerte.
La eutanasia no es una técnica, un recurso de la Medicina: la eutanasia expulsa a la Medicina, la sustituye. La eutanasia, además, precisamente por ser la negación de la Medicina, se vuelve contra el médico que la practique.
23. ¿Por qué la eutanasia se vuelve contra el médico que la practique?
Por dos razones: por un lado es fácil que el médico se deslice hacia una habitualidad en la práctica de la eutanasia una vez admitido el primer caso; y, por otro lado, la eutanasia acaba con la base del acto médico: la confianza del paciente en el médico.
Cuando un médico ha dado muerte a un paciente por piedad hacia él, ha dado ya un paso que tiene muy difícil retorno. Los que padecen una misma enfermedad se parecen mucho entre sí en los síntomas, las reacciones, los sufrimientos. Cuando un médico se ha sentido “apiadado” de un enfermo hasta el punto de decidir quitarle la vida para ahorrarle padecimientos, será ya relativamente fácil que experimente idéntico estado de ánimo ante otro que padezca el mismo mal; y esta circunstancia puede sobrevenir con relativa frecuencia, porque la especialización profesional impone a la práctica totalidad de los médicos la necesidad de tratar a enfermos muy semejantes unos de otros. En tal situación, las virtudes propias del médico (la no discriminación en el tratamiento a unos u otros enfermos, la previsión de dolencias o complicaciones futuras) se convierten en factores potencialmente multiplicadores de la actividad eutanásica, porque es muy difícil determinar la frontera que separa la gravedad extrema de la situación crítica, o los padecimientos enormes de los padecimientos insoportables, sean físicos o anímicos.
Por otro lado, no es posible que exista la Medicina si el paciente en vez de tener confianza en su médico hasta poner su vida, salud e integridad física en sus manos, llega a tenerle miedo porque no sabe si el profesional de la Medicina o la enfermera que se ocupan de su salud van a decidir que su caso es digno de curación o susceptible de eutanasia.
Si se atribuyese a los médicos el poder de practicar la eutanasia, éstos no serían ya una referencia amiga y benéfica sino, por el contrario, temida y amenazadora, como sucede ya en algunos hospitales holandeses.
La humanidad ha progresado en humanitarismo retirando a los gobernantes y los jueces el poder de decretar la muerte (abolición de la pena de muerte). Los partidarios de la eutanasia pretenden dar un paso atrás, otorgando tal poder a los médicos. De conseguir tal propósito lograrían dos retrocesos por el precio de uno: recrearían una variedad de muerte legal y degradarían, tal vez irreversiblemente, el ejercicio de la Medicina.
24. ¿No es muy sutil la línea divisoria entre la eutanasia y la cesación de unos cuidados ya inútiles?
Sólo en contadas situaciones terminales sin esperanza humana, la apariencia de los gestos del médico puede guardar semejanza en ambos casos; pero el médico sabe, sin género de dudas, lo que hay en su intención: sabe si lo que realiza tiene por objeto causar la muerte del enfermo o si, por el contrario, está renunciando al encarnizamiento terapéutico. Lo primero nunca será admisible; lo segundo lo es.
25. ¿Qué es el encarnizamiento terapéutico?
Con esta denominación, o la de “ensañamiento terapéutico” -que acaso sean menos acertadas que la de “obstinación terapéutica”, que refleja mejor la intención con que se practica-, se quiere designar la actitud del médico que, ante la certeza moral que le dan sus conocimientos de que las curas o los remedios de cualquier naturaleza ya no proporcionan beneficio al enfermo y sólo sirven para prolongar su agonía inútilmente, se obstina en continuar el tratamiento y no deja que la naturaleza siga su curso.
Esta actitud es consecuencia de un exceso de celo mal fundamentado, derivado del deseo de los médicos y los profesionales de la salud en general de tratar de evitar la muerte a toda costa, sin renunciar a ningún medio, ordinario o extraordinario, proporcionado o no aunque eso haga más penosa la situación del moribundo.
En otras ocasiones cabe hablar más propiamente de ensañamiento terapéutico, cuando se utiliza a los enfermos terminales para la experimentación de tratamientos o instrumentos nuevos. Aunque esto no sea normal en nuestros días, la historia, por desgracia, nos aporta algunos ejemplos.
En cualquier caso, la obstinación terapéutica es gravemente inmoral, pues instrumentaliza a la persona subordinando su dignidad a otros fines.
26. ¿No se plantea aquí otra frontera imprecisa para distinguir la obstinación terapéutica de unos cuidados solícitos y constantes?
Ciertamente, así es. No hay una regla matemática para calibrar si existen o no esperanzas fundadas de curación. La práctica médica cuenta con abundantes experiencias de enfermos que parecían irrecuperables y que, sin embargo, salieron adelante de trances muy comprometidos. La solución de esos conflictos sólo puede venir del criterio claro según el cual hay que hacer un uso proporcionado de los medios terapéuticos. El médico ha de respetar la dignidad de la persona humana y no dejarse vencer por un tecnicismo médico abusivo.
27. ¿Y no es ésta una forma de eutanasia?
No. Refiriéndonos siempre al enfermo terminal y ante la inminencia de una muerte inevitable, médicos y enfermos deben saber que es lícito conformarse con los medios normales que la Medicina puede ofrecer, y que el rechazo de los medios excepcionales o desproporcionados no equivale al suicidio o a la omisión irresponsable de la ayuda debida a otro, sino que significa sencillamente la aceptación de la condición humana, una de cuyas características es la muerte inevitable.
Pueden darse casos concretos en que sea difícil adoptar una decisión ética y profesionalmente correcta, como sucede en otros muchos aspectos de la vida: el juez que debe decidir si alguien es culpable o inocente cuando las pruebas no son claramente taxativas; el profesor que debe optar entre aprobar o suspender a un alumno y tiene dudas razonables del acierto o desacierto de cualquiera de las opciones; el padre de familia que duda entre la severidad o la indulgencia ante un hijo con problemas, etc. En estos casos, una norma moral adecuada es prescindir de los posibles motivos egoístas de la propia decisión y aconsejarse de otros expertos para decidir prudentemente. Con estos requisitos, un médico -como un juez, un profesor o un padre- puede equivocarse, pero no cometerá un crimen.
28. Pero, ¿cómo distinguir los medios terapéuticos ordinarios de los extraordinarios?
Evidentemente, es inútil establecer una casuística objetiva de los medios ordinarios y extraordinarios, porque eso depende de factores tan cambiantes como la situación del paciente, el estado de la investigación en un momento dado, las condiciones técnicas de un determinado hospital, el nivel medio de la asistencia sanitaria de uno u otro país, etc. Lo que respecto a un paciente en unas circunstancias concretas se estima como medio ordinario, puede tener que considerarse como extraordinario respecto a otra persona, o pasado un tiempo, o en otro lugar. De hecho, así ocurre constantemente en la realidad cotidiana.
Ante estos problemas ciertos de interpretación, algunos prefieren no hablar de medios ordinarios y extraordinarios, sino más bien de medios proporcionados y desproporcionados a la situación de cada enfermo, pues de este modo se puede aquilatar mejor la decisión en cada caso.
De acuerdo con esto, cuando existe en un enfermo en peligro próximo de muerte la posibilidad cierta de recuperación (por ejemplo, un paciente joven en coma por un traumatismo producido en un accidente), la Medicina considera que son proporcionados todos los medios técnicos posibles, porque existe una esperanza fundada de salvarle la vida. El problema se manifiesta cuando no se confía ya en la recuperación sino sólo en un alargamiento de la vida o, más exactamente, de la agonía. Entonces es cuando la prudencia del médico debe aconsejarle rechazar la actitud de obstinarse en prodigar unos medios que ya son inútiles y, en todo caso, respetando la voluntad del propio enfermo moribundo, si está en condiciones de manifestarla.
Por otra parte es legítimo que un enfermo moribundo prefiera esperar la muerte sin poner en marcha un dispositivo médico desproporcionado a los insignificantes resultados que de él se puedan seguir; como es legítimo también que tome esta decisión pensando en no imponer a su familia o a la colectividad unos gastos desmesurados o excesivamente gravosos. Esta actitud, por la ambigüedad del lenguaje, podría confundirse, para los no avisados, con la actitud eutanásica por razones socio-económicas, pero existe una diferencia absolutamente esencial: la que va de la aceptación de la muerte inevitable a su provocación intencionada.
29. ¿Existen, pues, unos derechos del enfermo moribundo?
Ciertamente. El derecho a una auténtica muerte digna incluye:
– el derecho a no sufrir inútilmente;
– el derecho a que se respete la Libertad de su conciencia;
– el derecho a conocer la verdad de su situación;
– el derecho a decidir sobre sí mismo y sobre las intervenciones a que se le haya de someter;
– el derecho a mantener un diálogo confiado con los médicos, familiares, amigos y sucesores en el trabajo;
– el derecho a recibir asistencia espiritual.
El derecho a no sufrir inútilmente y el derecho a decidir sobre sí mismo amparan y legitiman la decisión de renunciar a los remedios excepcionales en la fase terminal, siempre que tras ellos no se oculte una voluntad suicida.
30. Y estos derechos ¿no pueden legitimar alguna forma de eutanasia “pasiva” (por omisión)?
No. Cuando la muerte aparece como inevitable porque ya no hay remedios eficaces, el enfermo puede determinar, si está en condiciones de hacerlo, el curso de sus últimos días u horas mediante alguna de estas decisiones:
– aceptar que se ensayen en él medicaciones y técnicas en fase experimental, que no están libres de todo riesgo. Aceptándolas, el enfermo podrá dar ejemplo de generosidad para el bien de la Humanidad;
– rechazar o interrumpir la aplicación de esos remedios;
– contentarse con los medios paliativos que la Medicina le pueda ofrecer para mitigar el dolor, aunque no tengan ninguna virtud curativa; y rechazar medicaciones u operaciones en fase experimental, porque sean peligrosas o resulten excesivamente caras. Este rechazo no equivale al suicidio, sino que es expresión de una ponderada aceptación de la inevitabilidad de la muerte;
– en la inminencia de la muerte, rechazar el tratamiento obstinado que únicamente vaya a producir una prolongación precaria y penosa de su existencia, aunque sin rehusar los medios normales o comunes que le permiten sobrevivir.
En estas situaciones está ausente la eutanasia, que implica -repitámoslo- una deliberada voluntad de acabar con la vida del enfermo. Es un atentado contra la dignidad de la persona la búsqueda deliberada de su muerte, pero es propio de esa dignidad el aceptar su llegada en las condiciones menos penosas posibles. Y es en el fondo del corazón del médico y del paciente donde se establece esta diferencia entre provocar la muerte o esperarla en paz y del modo menos penoso posible, mediante unos cuidados que se limiten a mitigar los sufrimientos finales.
31. ¿Cómo se puede paliar el dolor del enfermo terminal?
Uno de los derechos del enfermo es el de no sufrir un dolor físico innecesario durante el proceso de su enfermedad. Pero la experiencia nos muestra que el enfermo, especialmente el enfermo en fase terminal, experimenta, además del dolor físico, un sufrimiento psíquico o moral intenso, provocado por la colisión entre la proximidad de la muerte y la esperanza de seguir viviendo que aún alienta en su interior. La obligación del médico es suprimir la causa del dolor físico o, al menos, aliviar sus efectos; pero el ser humano es una unidad, y al médico y demás personal de enfermería compete, junto a los familiares, también la responsabilidad de dar consuelo moral y psicológico al enfermo que sufre.
Frente al dolor físico, el profesional de la sanidad ofrece la analgesia; frente a la angustia moral, ha de ofrecer consuelo y esperanza. La deontología médica impone, pues, los deberes positivos de aliviar el sufrimiento físico y moral del moribundo, de mantener en lo posible la calidad de la vida que declina, de ser guardián del respeto a la dignidad de todo ser humano.
32. ¿Qué significa “Medicina paliativa”?
La Medicina paliativa es una forma civilizada de entender y atender a los pacientes terminales, opuesta principalmente a los dos conceptos extremos ya aludidos: obstinación terapéutica y eutanasia.
Esta es una nueva especialidad de la atención médica al enfermo terminal y a su entorno, que contempla el problema de la muerte del hombre desde una perspectiva profundamente humana, reconociendo su dignidad como persona en el marco del grave sufrimiento físico y psíquico que el fin de la existencia humana lleva generalmente consigo.
En definitiva, la Medicina paliativa es, ni más ni menos, un cambio de mentalidad ante el paciente terminal. Es saber que, cuando ya no se puede curar, aún podemos cuidar; es la consciencia de cuándo se debe iniciar ese cambio: si no puedes curar, alivia; y si no puedes aliviar; por lo menos consuela. En ese viejo aforismo se condensa toda la filosofía de los cuidados paliativos.
33. ¿Cómo está organizada la Medicina paliativa?
La Medicina paliativa, que parece tener sus antecedentes en la Gran Bretaña, está aún escasamente contemplada en la organización sanitaria española, y sería deseable que los poderes públicos reconocieran con mayor sensibilidad su existencia. Se asienta básicamente en el reconocimiento de la triple realidad que configura el proceso de la muerte inminente en la sociedad actual: un paciente terminal con dolor físico y sufrimiento psíquico, una familia angustiada que no acaba de aceptar la situación y sufre por el ser querido, y un médico educado para luchar contra la muerte. Todos ellos están inmersos en una sociedad que parece no querer admitir el fracaso cuando la muerte se considera un fracaso.
En las Unidades de Cuidados Paliativos, que son áreas asistenciales incluidas física y funcionalmente en los hospitales, se proporciona una atención integral al paciente terminal. Un equipo de profesionales asiste a estos enfermos en la fase final de su enfermedad, con el único objetivo de mejorar la calidad de su vida en este trance último, atendiendo todas las necesidades físicas, psíquicas, sociales y espirituales del paciente y de su familia. Todas las acciones de la Medicina paliativa van encaminadas a mantener y, en lo posible, aumentar, el sosiego del paciente y de su familia.
34. ¿Y cuáles son las necesidades que estos pacientes terminales presentan?
Son necesidades físicas, psíquicas, espirituales o religiosas, y sociales.
Las necesidades Físicas derivan de las graves limitaciones corporales y, sobre todo, del dolor, especialmente en las muertes por cáncer, donde éste está presente en el 80 por ciento de los enfermos terminales. Con tratamientos adecuados se pueden llegar a controlar un 95 por ciento de los dolores.
Las necesidades psíquicas son evidentes. El paciente necesita sentirse seguro, necesita confiar en el equipo de profesionales que le trata, tener la seguridad de una compañía que lo apoye y no lo abandone. Necesita amar y ser amado, y tiene necesidad de ser considerado, lo que afianza su autoestima.
Las necesidades espirituales son indudables. El creyente necesita a Dios. Es una grave irresponsabilidad civil y política que la atención religiosa de los pacientes no esté claramente presente en todas las clínicas e instituciones hospitalarias.
Las necesidades sociales del paciente terminal no son menos importantes para dar sosiego al penoso trance. La enfermedad terminal produce a quien la padece y a su familia unos gastos y no pocos desajustes familiares. Toda la atención de los componentes de la unidad familiar se concentra generalmente en el miembro enfermo y, si la supervivencia se alarga, el desajuste puede ser duradero. El paciente lo ve y también lo sufre.
35. ¿La Medicina paliativa es la alternativa a la eutanasia?
En realidad, no. La Medicina paliativa es más propiamente alternativa al llamado “encarnizamiento terapéutico” u “obstinación terapéutica”. No es alternativa a la eutanasia, porque la eutanasia no es sino un grave atentado a la vida humana y a su dignidad.
Se puede decir que la Medicina paliativa ha existido siempre y ha sido ejercida tradicionalmente por los médicos, aunque no se haya considerado técnicamente como una especialidad. Sus principios están impresos en el juramento hipocrático y en la concepción histórica del ejercicio médico. Pero, ciertamente, como especialización dentro de la organización sanitaria representa una novedad, que es hacer frente a las peculiaridades del proceso de la muerte en el campo sanitario. Este proceso se ha complicado de forma extraordinaria, y exige la aparición de un nuevo médico, atento al máximo a los adelantos científicos y conocedor profundo de las necesidades del paciente terminal.
36. ¿No puede considerarse, entonces, una forma de eutanasia el aplicar sustancias analgésicas, a sabiendas de que eso puede acortar la vida del paciente?
No. Cuando el tratamiento del dolor es ya prácticamente lo único que se puede hacer por el enfermo terminal, el efecto secundario que ciertos analgésicos tengan respecto del acortamiento de la vida no puede considerarse como una forma de eutanasia, porque no se persigue el destruir esa vida, sino aliviar el dolor; y este propósito paliativo puede, ante la inminencia de la muerte, ser preferente para esperar la llegada de la muerte en las condiciones menos angustiosas.
Es lo mismo que sucede con quien -alpinistas, bombero…- asume un riesgo cierto, pero pretende una cosa buena sin ánimo suicida alguno. Esto es legitimo aunque eventualmente pueda ser causa de muerte.
Por otra parte, se puede en muy buena medida dar por superada la vieja pugna entre tratar el dolor y acortar la vida: los recientes avances en el tratamiento eficaz del dolor y de la enfermedad terminal han reducido casi por completo el riesgo de anticipar indebidamente la muerte de ciertos pacientes.
37. ¿En qué consiste el argumento de la “muerte digna” a que se refieren los partidarios de la eutanasia para intentar justificarla?
Este argumento es uno de los principales que se utilizan hoy para promover la legalización de la eutanasia. En síntesis puede formularse de esta manera: La técnica médica moderna dispone de medios para prolongar la vida de las personas, incluso en situación de grave deterioro físico. Gracias a ella es posible salvar muchas vidas que hace unos años estaban irremisiblemente perdidas; pero también se dan casos en los que se producen agonías interminables y dramáticas, que únicamente prolongan y aumentan la degradación del moribundo. Para estos casos, la legislación debería permitir que una persona decidiera, voluntaria y libremente, ser ayudada a morir. Esta sería una muerte digna, porque sería la expresión final de una vida digna.
38. ¿Es aceptable este argumento?
No lo es, porque en él, junto a consideraciones razonables acerca de la crueldad de la obstinación terapéutica, se contiene una honda manipulación de la noción de dignidad. En este argumento subyace la grave confusión entre la dignidad de la vida y la dignidad de la persona. En efecto, hay vidas dignas y vidas indignas, como puede haber muertes dignas y muertes indignas. Pero por indigna que sea la vida o la muerte de una persona, en cuanto tal persona tiene siempre la misma dignidad, desde la concepción hasta la muerte, porque su dignidad no se fundamenta en ninguna circunstancia, sino en el hecho esencial de pertenecer a la especie humana. Por eso los derechos humanos, el primero de los cuales es el derecho a la vida, no hacen acepción de personas, sino que, muy al contrario, están establecidos para todos, con independencia de su condición, su estado de salud, su raza o cualquier otra circunstancia.
Es digno, ciertamente, renunciar a la obstinación terapéutica sin esperanza alguna de curación o mejora y esperar la llegada de la muerte con los menores dolores físicos posibles; como es digno también el preferir esperar la muerte con plena consciencia y experiencia del sufrimiento final. Nada de eso tiene que ver con la eutanasia; la provocación de la muerte de un semejante, por muy compasivas que sean las motivaciones, es siempre ajena a la noción de dignidad de la persona humana.
39. ¿Estamos, pues, ante un ejemplo concreto de manipulación del lenguaje?
Consciente o inconscientemente, sí. So capaz de rechazar el empecinamiento terapéutico sin expectativa ninguna de mejoría, lo que se patrocina en realidad es el acto positivo (por acción u omisión, tanto da) de dar muerte a otro, como si eso mereciese la misma consideración que la de abstenerse de emplear medios irrazonables de prolongar una existencia precaria y dejar que el moribundo pueda vivir lo más dignamente posible su propia muerte cuando ésta llegue.
Por otra parte, la expresión “ayudar a morir” es otro ejemplo concreto de tergiversación del sentido de las palabras, pues no es lo mismo ayudar a morir a alguien que matarlo, aunque se le dé muerte por aparente compasión y a petición suya. La expresión “ayudar a morir” evoca una actitud filantrópica y desinteresada, generosa y compasiva, que se desvanecería inmediatamente si lo que se lleva a cabo mediante la eutanasia se expresara con la palabra dura, desde luego, pero precisa, que es matar.
IV. La sociedad ante la eutanasia
40. La cuestión de la eutanasia ¿es un problema social?
La eutanasia fue un problema social en aquellas sociedades primitivas en que se practicaba la eliminación de vidas consideradas inútiles, costumbre que estuvo admitida respecto a los recién nacidos con malformaciones o los ancianos en distintos pueblos de la antigüedad, hasta que la influencia del cristianismo acabó con tales prácticas inhumanas. Desde la llegada del cristianismo, la eutanasia dejó de ser un problema social hasta el siglo XX, en que algunos vuelven a convertirla en problema al pretender su legalización.
Desde los años 30 de este siglo se vienen constituyendo asociaciones en defensa de la eutanasia y se han propuesto leyes permisivas, que habitualmente han sido rechazadas, en distintos países. Sin embargo, la actitud a favor de la eutanasia de estos pequeños grupos, y cierta mentalidad de relativización del respeto debido al ser humano (que se expresa, por ejemplo, en el aborto), van calando en la sociedad, convirtiendo de nuevo a la eutanasia en un problema social que vuelve a aparecer después de haber sido superado durante siglos.
41. La aceptación de la eutanasia, ¿no es, pues, un signo de civilización?
No. Lo que es un signo de civilización es justamente lo contrario, es decir, la fundamentación de la dignidad de la persona humana en el hecho radical de ser humana, con independencia de cualquier otra circunstancia como raza, sexo, religión, salud, edad, habilidad manual, o capacidad mental o económica. Esta visión esencial del hombre significa un progreso cualitativo importantísimo, que distingue justamente a las sociedades civilizadas de las primitivas, en las que la vida del prisionero, el esclavo, el deficiente o el anciano, según épocas y lugares, era despreciada.
Los progresos científicos y técnicos en la lucha contra el dolor, tan propios de la era moderna, pueden dar esta falsa apariencia de civilización a la eutanasia, en la medida en que se la presenta como una forma más de luchar contra el dolor y el sufrimiento. Pero ya sabemos que eutanasia no es eso, sino eliminar al que sufre para que deje de sufrir. Y eso es incompatible con la civilización, pues revela un desprecio profundo hacia la dignidad radical del ser humano. Un ser humano no pierde la dignidad por sufrir; lo indigno es basar su dignidad en el hecho de que no sufra.
Es más, resulta especialmente contradictorio defender la eutanasia precisamente en una época como la actual, en la que la Medicina ofrece alternativas, como nunca hasta ahora, para tratar a los enfermos terminales y aliviar el dolor. Es probable que este resurgimiento de las actitudes eutanásicas sea una consecuencia de la conjunción de dos factores: por un lado, los avances de la ciencia en retrasar el momento de la muerte; por otro, la mentalidad contemporánea dé escapar, de huir del dolor a todo trance y de considerar el sufrimiento como un fracaso. De esta negación de la realidad surge la contradicción.
42. ¿Se pueden prever los efectos sociales de aceptar la eutanasia?
En épocas recientes la eutanasia no ha sido legal en ningún país -salvo la experiencia nazi-, pero podemos fácilmente prever lo que pasaría si contrastamos los datos que nos aporta la legalización del aborto en este siglo y el conocido como “caso holandés”, experiencia social de admisión práctica de la eutanasia que recientemente ha recibido una cierta cobertura legal.
La experiencia del aborto acredita que las leyes permisivas se aprueban presuntamente para dar solución a determinados casos extremos especialmente dramáticos para la sensibilidad común, pero acaban creando una mentalidad que trivializa el aborto provocado hasta convertirlo en un hecho socialmente admisible que se realiza por motivos cada vez más nimios. Con la eutanasia no tiene por qué ocurrir algo distinto: la legislación permisivo se nos presentaría como una solución para “casos límite” de “vida vegetativa”, “encarnizamiento terapéutico”, etc. y acabaría siendo una opción normal ante casos de enfermedad o declive biológico más o menos irreversible.
El proceso descrito responde a la más elemental psicología humana: cuando algo prohibido se permite y empieza a practicarse, se va considerando cada vez más como normal, máxime si resulta un buen negocio para algunos, ayuda a eliminar situaciones engorrosas para otros y además es defendido por algunas corrientes ideológicas.
En Holanda se está viviendo desde hace años una triste experiencia de admisibilidad práctica de la eutanasia -caso único en el mundo-. Un testigo de esta realidad, Richard Fenigsen, cardiólogo holandés, la describe: “Los médicos de cabecera holandeses practican la eutanasia activa voluntaria en unos 5.000 pacientes al año. La cifra más elevada de 10.000 probablemente también incluya a los pacientes de hospitales. Sin embargo, se han llegado a mencionar cifras del orden de los 18.000 a 20.000 casos al año. (…) El 81% de los médicos de cabecera holandeses ha realizado la eutanasia en algún momento de su carrera profesional; un 28% realiza la eutanasia a dos pacientes al año y un 14% de tres a cinco pacientes al año. (…)
Un gran número de personas en Holanda lleva consigo un testamento en el que pide que se le realice la eutanasia “en caso de lesiones corporales o perturbaciones mentales de las que no se pueda esperar una recuperación suficiente para llevar una existencia digna y razonable”. Recientemente estos testamentos escritos han sido reemplazados por pequeñas “tarjetas de crédito para una muerte fácil”. En 1981 el número de personas portadoras de estas tarjetas era de 30.000, pero se calcula que este número es mucho más alto ahora. (…)
La aceptación de la eutanasia activa “voluntaria” crece entre los holandeses. Según dos encuestas realizadas en años consecutivos, en 1985 un 70% de los holandeses aceptaba la eutanasia activa, mientras que en 1986 lo hacía un 76% (…) Mucha gente acepta que se deba negar el tratamiento a personas con minusvalías serias, a personas mayores e incluso a individuos sin familia. Es más, las encuestas demuestran que la mayoría de las personas que defienden la eutanasia voluntaria, la libertad de elección y el derecho a morir, también aceptan la eutanasia activa involuntario, es decir, la negación de la libertad de elección y del derecho a la vida” (…)
Los médicos holandeses dejan morir al menos a 300 bebés minusválidos recién nacidos; deniegan operaciones de enfermedades congénitas de corazón a niños con síndrome de Down, negándose a anestesiarlos; y se niegan a Implantar marcapasos a pacientes mayores de 75 años o a tratar de edema pulmonar a pacientes ancianos que carezcan de familiares cercanos. Algunos médicos justifican estas acciones diciendo que es interés de los pacientes el morir cuanto antes, pero frecuentemente la explicación es que no se debe imponer a la sociedad la carga de mantener vivos a estos pacientes. Estas decisiones se toman sin el conocimiento de los pacientes y en contra de su voluntad”.
Legalizada la eutanasia, se abrirían las puertas a prácticas siniestras, pues la compasión podría ser utilizada como disculpa para justificar la eliminación de los débiles, los deficientes, los terminales. Se hablan “comprensibles” presuntos intereses públicos en la eliminación de los que representan una carga para la sociedad sin aportar utilidad material alguna; hasta llegar a crear la presión psicológica suficiente para que se sientan casi obligados a pedir su eliminación quienes, por su edad o estado, se sientan carga “insoportable” para los demás. No se trata de un puro ejercicio de imaginación, y el testimonio citado así lo indica.
43. ¿Cuáles son, desde la óptica del paciente terminal, los principales efectos de la aceptación de la eutanasia?
El principal efecto es el miedo. Miedo a que los que le rodean puedan diagnosticar que es acreedor a la eutanasia; miedo a los profesionales de la sanidad; miedo a los familiares; miedo a las instituciones asistenciales.
En efecto, una sociedad en la que la eutanasia es delito transmite el mensaje de que toda vida tiene valor, que el enfermo terminal puede tener la tranquilidad de que los médicos y sus familiares se empeñarán en apoyar su vida y su muerte dignas y en las mejores condiciones. Por el contrario, una sociedad en que la eutanasia no se persigue ni se castiga por los poderes públicos, está diciendo a sus miembros que no importa gran cosa que sean eliminados si ya no se les ve futuro o utilidad. En una sociedad con la eutanasia legalizada, el anciano o el enfermo grave tendían un muy justificado miedo a que el profesional de la sanidad o cualquier persona de la que dependieran por una u otra razón, no fueran una ayuda para su vida, sino unos ejecutores de su muerte.
44. Pero todo eso afecta a la eutanasia no deseada voluntariamente. Si lo que se admitiera fuera sólo la eutanasia voluntaria, ¿no se producirían efectos sociales positivos?
Este es un error bastante extendido, que la experiencia misma se ha encargado de desmentir una y otra vez. En efecto:
a) La experiencia de los casos de eutanasia que se han visto ante los Tribunales de los países de nuestro entorno en las últimas décadas acredita que los partidarios de la eutanasia dan con suma facilidad el paso que va de aceptar la petición voluntaria de un paciente para ser “ayudado a morir”, “ayudar a morir” quien, a su juicio, debería hacer tal petición dado su estado, aunque de hecho no lo solicite. Así ha sucedido en los conocidos casos de eutanasia de enfermos de SIDA en Holanda, del Doctor Hackethal y la enfermera M. Roeder en Alemania o de las enfermeras del Hospital austríaco de Lainz, entre otros. Si a una persona en una situación dada es legítimo matarla a su petición, nada tiene de extraño que a quien está en la misma situación -pero sin posibilidad de pedir la muerte- se le presuponga igualmente un deseo de morir.
b) La experiencia de la Alemania de los años 30 y 40 de este siglo demuestra cómo se puede pasar, fácil y rápidamente, de las teorías científicas pro eutanasia a la práctica de una eutanasia realizada por motivos cada vez más subjetivos, relativos y baladíes. Ciertamente eso se vio favorecido por un entorno dictatorial, pero un entorno distinto no asegura que el fenómeno no pueda repetirse.
c) La experiencia de Holanda, donde está ya creada una mentalidad permisiva de la eutanasia, es que se crea paralelamente una “coacción moral” que lleva a los terminales o “inútiles” a sentirse obligados a solicitar la eutanasia. Un grupo de adultos con minusvalías importantes manifestaba recientemente ante el Parlamento holandés: “Sentimos que nuestras vidas están amenazadas… Nos damos cuenta de que suponemos un gasto muy grande para la comunidad… Mucha gente piensa que somos inútiles… Nos damos cuenta a menudo de que se nos intenta convencer para que deseemos la muerte… Nos resulta peligroso y aterrador pensar que la nueva legislación médica pueda incluir la eutanasia”.
La experiencia muestra que las campañas a favor de la eutanasia siempre se han iniciado asegurando sus promotores que, en todos los casos, debe ser voluntaria, es decir, querida y solicitada expresamente por quien va a recibir la muerte por este procedimiento. Pero también la experiencia acredita que el paso siguiente -pedir la eutanasia para quien no está en condiciones de expresar su voluntad: el deficiente, el recién nacido, el agónico inconsciente- es sólo cuestión de tiempo, porque ya ha quebrado el principio del respeto al derecho fundamental a la vida. Es más: cuando se inician los debates acerca de la legalización de la eutanasia siempre se produce la misma contradicción: se insiste en legalizar sólo la eutanasia voluntaria, pero para ilustrar los “casos límite” se ponen, en cambio, ejemplos de enfermos terminales inconscientes y, por lo tanto, incapaces de manifestar su voluntad.
La diferencia entre eutanasia voluntaria e involuntario no existe en la práctica: una vez legalizada la primera, fácilmente se cae en la segunda, puesto que los casos prácticos surgen inmediatamente, y ya está relajada la capacidad social de defender la vida de los inocentes.
45. ¿Cómo afecta la eutanasia a la institución familiar?
Dado que todos los ordenamientos jurídicos reconocen -en una u otra medida- el derecho de los familiares más cercanos a decidir por el enfermo o incapaz no posibilitado de expresar por sí mismo su voluntad, la posibilidad teórica de que los familiares decidan que procede la eutanasia introduce en las relaciones familiares un sentimiento de inseguridad, confrontación y miedo, totalmente ajeno a lo que la idea de familia sugiere: solidaridad, amor, generosidad. Esto es así sobre todo si se tiene en cuenta la facilidad con que se pueden introducir motivos egoístas al decidir unos por otros en materia de eutanasia: herencias, supresión de cargas e incomodidades, ahorro de gastos…
Desde otra perspectiva, en una familia donde se decide aplicar la eutanasia a uno de sus miembros, la tensión psicológica y afectiva que se genera al haber propiciado un homicidio puede ser, y es de hecho, fuente de problemas e inestabilidades emocionales, dadas las inevitables connotaciones éticas de tal conducta.
46. Pero ¿no puede responder cierta aceptación social de la eutanasia a un verdadero sentimiento de compasión hacia el que sufre y no tiene remedio?
Desde el punto de vista puramente subjetivo, puede ser: alguien -médico, familiar- puede estar convencido de que hace un bien a otro procurando su muerte. Pero si convirtiésemos la sensibilidad personal, los sentimientos subjetivos, en fuente de la moralidad de los propios actos, se podría llegar a conclusiones objetivamente inhumanas: un príncipe europeo medieval podía creer sinceramente que aplicando tormento al reo le hacia un bien, puesto que de esta manera diría la verdad y salvara su alma en el patíbulo; un estadounidense del siglo XVIII podía pensar que tener esclavos era una forma de ayudarlos a sobrevivir; y un padre de familia de finales de este siglo puede pensar que matar a un hijo recién nacido subnormal es ayudarle a evitar sufrimientos futuros.
Los sentimientos del príncipe medieval, del americano del siglo XVIII y del padre infanticida contemporáneo aludidos pueden ser subjetivamente bondadosos, pero son objetivamente inhumanos. Lo mismo sucede respecto a la eutanasia: quien decide practicarla o ayuda a que se practique puede actuar creyendo que beneficia a quien da muerte, pero objetivamente su acción es repudiable, pues está arrogándose el derecho de decidir qué es bueno o malo para el otro. Si la convivencia social hubiera de fundamentarse sobre los sentimientos subjetivos, con olvido de las realidades morales objetivas, no habría posibilidad de establecer normas generales de comportamiento y estaríamos en la selva, donde imperaría la ley del más fuerte, ya que por definición toda acción voluntaria es vista por su autor como un bien.
47. ¿Es, pues, posible la instauración del egoísmo bajo apariencia de piedad?
Sí, es perfectamente posible, porque los hombres tendemos con mucha facilidad a justificar cualquier medio cuando el fin nos parece bueno. En este siglo hemos visto a relevantes intelectuales cerrando los ojos ante los crímenes estalinistas, o incluso justificándolos, por compartir el fin “progresista” que ellos suponían en la política de Stalin; o a quienes han justificado atentados a los derechos humanos perpetrados por ciertos regímenes de Sudamérica, por compartir el proclamado fin anticomunista de esas dictaduras.
En el terreno del derecho a la vida y a la integridad física este fenómeno ya se está produciendo: como es bueno tener hijos y el deseo de ellos es natural, hay matrimonios que creen positivo tener hijos por medio de las técnicas de reproducción asistida, aunque éstas lleven consigo inevitablemente la destrucción de embriones; padres buenos y piadosos solicitan para sus hijos subnormales la esterilización, porque tratan con ello de evitar el embarazo de la incapaz; madres a quienes se diagnostica la grave deficiencia del niño que crece en su seno abortan para evitarle una vida desgraciada. En todos estos casos el fin -visto como bueno subjetivamente- lleva a cometer gravísimos males objetivos.
En principio, todos afirman que el fin no justifica los medios, pero en la vida práctica y concreta -en el caso particular que a cada uno preocupa- por desgracia no se guarda coherencia entre el eso muchas personas buenas defienden que, si no les afectasen personalmente, les parecerían inadmisibles.
Con la eutanasia se está produciendo un fenómeno como el descrito: algunas personas que se horrorizarían sólo de pensar que alguien pueda matar a su padre, su esposa o su hijo, comprenden la eutanasia bajo la presión de la imagen del dolor, la enfermedad o la degradación: física, sin ser consecuentes con la realidad de que la eutanasia implica matar, por muchos eufemismos con que se disfrace esta acción.
48. Pero hay ocasiones en que la vida de algunos enfermos o discapacitados es casi sólo vegetativa. ¿No deberían considerarse estas situaciones con otro criterio?
En efecto, hay personas que piensan, incluso de buena fe, que hay situaciones en las cuales la vida humana está tan deteriorada, que no puede decirse que sea propiamente humana, es decir, propia de seres racionales y libres: un enfermo con una lesión cerebral irreversible, en estado de inconsciencia, conectado a un respirador, puede mantenerse así mucho tiempo, pero vive una vida puramente vegetativa, es como un vegetal; su vida no puede decirse que sea propiamente humana; un deficiente profundo, incapaz de expresarse y aun de conocer, inmerso irreversiblemente en las tinieblas de su mente dañada, sólo con sarcasmo puede decirse que lleve una vida humana. Para quienes así razonan, el mantener a estas personas con vida es, más que un acto de protección y respeto, una forma de tortura disfrazada de humanitarismo. Es necesario, pues -concluyen-, plantearse seriamente la legalización de la eutanasia para estos casos extremos y definitivos, por doloroso que sea, porque una vida así no merece ser vivida.
49. ¿Y no es aceptable este argumento?
No lo es, porque el derecho a la vida deriva directamente de la dignidad de la persona, y todos los seres humanos, por enfermos que estén, ni dejan de ser humanos ni su vida deja de merecer el máximo respeto. Olvidar este principio por la visión dramática de minusvalías profundas conduce inexorablemente a hacer depender el derecho a la vida de la calidad de ésta, lo que abre la posibilidad de colocar la frontera del derecho a la vida con arreglo a “controles de calidad” cada vez más exigentes, según el grado de egoísmo o de comodidad que impere en la sociedad.
Este proceso se llevó al extremo con los programas eutanásicos a gran escala de la época nazi, que se iniciaron también con un caso límite de “muerte por compasión”, el de un niño ciego y subnormal con sólo dos extremidades, internado a finales de 1938 en la crónica pediátrica de la Universidad de Leipzig; la abuela de ese niño solicitó a Hitler que le garantizase la “muerte por compasión”, cosa que ocurrió seguidamente. A partir de entonces, Hitler ordenó poner en marcha un programa que aplicase los mismos criterios de “misericordia” a casos similares. El 18 de agosto de 1939 se dispuso la obligación de declarar a todos los recién nacidos con defectos físicos.
La experiencia del nazismo no es de la remota antigüedad o de un pueblo salvaje y primitivo, sino de mediados del siglo XX y de uno de los pueblos más tecnificados y cultos de su época. Tampoco se refiere a un pueblo señaladamente sanguinario e inhumano, sino a un pueblo normal, en el que sólo unos 350 de los 90.000 médicos alemanes aceptaron la realización de estos crímenes, con los resultados escalofriantes que después se han conocido. Y todo esto fue posible porque se aceptó la teoría de las “vidas humanas sin valor vital”, es decir, las vidas que, por su precariedad, no merecen ser vividas.
Este argumento en favor de la eutanasia se sustenta también en otro error grave, que es el de concebir al cuerpo humano como un objeto, contrapuesto al propio hombre como sujeto; según eso, el hombre seria el sujeto, que “tiene” un cuerpo al que puede utilizar, manipular, incluso suprimir, en aras de la dignidad de ese sujeto personal. Este error profundo niega la realidad humana, al negar que el ser humano es cuerpo y espíritu, cuerpo y mente, y que ambos elementos constituyen al ser humano de manera indisociable.
La persona humana no es el mero espíritu, al que convendrían las cualidades de la persona como sujeto: libertad, responsabilidad, valor moral, etc., mientras que el cuerpo sería un mero objeto, perteneciente al orden de las cosas, y por lo tanto carente de valor moral y de dignidad merecedora de respeto. Si se incurre en este error antropológico, es inevitable acabar defendiendo la eliminación de aquellos seres humanos a quienes la cárcel de sus cuerpos defectuosos impide el desarrollo pleno de su humanidad. Pero la persona humana no es un sujeto pensante y libre que se haya instalado en un cuerpo; la persona humana es (también) cuerpo, y por eso el respeto a la dignidad de la persona es absolutamente incompatible con la falta de respeto radical al cuerpo, hasta el punto de suprimirlo por ser gravemente deficiente.
50. Si son así las cosas, ¿no se manipula también el significado de las palabras al hablar de “vidas verdaderamente humanas”?
Sin duda alguna. La expresión “vida vegetativa”, que es un tecnicismo que expresa la realización de determinadas funciones vitales, evoca la noción de “vegetal”, con lo que se trivializa la muerte de un ser humano deficiente, al asimilarlo vagamente a una especie de planta. Por otra parte, la expresión “vida verdaderamente humana”, aplicada a estos casos, se emplea metafóricamente, en el sentido de que es una vida humana plenamente lograda, en posesión de todas sus posibilidades, en contraste con una vida disminuida de hecho. Pero es evidente que la vida de un ser humano, por deteriorada que esté, no puede dejar de ser una vida humana. Y mediante esta metáfora se pretende justificar una consecuencia -la muerte física- que nada tiene de metafórico.
51. ¿No puede ser la eutanasia una manifestación de solidaridad social?
Los defensores de la eutanasia así lo exponen conforme a la siguiente argumentación: la enfermedad, invalidez o vejez de algunas personas ha llegado a extremos que convierten esas vidas en vidas sin sentido, inútiles y aun seriamente gravosas, no sólo para los familiares y allegados, sino también para las arcas públicas, que tienen que soportar cuantiosísimos dispendios en prestaciones sanitarias de la Seguridad Social y subsidios de diversa índole, con la carga que eso supone para los contribuyentes. Estas situaciones se prolongan, además, gracias a los avances de la investigación científica que han logrado alargar considerablemente las expectativas de vida de la población. Por consiguiente, el Estado tiene el derecho, y aun el deber, de no hacer que pese sobre la colectividad la carga del sostenimiento de estas vidas sin sentido. El efecto de esta acción redundará en beneficio del conjunto de la colectividad, lo que no deja de ser una manifestación de solidaridad social.
El argumento de las “vidas improductivas”, por razones fáciles de comprender, nunca se plantea en los inicios del debate social sobre la eutanasia, pero tampoco faltan quienes, en foros restringidos o en ambientes académicos, mencionan las “vidas sin sentido” como candidatas a la eutanasia por razones socioeconómicas.
52. ¿Es aceptable esta argumentación?
No lo es en manera alguna. El sacrificio de seres humanos enfermos, ancianos o impedidos para que no resulten gravosos a los familiares, o para mejorar las condiciones económicas de la colectividad es una manifestación de totalitarismo, es decir, de prevalencia de la colectividad sobre los individuos hasta el extremo de despreciar el derecho de éstos incluso a vivir si son un estorbo para aquella. Por duro que resulte, se hace preciso recordar lo que ocurrió en el régimen hitleriano, donde bajo el nombre de eutanasia lo que se acabó realizando fue el genocidio de os considerados “parásitos inútiles”, esto es, “vidas sin sentido”, según el eufemismo de quienes propugnan la eutanasia por razones socioeconómicas.
De nuevo aparece aquí la perversión profunda de los valores humanos y sociales, y queda enmascarada bajo una presunta “solidaridad social” la manifestación más atroz de insolidaridad, que consiste en la eliminación física de los conciudadanos gravosos, molestos o Inútiles. No estamos, pues, aquí, sólo ante una tergiversación del sentido de las palabras, sino ante su completa vuelta del revés.
53. Si tan rechazable es la eutanasia, ¿cómo es que hay personas y grupos que promueven socialmente su aceptación?
El hecho de que ciertas legislaciones, o determinados comportamientos sociales, sean rechazables y aun monstruosos, no significa que sean vistos siempre así por todos en todas las épocas. La historia está plagada de ejemplos a este respecto. En el caso de la eutanasia en este tiempo presente, lo primero que hay que decir es que las personas y los grupos que apoyan una legislación eutanásica constituyen una minoría exigua en relación con el conjunto de la sociedad. Pero esto no quiere decir que en un futuro no pueda aumentar esta proporción, porque es perceptible que están en marcha campañas de influencia sobre la opinión pública en este sentido.
54. ¿Existen estas campañas? ¿En qué consisten?
Por desgracia, existen, del mismo modo que existen en relación con el aborto, según se ha podido saber cuando algunos de suspromotores comprendieron el alcance terrible de su trabajo, se arrepintieron públicamente y dieron a conocer las técnicas de que se hablan servido para intoxicar a la opinión pública.
Las campañas tendentes a promover opiniones favorables a la eutanasia suelen desarrollarse de esta manera:
– lo primero que se presenta es un “caso límite”: se busca un ejemplo de situación terminal especialmente llamativa que excite la sensibilidad colectiva para justificar la eutanasia en ese caso tan dramático y singular. Admitido un caso, desaparecen las razones serias para no admitir otros parecidos, y otros más, en una pendiente cada vez más permisiva. Es el mismo proceso que hemos visto ya respecto al aborto: aquí la niña oligofrénica violada por su padre es sustituida por el enfermo intubado con funciones sólo vegetativas, para generar un sentimiento de compasión en la opinión pública que la conduzca a estar a favor de que se arregle ese “problema”. A la vez se silencia que “arreglar ese problema” supone matar, como en las campañas pro aborto se oculta que “arreglar el problema” de la niña violada es, en la propuesta abortiva, matar a un ser humano.
– esto se complementa con eufemismos ideológicos y semánticos, aprovechando la complejidad conceptual y terminológica que reviste el fenómeno de la eutanasia según se ha explicado en el capítulo I. Así, no se hablará nunca de “matar al enfermo” o, más suavemente, de “quitarle la vida” siquiera, sino de “ayudarle a morir”, facilitarle la “culminación de la vida”, lograr su “auto liberación”, etc., eufemismos que intentan apartar la atención de la realidad material de lo que se preconiza: que un hombre pueda impunemente matar a otro.
– paralelamente, a los defensores de la vida frente a la eutanasia la se les procura presentar como retrógrados, intransigentes, contrarios a la libertad individual y al progreso, etc.; de este modo el debate se distrae y no se escuchan con serenidad y ecuanimidad las opiniones a favor de la dignidad humana, sino a través de los prejuicios creados sobre sus defensores.
– como quiera que muchas confesiones religiosas, especialmente las de raíz cristiana -no sólo la Iglesia Católica, desde luego-, reaccionan vivamente contra los intentos de legalizar la eutanasia dada su gravedad moral, se pretende transmitir la falsa idea de que la eutanasia es una pura cuestión religiosa, íntima, de mera conciencia individual, y que, por lo tanto, mientras la eutanasia no sea obligatoria debe aceptarse en una sociedad pluralista.
Como complemento de estas estrategias se promueven encuestas para afirmar a continuación que la mayoría de los ciudadanos, de los médicos o de los enfermos de cáncer están a favor de la eutanasia. La experiencia universal en materia de eutanasia es que esas encuestas no son fiables, dada la confusa terminología al respecto y los componentes emocionales del tema: según cómo se planteen las preguntas y se interpreten las respuestas se pueden conseguir resultados interpretables de cualquier manera. Recientemente en España hemos visto un caso modélico al respecto: los titulares de prensa anunciaban que, según una encuesta, la mayoría de los médicos de Barcelona estaban a favor de la eutanasia. Analizado el contenido real de tal encuesta, resulta que los tales médicos están en contra de la obstinación terapéutica y en contra de la eutanasia, es decir, opinan lo mismo que lo que expresa este documento, pero su opinión ha sido manipulada en servicio de una idea que no comparten.
55. Sin embargo, ¿no es verdad que pretender que la eutanasia sea perseguida como delito supone que una parte de la soledad pretende imponer a otra parte su propia moral o religión?
No, en modo alguno. La defensa de la dignidad de la persona y de sus derechos, incluido el primero de ellos, que es el derecho a la vida, ha de ser fin primigenio de la sociedad y del Estado, pues de lo contrario la institucionalización por la sociedad del poder público y los instrumentos de éste, como el Derecho, no serían más que expresión de violencia al servicio de la pura fuerza.
Defender la vida frente a la eutanasia (como frente al aborto provocado) no es una postura religiosa, sino humanista, aunque a ella puedan coadyuvar motivos religiosos en el caso de los creyentes.
Las sociedades y los Estados tienen obligación de poner los medios, también los jurídicos, para que no se mate a seres humanos, y por tanto, también para que no se practique la eutanasia, que es una forma de matar; del mismo modo que tienen obligación de poner los medios para que no se asesine, se viole o se robe. Cuando el Estado prohibe y sanciona la violación no está defendiendo la moral católica de forma intransigente frente a otras opiniones, aunque coincida con la moral católica en que la violación debe ser rechazada. Lo mismo sucede respecto a la eutanasia.
56. Si, a pesar de todo, en una nadan concreta se diese un consenso mayoritariamente favorable a la eutanasia en determinados casos especialmente graves ¿no sería admisible tal práctica en esos casos?
No. Lo único que pasara es que los poderes públicos no perseguirían ni castigaran a quienes mataren a otros en los supuestos eutanásicos, porque habrían admitido la legitimidad de la violencia y la pura fuerza como criterio regulador de la relación entre los particulares.
En tal caso la eutanasia regula siendo lo que realmente es: el acto por el que un ser humano da muerte a otro. Y este acto -aunque se haga con el beneplácito de las leyes- es intrínseca y esencialmente reprobable, como lo es discriminar a la mujer respecto al hombre en Irak, o torturar y matar judíos, o anticomunistas, o comunistas en la Alemania nazi, la Camboya Jmer o ciertas dictaduras hispanoamericanas recientes, respectivamente. El que las leyes y los poderes públicos amparen conductas contrarias a la dignidad humana no hace a tales conductas lícitas, sino a tales leyes rechazables e ilegítimas por inhumanas.
57. Respecto a la eutanasia ¿se limitan las obligaciones de la sociedad a su persecución como delito?
Evidentemente, no. La sanción penal es una última garantía frente a las actitudes homicidas, pero no es ésta la única medida operativo en el terreno real en que se evita la eutanasia: Tan importante, o acaso más, y desde luego previa a la norma penal, es la actitud de las personas y los grupos sociales frente al enfermo, al anciano, al minusválido.
La mentalidad eutanásica prospera mejor en un clima social de rechazo a todo lo que suponga sacrificio, esfuerzo por el otro, preeminencia de lo inmaterial sobre lo material. Si los valores predominantes son el culto al cuerpo, el bienestar material, el egoísmo ajeno a la solidaridad humana, el desprecio a la familia y el economicismo materialista -y ésta es una realidad en auge en nuestra sociedad-, nada de extraño tiene que una concepción de la vida basada en el puro pragmatismo utilitarista caracterice la actitud de algunos frente a quienes son vistos no como seres humanos, sino como fuentes de gastos que no aportan ingresos; no como miembros queridos de la familia, sino como obstáculos inadmisibles para el desarrollo personal; no como pacientes, sino como sobrecarga absurda de trabajo sin sentido.
Si queremos que en nuestra sociedad los hábitos de conducta y los valores respetados sean coherentes con un deseable humanismo y, por tanto, reacios a prácticas como la eutanasia, será preciso que en tal sociedad:
– la muerte no sea un tema tabú, sino un hecho natural que forma parte de la vida humana como el nacer, el crecer, la condición sexuada o la inteligencia; nadie -ni jueces, ni legisladores, ni médicos- se pueda atribuir el derecho a decidir que algunos seres humanos no tienen derechos o los tienen en menor grado que los demás por sus deficiencias, color, sexo, edad o estado de salud;
– la familia sea respetada y querida como ámbito natural de solidaridad entre generaciones, en las que se acoge, se protege y se cuida a los miembros sanos y a los enfermos, a los jóvenes y a los ancianos, a los no deficientes y a los que lo son;
– no se considere la organización hospitalaria como el ámbito en el que son abandonados los enfermos y ancianos, sino que el hogar vuelva a ser lugar de acogida natural en la enfermedad y ancianidad y donde la muerte se viva con cariño y lucidez;
– surjan iniciativas sociales de atención a los enfermos terminales en un clima humano, respetuoso con la persona y su dolor y técnicamente preparado para ayudar a afrontar dignamente la muerte sintiéndose persona, como es el caso de los “hospices” británicos inspirados por la doctora Cicely Saunders, obra que hace más para evitar la eutanasia que un millón de discursos;
– la Medicina se oriente hacia la atención de la persona, no limitándose a un puro esfuerzo tecnológico por alargar la vida.
Este último aspecto merece una especial atención, pues la mentalidad eutanásica transforma, aun sin quererlo, a los médicos en una especie de verdugos, y se hace preciso que los médicos sean impulsores y protagonistas de una práctica médica preocupada por el hombre y su dignidad en la línea de lo que hoy -como hemos visto antes- se conoce como Medicina paliativa.
V. El Estado ante la eutanasia
58. La cuestión de la eutanasia, ¿es un problema político?
Lo es, sin duda, porque uno de los deberes primordiales del Estado es el de respetar y hacer respetar los derechos fundamentales de la persona, el primero de los cuales es el derecho a la vida, y la eutanasia no es sino la destrucción de vidas humanas inocentes en determinadas condiciones.
59. ¿Reconoce el ordenamiento jurídico español el derecho a la vida?
Sí. La Constitución española reconoce el derecho a la vida de todos los seres humanos, y el resto de las leyes, en especial el Código Penal, protegen este derecho prohibiendo todo atentado contra la vida de cualquier ser humano e imponiendo las más severas penas a quien quita la vida a otro.
No obstante, en los últimos años algunas leyes han roto el tradicional principio de protección absoluta del derecho a la vida, permitiendo, o no castigando, el atentar contra la vida de los concebidos y aún no nacidos mediante el aborto, o la destrucción de los embriones humanos creados en el laboratorio. Tales leyes sobre el aborto y las técnicas de procreación artificial han abierto una brecha en la línea coherente de protección jurídica de la vida humana, que algunos pretenden ahora a ampliar aún más mediante la permisión de la eutanasia.
Por el contrario, también en los últimos años, se va extendiendo un consenso ético sobre la necesidad de prohibir la pena de muerte, prohibición que loablemente establece la Constitución española.
60. ¿Cómo protegen las normas jurídicas y los Estados el derecho a la vida de los seres humanos?
Los Estados se comprometen activamente en la defensa de la vida humana mediante muchas de sus actividades, y también a través de leyes y otras normas jurídicas.
Las normas que regulan el tráfico rodado o la existencia y funcionamiento de hospitales, las instituciones como la policía o el ejército, la lucha contra las epidemias, la práctica de las profesiones sanitarias; las normas sobre seguridad en el trabajo, la regulación de la calidad de los alimentos, y mil actividades y leyes más que el Estado promueve o ampara, son otras tantas expresiones del compromiso del Estado y de la sociedad en la defensa de la vida humana y de su calidad.
Como de todos modos resulta imposible evitar que aparezcan quienes, por unos motivos u otros, se niegan a respetar el derecho a la vida de los demás, todos los pises civilizados protegen también penalmente la vida humana, considerando como delito los ataques a la vida, y amenazando a quienes lo cometan con los castigos más graves que existen en cada país. En España, la ley que protege la vida humana mediante la amenaza de cárcel es el Código Penal.
61. ¿Cómo protege el Código Penal español la vida humana?
El Código Penal español protege la vida humana considerando como delito toda acción voluntaria realizada por una persona para matar a otro ser humano; y estableciendo que a quien mate a otro se le impondrá la pena de privación de libertad más grave que existe en España.
Los delitos contra la vida humana que establece y castiga el Código Penal llevan distintos nombres según las circunstancias del crimen, del criminal o de la víctima: aborto, si se mata a un no nacido; infanticidio, si se mata a un recién nacido para evitar la deshonra de la madre; asesinato, si se mata a otro en circunstancias que conllevan una especial maldad (a cambio de dinero, con premeditación, con ensañamiento, etc.); parricidio, si se mata a ascendientes, descendientes o cónyuge, y homicidio, si se mata a otro sin que concurra ninguna de las circunstancias mencionadas.
Existen otros delitos previstos en el Código Penal que también pretenden proteger, entre otras cosas, a la vida humana: son, por ejemplo, el no socorrer a quien está en peligro, o prestar ayuda a otro para suicidarse, o provocar incendios o inundaciones… y otros muchos más.
62. ¿No distingue el Código Penal el castigo que merece quien mata a otro según sea el grado de salud de la víctima, o la utilidad de su vida?
Dejando ahora de lado la cuestión del aborto, que no es el tema que nos ocupa, el Código Penal protege a todo ser humano y su derecho a vivir frente a cualquiera que lo quiera matar. Da lo mismo que la víctima esté sana o enferma, sea recién nacida o anciana, útil o inútil para la sociedad, deficiente física, sensorial o psíquica, o sana. También da lo mismo que quien mata lo haga por crueldad o por compasión, por motivos ideológicos o por cualquier otra motivación: Matar a otro siempre es delito, y el que lo comete es castigado con la pena correspondiente.
Es lógico que así sea, porque todo ser humano tiene a la vida por el mero hecho de pertenecer a la especie humana, por ser ida por el mero uno de nosotros, con independencia de su edad, raza, grado de salud o cualquier otra circunstancia. Este es un convencimiento básico de la humanidad, fundamento de la conciencia ética, que, gracias al progreso moral y jurídico de los hombres y las naciones, ha llegado a ser afirmado por todas las sociedades civilizadas y protegido por todos los ordenamientos jurídicos.
63. ¿No es cierto, sin embargo, que ha habido culturas y civilizaciones que han admitido la legitimidad de suprimir la vida de determinadas personas (de otra raza o tribu, esclavos, inútiles por su edad o su enfermedad, etc.)?
Efectivamente. Casi siempre en la historia de la Humanidad han convivido en permanente tensión el ideal por garantizar el respeto a la vida en las costumbres y las leyes, por un lado, y, por otro, formas de relación humana basadas en la violencia, o en ideologías o prejuicios que niegan que determinados grupos de seres humanos merezcan vivir.
Según las diversas épocas y culturas, se ha negado por algunos el derecho a vivir de los que pertenecen a otras naciones u otras tribus, de quienes son de otra raza o caen en esclavitud, de los ancianos y enfermos, o de las mujeres o los recién nacidos defectuosos. Pero frente a estas costumbres, ideas o leyes inhumanas, siempre -en todos los pueblos y épocas- ha ido abriéndose paso la idea ética de que todos los seres humanos son esencialmente iguales y tienen derecho a la vida sean cuales fueren su raza o las diversas circunstancias de su vida. Hay que añadir que en cada época se tiende a ver como prácticas inadmisibles las brutalidades que en la época anterior se consideraban como algo normal, pero desaparece el sentido cirrótico y se cierran los ojos, consciente o inconscientemente, ante las barbaridades que la propia época admite en sus leyes o sus usos sociales.
La Humanidad ha ido eliminando progresivamente las costumbres y las leyes inhumanas. Así, la esclavitud, la tortura, el racismo, el infanticidio, el abandono de ancianos y enfermos, el menosprecio a la mujer, han ido desapareciendo -con altibajos- de las costumbres de los pueblos más civilizados. La influencia del cristianismo en la cultura occidental ha ido extendiendo la idea clara del “no matarás”, que va calando a medida que se descubre la profundidad de las aplicaciones prácticas de este mandamiento.
Aunque nunca se ha perdido del todo la conciencia ética del respeto que merece todo ser humano, en cada época algunos grupos sociales se han convencido a sí mismos de que hay algunos seres humanos que no tienen derecho a vivir: así ha ocurrido con respecto a los negros, los esclavos, los judíos, los aristócratas, los burgueses, los campesinos, los de otra nación, los no nacidos o los llamados “inútiles” porque, por su salud precaria o su edad avanzada, ya no son productivos y resultan una carga.
64. En nuestros días, ¿se ha superado ya esta contradicción?
En nuestros días vivimos la experiencia, bastante común en la historia, de una cultura que defiende con energía la dignidad de la persona y se compromete en la defensa de los derechos humanos, pero que, a la vez e incongruentemente, presta su tolerancia y aun su apoyo a prácticas como el aborto provocado o la eutanasia, opuestas a los derechos inalienables de la persona. Esto significa que la tensión referida más arriba se da hoy como en otras épocas, y es responsabilidad de todos el lograr que, aquí y ahora, la exigencia de respeto a todos los seres humanos no admita excepciones.
65. ¿Qué dice el Código Penal español sobre la eutanasia?
Nuestras leyes no mencionan el término “eutanasia” en absoluto. El Código Penal no contiene ninguna regulación especial de la eutanasia, pues considera homicidio tanto al que se comete por “compasión” o para evitar el dolor como al que se comete por cualquier otro motivo. Matar es siempre delictivo para las leyes españolas, sin que importe el motivo.
66. ¿Qué establecen nuestras leyes sobre el suicidio?
El suicidio es lícito en nuestra legislación, como sucede en la mayoría de los países de nuestra cultura. Nuestras leyes no admiten el derecho a suicidarse. Sin embargo, el suicidio no se considera delito por obvias razones prácticas: si el que quiere quitarse la vida lo logra, ya no hay a quien castigar; y si no lo logra, amenazarle con la cárcel sólo servía para agravar sus deseos de suicidio.
67. ¿Significa esto que el Derecho se abstiene de todo juicio sobre el suicidio?
No. Para el Derecho español, el suicidio es una conducta lícita, y por eso se considera delito tanto la conducta de quien induce a alguien a suicidarse como la del que ayuda a otro a quitarse la vida. El artículo 409 del Código Penal establece que “el que prestare auxilio o induzca a otro para que se suicide será castigado con la pena de prisión mayor; si se lo prestare hasta el punto de ejecutar él mismo la muerte será castigado con la pena de reclusión menor”.
Como puede verse, se castiga tanto la inducción y el auxilio al suicidio como el llegar a quitar la vida a quien quiere suicidarse. Esta última figura se conoce habitualmente como “homicidio suicidio” u “homicidio consentido”, y se le impone la misma pena que al homicidio a secas, porque para nuestro Código Penal, como para la ética, matar a otro es tan reprobable si se hace con su consentimiento como sin él.
68. ¿No es la eutanasia una forma de homicidio consentido?
La eutanasia siempre es matar a otro, con o sin su consentimiento, por presuntos motivos de compasión o para evitarle dolores o situaciones dramáticas. Para nuestro Código Penal, la eutanasia es homicidio, y si se practica a petición de la víctima es el “homicidio suicidio” antes mencionado. En todos los casos la pena sería la misma.
69. Según esto, ¿no es legítima la decisión de una persona de disponer de su propia vida?
No. En la conservación de la vida humana existen a la vez intereses individuales y sociales; y ni los primeros pueden prevalecer sobre los segundos en exclusividad, ni los segundos sobre los primeros.
Ningún ser humano es una realidad aislada, fuente autónoma y exclusiva de derechos y obligaciones. Todos somos solidarios por la mutua interacción entre padres e hijos, entre cada uno y el resto de la sociedad; por eso nadie tiene derecho a eliminar la vida, aun la propia. Así lo ha entendido la tradición jurídica occidental, que ha negado toda validez al consentimiento prestado para recibir la muerte, al considerar el derecho a la vida como indisponible, es decir, como un “derecho-deber”.
Por eso, en nuestro Derecho el auxilio al suicidio es delito, el homicidio consentido se castiga con la misma pena que cualquier otro homicidio, y el no evitar un suicidio pudiendo hacerlo es también delito: el delito de omisión del socorro debido. Y por las mismas razones, nuestros Tribunales han reconocido el derecho a alimentar forzosamente a quienes se ponían en peligro de muerte por huelgas de hambre, o el derecho de los médicos a salvar la vida de quienes la pusieron en riesgo al intentar suicidarse, o el derecho de los jueces a autorizar actos médicos tendentes a salvar vidas de pacientes que se niegan a recibir tratamientos normales que no implican riesgos.
70. ¿Por qué el Estado ha de impedir a las personas renunciar al derecho a vivir y, en cambio, les permite renunciar a otros derechos, como votar, casarse, asociarse, etc.?
Porque la renuncia a ejercitar el derecho a casarse, a votar, a asociarse o a opinar sobre una materia determinada, por ejemplo, se refiere a derechos que no quedan anulados, sino que en otras circunstancias pueden ejercitarse. Estos derechos-libertades no se pierden por la renuncia a su ejercicio en un momento concreto.
Existen, sin embargo, otros derechos de la persona que, de renunciarse a ellos, la misma persona o su dignidad quedarían anuladas. En esos casos, el Estado y el Derecho niegan validez a la expresión de voluntad de quien renuncia a ellos. Eso ocurre con el derecho a la vida: si una persona pretende darse muerte o pide que otros la ayuden a morir, está anulando su dignidad y sus derechos con carácter definitivo; por eso el Derecho no se desentiende de esa decisión, sino que la considera ineficaz y obliga a poner los medios para evitar que sea irreversible.
Además, el argumento del pretendido derecho del enfermo a decidir él como y el cuándo de la propia muerte tropieza con un obstáculo insalvable en la práctica. En la medida en que su propia situación clínica lo incapacita para suicidarse, el titular de ese supuesto derecho no puede ejercer él solo su autodeterminación, sino que ha de incorporar necesariamente a su decisión a otras personas. Al tratarse de un derecho del enfermo que afecta a su misma vida, esas personas vendrían obligadas a respetarlo, puesto que contra el ejercicio de los derechos humanos no cabe la objeción de conciencia. Se llegaría así a crear una “obligación de matar”, disparate que no sólo repugna a la más elemental noción de libertad, sino también al sentido común.
71. ¿Es el derecho a la vida el único irrenunciable?
Ciertamente, no. Son muchos los derechos irrenunciables por su titular en las sociedades modernas. No se admite la renuncia a la integridad física, al derecho a la educación, a condiciones de trabajo dignas, etc. El consentimiento de una persona a que la mutilen o lesionen no evita que quien mutila o lesiona cometa un delito; o el deseo de un muchacho y sus padres de renunciar a recibir la instrucción básica no es tenido en cuenta por el Derecho y el Estado, que obligan al joven a recibir la educación que las leyes definen como obligatoria.
En materia laboral el ejemplo es muy claro y nos es próximo: en nuestra sociedad existen muchas personas dispuestas a trabajar en condiciones higiénicas o de seguridad inferiores a las exigidas por las leyes, o a trabajar más horas que las permitidas o por menos salario que el fijado legalmente como mínimo; sin embargo, el Derecho y el Estado no reconocen validez al consentimiento de esas personas, e imponen obligatoriamente el respeto a los derechos de los trabajadores aun en contra de la voluntad de éstos. En un caso extremo, piénsese la opinión que merecería un contrato voluntario de esclavitud.
Razones más importantes concurren todavía para que el Estado y sus leyes consideren irrenunciable el derecho a la vida, que hace posibles todos los demás y que si se pierde ya no es recuperable, pues es la base por el bien que protege: la vida de la propia dignidad humana.
Lo mismo sucede con el cinturón de seguridad en los coches: al ciudadano puede apetecerle o no ponérselo, pero el Estado le obliga a ello amenazándole con una sanción si no respeta esta obligación. La razón es que se da por supuesto que la vida de cada uno no es sólo de su particular y privado interés, sino que la sociedad está legitimada para exigir que cada uno asegure que no arriesga gratuita o imprudentemente su vida.
72. ¿Existe doctrina del Tribunal Constitucional sobre si la Constitución admite o no el derecho a morir?
El Tribunal Constitucional español ha afirmado en varias sentencias que nuestra Constitución no reconoce un derecho a acabar con la propia vida.
El Tribunal Constitucional ha negado que exista un derecho a morir protegido por la Constitución, cuando se le ha planteado la legitimidad de la Administración y los Tribunales para ordenar la alimentación forzosa de terroristas encarcelados y en peligro de muerte por huelga de hambre (cfr. Sentencias 120/1990, de 27 de junio y 137/1990, de 19 de julio, entre otras).
73. Entonces, ¿hay que suponer que es imposible que en España se legalice la eutanasia, por ser anticonstitucional?
No. No es imposible que el Tribunal Constitucional llegue a dar su visto bueno a la eutanasia. Los magistrados que lo integran pueden, aun de buena fe, buscar argumentos para dar por bueno lo que la mayoría del Parlamento quiera, aunque esto se oponga a lo que ya han sentenciado en otros casos, en que negar el derecho a morir era lo que solicitaba el abogado del Estado en nombre del Gobierno.
74. ¿Y no hay una contradicción entre la negación del derecho a matarse y la consagración de la libertad como uno de los valores superiores por la propia Constitución?
No la hay. Si la libertad, entendida como la capacidad del ser humano para hacer cualquier cosa que quisiera, fuese fuente absoluta e incondicionada de derechos, no existirían los ordenamientos jurídicos, ni la sociedad, ni el Estado, pues cada persona determina por sí misma lo que es justo o injusto, bueno o malo, permitido o prohibido; y serían ilegítimos el Parlamento, los Tribunales, los Gobiernos, las leyes y los derechos humanos.
La libertad, como valor superior reconocido en la Constitución, se hace e . efectiva en los derechos que ésta garantiza en concreto, y no puede ser disculpa ni para negar tales derechos ni para violar el resto de las leyes. Así lo ha entendido el Tribunal Constitucional español con acierto en las Sentencias antes citadas.
El suicidio jamás ha sido considerado un derecho del hombre. De hecho, cuando se redactó la Declaración Universal de los Derechos Humanos en las Naciones Unidas, ese pretendido derecho no se incluyó, y no fue por omisión involuntario, ya que hubo varias propuestas de que se incorporase a la Declaración, y fueron rechazadas. Se dirá que en otro momento histórico futuro podría ocurrir al revés, y es, efectivamente, pero eso no cambiaría la realidad profunda de las cosas. La mención de la situación actual se aduce aquí sólo como constatación de un hecho cierto.
75. Entonces, ¿no es coartar la libertad y la autonomía individual el negar al ser humano la capacidad de decidir cuándo y cómo quiere morir?
No lo es, porque no tiene sentido contraponer el derecho a la libre autodeterminación de la persona -como expresión de su dignidad- al bien de la vida humana, puesto que la vida humana, cualquiera que sea su estado de plenitud o de deterioro, es siempre vida personal, y por lo mismo goza indisociablemente de la dignidad indivisible de la persona, realidad unitaria de cuerpo y espíritu.
Enfrentar como incompatibles, aunque sea en determinadas circunstancias, la libertad y la vida equivaldría a la contradicción de realizar, en nombre de la dignidad de la persona como sujeto libre, un acto contra la dignidad de la persona, puesto que la vida, que es un bien fundamental de la persona, goza de su misma dignidad.
En este tipo de planteamientos de la libertad y la autonomía individual se esconde la falacia de considerar la libertad como un bien desligado de toda referencia a la verdad y el bien de la persona. El pretendido derecho a acabar con su vida no es para el hombre una afirmación de su dignidad, sino el intento de negarla en su misma raíz.
El pretender que el hombre no es plenamente libre si no le está permitido decidir su propia muerte entraña un sofisma tan pueril como el afirmar que Dios no es omnipotente porque hay algo que no puede hacer: el mal, es decir, no puede ir contra Sí mismo.
76. Sin embargo, esta idea está muy extendida incluso entre personas tenidas por ilustradas. ¿Por qué?
Porque está muy extendida una concepción subjetivista de la ética y el Derecho, que tiene su fundamento en negar al ser humano la capacidad de averiguar por sí mismo la realidad objetiva de las cosas, convirtiendo la voluntad individual en la única fuente de moralidad y a la postre -potencialmente- de la legalidad.
Esta forma de pensamiento, muy vinculada a la orientación básica de la llamada filosofía moderna (el racionalismo cartesiano y sus derivados y epígonos), tiene sus manifestaciones prácticas más llamativas hoy en un desprecio antiecológico de la naturaleza, considerada como ilimitadamente manipulable por la voluntad humana, y en el positivismo jurídico, que considera a la voluntad legislativa como creadora de Injusticia y los derechos y, por tanto, legitimada para negarlos o suprimirlos.
Esta manera de pensar tiene la consecuencia de relativizarlo todo, y hace depender toda legitimidad del consenso social de cada momento, lo que nos lleva al absurdo de considerar los derechos humanos no como patrimonio de todo hombre por el hecho de serlo, sino como objetos a disposición de la voluntad mayoritaria.
Pero los derechos humanos fundamentales, el primero de los cuales hay que repetirlo es el derecho a la vida, no pertenecen al ámbito de la estadística, el juego de las mayorías, la confesionalidad religiosa o el consenso social, por otra parte tan propio de las sociedades democráticas en otras materias. Por el contrario, los derechos humanos constituyen el fundamento mismo y la fuente de todo Estado de Derecho sobre el que descansan las libertades y la democracia, y su intangibilidad no deriva de su promulgación, sino de su inserción en la naturaleza misma del ser humano. Olvidar esta realidad sólo puede conducir a una organización social edificada sobre la ley del más fuerte -aunque esa fortaleza se base en una mayoría legislativa- abriendo la puerta a todo totalitarismo, por muy disfrazado de libertades con que paradójicamente se presente. Para legislar con legitimidad hace falta la legitimidad de origen, pero ésta no legitima a su vez cualquier clase de legislación. Es bien sabido que Hitler llegó legítima y democráticamente al poder, pero eso no significa que el uso que hizo de él no se basase en la ley del más fuerte. La elección democrática de los legisladores y los gobernantes los legitima a ellos en cuanto tales, pero no a todas sus decisiones, que serán correctas si se adecuan a la dignidad de la persona, e ilegítimas si se oponen a ella.
El respeto a la dignidad de la persona, cuyo presupuesto inexcusable es el respeto a su vida, no es materia susceptible de adquirir o perder legitimidad mediante votación. Por el contrario, pierde legitimidad el poder del Estado o la Cámara legislativa que pretenda arrogarse la competencia de decidir discrecionalmente qué hombres ostentan derechos humanos y cuáles no.
77. Sin embargo, ¿no es evidente que el hombre usa de su libertad (bien o mal, eso es otra cuestión) cuando decide su propia muerte?
Bajo el término “libertad” se esconden dos realidades enteramente distintas. Por una parte, cuando se habla de libertad se puede entender la mera facultad de hacer o no hacer, de hacer una cosa u otra, sin más. Entendida de este modo, la libertad no es más que la mera constatación de que el hombre puede actuar sin ser coaccionado, pero se prescinde por completo de si lo que hace es bueno o malo, justo o injusto, elogiable o repugnante. El ejercicio de la libertad así entendida no nos dice nada sobre si lo que el hombre hace o deja de hacer es admisible o recomendable ética o jurídicamente, o si, por el contrario, debe ser evitado y, en su caso, perseguido y castigado.
Pero también puede entenderse el término “libertad” para designar aquellas conductas humanas que reflejan la posibilidad existente en el hombre de realizar lo mejor de que es capaz, dando así una connotación ética a los actos que se consideran libres. En este sentido, el hombre que mata, viola o roba no ejercita propiamente su libertad; sí lo hace quien piensa, ama, vota o trabaja. En este segundo sentido, el término “libertad” permite un examen de las conductas humanas que lleve a algo más que a la mera constatación de que, de hecho, son posibles sin coacción.
La confusión aparece cuando se pasa del primer sentido al segundo, como si la pura circunstancia de que una acción es libre (en el sentido de que se realiza sin coacción) significase que sólo por eso ya es moralmente aceptable y jurídicamente defendible. Pero la experiencia demuestra que este salto lógico no es posible. Si lo fuera, habría que admitir el absurdo de que la violación, el atraco y la tortura, si se realizasen consciente y voluntariamente (es decir, libremente, en el primer significado expuesto), en lugar de ser delitos abominables serían derechos amparados por la ley.
En definitiva, en cierto sentido puede decirse que el hombre usa su libertad cuando decide su propia muerte, si toma esta decisión con plenitud de facultades y sin ser coaccionado; pero que la use bien o mal no es “otra cuestión”, sino que es precisamente lo que importa, lo decisivo, a la hora de establecer un juicio ético o jurídico sobre sus actos.
78. ¿Cómo se formula el argumento de evitar la clandestinidad con el que algunos defienden la legalización de la eutanasia?
Suele expresarse de este modo: existen situaciones de extrema gravedad y circunstancias dramáticas en las que unas personas dan muerte a otras por compasión ante sus sufrimientos intolerables, o bien obedeciendo al expreso deseo de quienes quieren abreviar su vida, por hallarse en la fase terminal de una enfermedad incurable. Estas prácticas existen y, al no estar legalmente reguladas, se desarrollan en la clandestinidad, con lo que se impide por completo cualquier clase de control sobre los excesos o abusos que puedan producirse. En consecuencia, hay que establecer una regulación de esos casos remite.
Este es un argumento que se repite siempre que se trata de legalizar, o de dejar impunes, algunos atentados contra la vida de los inocentes, como el aborto y la eutanasia, y no suele presentarse solo, sino que por lo general va acompañado de consideraciones en torno al “derecho a morir”, que ya hemos visto.
79. ¿No es éste un argumento razonable, puesto que se refiere sólo a los casos más dramáticos e irresolubles?
No, ciertamente. El hecho de que se cometan delitos -obviamente, en la clandestinidad- no es razón para que esas conductas tengan que ser legalizadas. Según esta extraña lógica, habría que regular la evasión de impuestos en los casos límite de contribuyentes que tuvieran extremas dificultades para cumplir sus deberes con el Fisco, a fin de que no defrauden en la clandestinidad.
Cuando en la comisión de un delito concurren circunstancias especiales, la actitud razonable no es legalizar el delito en tales circunstancias, sino que el juez las tenga en cuenta a la hora de ponderar en el correspondiente juicio la responsabilidad del autor o los autores, si la hubiera.
Por otra parte, también en este tipo de argumentos nos hallamos ante la manipulación de las palabras y su significado. Los partidarios de la eutanasia propugnan su legalización para, mediante su control, impedir “excesos o abusos”. Esta forma de presentar la cuestión presupone que, en determinadas circunstancias, la práctica de la eutanasia no es un exceso o un abuso; es decir, se ciega la posibilidad de debatir la naturaleza misma de la eutanasia, porque se parte gratuitamente del supuesto de que hay eutanasias abusivas y eutanasias correctas, lo cual es falso. Además, con esta forma de argumentar se intenta producir la impresión de estar solicitando una legislación restrictiva, cuando en la realidad se solicita una norma permisiva, que es exactamente lo contrario.
80. El carácter irrenunciable, inalienable e indisponible del derecho a la vida, ¿tiene valor absoluto en el Derecho español, o admite excepciones?
Son varias las leyes que han admitido excepciones a este principio: las que han legitimado la pena de muerte, las que permiten el aborto no punible en determinados casos y las que hacen posible sin sanción penal la destrucción de embriones y fetos humanos en el entorno de las técnicas de reproducción asistida y las experimentaciones e investigaciones relacionadas con esas técnicas.
En un grado inferior al del derecho a la vida, nuestro Código Penal permite en algunos casos ir contra la integridad física de las personas, derecho íntimamente conexo al de la vida: son los casos de las esterilizaciones y los trasplantes de órganos, que, si son consentidos no son delito. Desde el punto de vista moral los trasplantes son, normalmente, dignos de elogio mientras que las esterilizaciones merecen un serio reproche moral.
81. ¿Admite el Derecho español algún caso en que no sea castigado el atentado contra la integridad física de una persona sin su consentimiento?
Sí. Una reforma realizada en el Código Penal en 1989 modificó su artículo 428 para permitir la esterilización forzosa de deficientes psíquicos. Este es el primer caso en que la legislación española ha abierto la puerta a la legitimación jurídica de atentados a la integridad física de las personas sin su consentimiento, admitiendo así el peligroso principio de que los deficientes psíquicos, sólo por serlo, pueden ver limitados los derechos fundamentales que -por ser personas como las demás- la Constitución les reconoce.
Como es fácil advertir, admitido el principio, es imposible ya poner un límite lógico, absoluto e inamovible al proceso de limitación de derechos a los deficientes o a quienes están en situaciones asimilables por edad o por enfermedad.
Esta norma, aparte de intrínsecamente inmoral, ha introducido una escala de valores en el Derecho español que puede propiciar un deslizamiento suave hacia la eutanasia, hacia la privación del derecho a la vida a quienes por una u otra razón no están en la plenitud de sus facultades.
82. ¿Puede en algún caso no ser delictiva la llamada “eutanasia del recién nacido”, es decir, el matar o dejar morir sin asistencia a un niño recién nacido al saberse, tras el parto, que es deficiente?
No. En España, matar a un recién nacido porque éste sea deficiente siempre es delito.
Sin embargo, puede llegar el día en que el legislador se plantee que en tales casos nadie debiera ser condenado o siquiera Juzgado, argumentando que se hace un favor al deficiente matándolo para evitar que lleve una vida de escasa calidad. SI, detectada la deficiencia -o la mera probabilidad de deficiencia- antes de nacer, la ley permite que se mate a un ser humano mediante un aborto no punible hasta las veintidós semanas de vida intrauterina, no se ve razón lógica para impedir que se le mate tres meses y medio después si se aprecia entonces la deficiencia del niño.
El aborto “eugenésico” no punible ha introducido una lógica de eliminación de vidas deficientes que no tiene por qué detenerse en el momento del parto. En países cercanos geográfica y culturalmente al nuestro ya se han dado casos de padres que han matado a hijos recién nacidos por ser deficientes, y han sido absueltos por los tribunales con argumentos como los expuestos.
83. Ya que el derecho a la vida es irrenunciable, ¿pueden los médicos tomar las decisiones que quieran para mantener con vida a sus pacientes?
No. El Derecho español se basa en el principio de que el tratamiento médico sólo es legítimo si el paciente consiente en él. Si un médico decidiera actuar sobre un paciente en contra de la voluntad de éste, podría cometer un delito de coacciones. Ahora bien, la libertad del paciente para recibir o no un determinado tratamiento, o sufrir o no una intervención quirúrgica, no llega hasta el extremo de obligar al médico a cometer un delito como quitarle la vida. Si la voluntad del paciente revelase una actitud claramente suicida, el médico podría y debería -con autorización judicial, en su caso- aplicarle tratamientos ordinarios y no arriesgados para mantenerlo en vida, ya que, de lo contrario, podría cometer el delito de omisión del socorro debido.
84. ¿Qué es el delito de omisión del socorro debido?
El Código Penal lo define en su artículo 489 ter así:
“El que no socorriera a una persona que se hallare desamparada y en peligro manifiesto y grave, cuando pudiere hacerlo sin riesgo propio ni de tercero, será castigado con la pena de arresto mayor o multa de 30.000 a 60.000 pesetas.
En la misma pena incurrirá el que, impedido a prestar socorro, no demandare con urgencia auxilio ajeno.
Si la Víctima lo fuere por accidente ocasionado por el que omitió el auxilio debido, la pena será de prisión menor”.
Considerar delito el no prestar socorro a quien se encuentra en peligro para su vida o su integridad física es una manifestación de solidaridad social y humana, y se basa precisamente en que toda persona tiene derecho a que los demás la ayuden cuando esté en peligro, sin que se distinga si eso ocurre por causas ajenas a su voluntad o por su propio deseo.
La existencia de este delito, y la exigibilidad ética de esta conducta de ayuda a quien está en peligro, acreditan cómo no existe un derecho a quitarse la vida. Si eso no fuera así cometerían un delito de coacciones el policía que intenta evitar que el suicida se arroje por la ventana, o el médico que procura salvar la vida del herido que ingresa en grave estado como consecuencia de un intento de suicidio.
Además, quien no hiciera todo lo posible por salvar la vida de otro, aun cuando éste desease morir, violaría el principio de justicia que exige dar a cada cual lo que es suyo y reconocerle su dignidad aunque él no lo desee.
85. ¿Qué es el principio de justicia?
Es uno de los principios generales del Derecho según el cual todo ser humano debe ser respetado y su dignidad protegida y amparada por los demás -incluido el Estado- aun en el caso de que renuncie explícita y expresamente a ello. Este principio elemental de la ética social y de la conducta común implica que prevalece la justicia sobre la autonomía del individuo, de forma que nadie puede hacer daño a otro aunque éste lo pida.
El principio de justicia es una expresión del sentido ético básico de la Humanidad, fundamento elemental de todas las leyes y de la propia convivencia social. Sin él no tendían justificación alguna ni el Derecho ni los Tribunales, y sería imposible una sociedad organizada sobre fundamentos distintos de la ley del más fuerte y la institucionalización de la violencia.
86. Si esto es así, ¿cómo es que algunos dicen que es preciso legalizar la eutanasia para evitar el encarnizamiento terapéutico?
Quienes defienden tal argumento, o hacen pura demagogia al llamar “encarnizamiento terapéutico” a que el médico no pueda ser obligado a acabar con la vida de sus pacientes cuando éstos o sus familiares lo soliciten, o engañan -de buena o mala fe- a la opinión pública pretendiendo que ésta caiga en el error de legalizar un mal (la eutanasia) para evitar otro mal (el encarnizamiento terapéutico), cuando la verdad es que ambos males ya están prohibidos y castigados por las leyes.
87. ¿Qué valoración global merece la legislación española en cuanto a la protección del derecho a la vida?
Actualmente, crecen las opiniones y se elaboran propuestas legislativas que pretenden ampliar las grietas ya existentes en el bloque coherente que una tradición de siglos ha construido para comprometer activamente al Estado y al Derecho en la defensa de la vida humana. Pero, salvo en lo relativo a seres humanos no nacidos, o concebidos en laboratorio, la protección jurídica en España del derecho a la vida es bastante correcta.
88. ¿Es válido en España el llamado “testamento vital”?
Si por “testamento vital” se entiende el mandato hecho a una persona para que acabe con la propia vida en caso de estar gravemente enfermo, impedido o con fuertes dolores, tal testamento es nulo y totalmente ineficaz, porque nadie puede obligar a otro a matarlo ni por acción ni por omisión.
En cambio, si por “testamento vital” se entiende la expresión de la voluntad de una persona de renunciar a que le sean aplicados medios desproporcionados para alargarle artificial o mecánicamente la agonía cuando ya no sea posible salvarle la vida, tal testamento es válido jurídica y éticamente.
Como ejemplo concreto de un “testamento vital” perfectamente válido y admisible, está el que la Conferencia Episcopal Española ha aprobado y propuesto a los cristianos. Su texto dice así:
Testamento vital
A mi familia, a mi médico, a mi sacerdote, a mi notario:
Si me llega el momento en que no pueda expresar mi voluntad acerca de los tratamientos médicos que se me vayan a aplicar, deseo y pido que esta Declaración sea considerada como expresión formal de mi voluntad, asumida de forma consciente, responsable y libre, y que sea respetada como si se tratara de un testamento.
Considero que la vida en este mundo es un don y una bendición de Dios, pero no es el valor supremo y absoluto. Sé que la muerte es inevitable y pone fin a mi existencia terrena, pero desde la fe creo que me abre el camino a la vida que no se acaba, junto a Dios.
Por ello, yo, el que suscribe……………….. pido que si por mi enfermedad llegara a estar en situación crítica irrecuperable, no se me mantenga en vida por medio de tratamientos desproporcionados o extraordinarios; que no se me aplique la eutanasia activa, ni se me prolongue abusiva e irracionalmente mi proceso de muerte; que se me administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos.
Pido igualmente ayuda para asumir cristiana y humanamente mi propia muerte. Deseo poder prepararme para este acontecimiento final de mi existencia, en paz, con la compañía de mis seres queridos y el consuelo de mi fe cristiana.
Suscribo esta Declaración después de una madura reflexión. Y pido que los que tengáis que cuidarme respetéis mi voluntad. Soy consciente de que os pido una grave y difícil responsabilidad. Precisamente para compartirla con vosotros y para atenuamos cualquier posible sentimiento de culpa, he redactado y firmo esta declaración.
Fecha………………..
Firma
89. La exigencia de respeto al principio de justicia. ¿permite hablar de una “ecología humana”?
Desde luego que sí. Al igual que los hombres hemos ido adquiriendo la convicción de la necesidad de respetar la Naturaleza sin manipularla abusivamente al servicio egoísta de nuestros exclusivos intereses, debemos también convencernos de que mayor respeto aún merece el ser humano. Sería aberrante que, mientras la mentalidad ecológica se constituye en legítimo título de orgullo de nuestros contemporáneos, excluyésemos a los seres humanos de esta mentalidad de respeto.
En España, como en los demás países tenidos por civilizados, se da la paradoja de que se aprueban leyes cuyo objeto es proteger a los animales de tratos hirientes o experimentos innecesarios, y, al mismo tiempo, se proponen leyes (y a veces se aprueban) que desprotegen jurídicamente a los seres humanos, de forma que el Estado y el Derecho están menos comprometidos con el respeto a la dignidad del hombre que con la defensa de los animales frente a tratos degradantes. Dado que estas contradicciones existen, no sólo se puede, sino que se debe hablar deuna ecología humana, implicada y comprometida en la salvaguarda de la vida como un derecho inalienable, indisponible e irrenunciable.
LA EUTANASIA
La Eutanasia. 100 cuestiones y respuestas
Creación: Conferencia Episcopal Española, Comité para la defensa de la vida.
Fuente: Conferencia Episcopal Española.
Lengua original: Español.
Copyright: No.
Publicación: Febrero de 1993.
Comprobado el 16 de mayo de 2002.
La Eutanasia. 100 cuestiones y respuestas sobre la defensa de la vida humana y la actitud de los católicos
Presentación
Cuando, hace casi dos años, el Comité Episcopal para la Defensa de la Vida, dependiente de la Conferencia Episcopal Española, presentó a la opinión pública el libro “EI Aborto: 100 cuestiones y respuestas sobre la defensa de la vida humana y la actitud de los católicos”, ya anunció que aquel era efímero de una serie de publicaciones que verían la luz en el futuro. Una era la idea común: estudiar el valor y la dignidad de la vida humana desde la peculiar óptica que implica el tratamiento monográfico de un problema de actualidad. En aquella primera ocasión se trató del aborto; hoy, de la eutanasia.
El amplio debate social generado por aquellas “caen cuestiones sobre el aborto”, la difusión lograda por el texto en España, en Hispanoamérica y en toda Europa, especialmente en los países recién salidos de la experiencia comunista, no dejó de ser un acicate importante para el Comité a la hora de dar cumplimiento a su propósito inicial de continuar aquel trabajo sobre el aborto con otros temas de similar actualidad. El millón de ejemplares vendidos de las “100 cuestiones sobre el aborto” y las noticias de su permanente uso como instrumento de trabajo y estudio en los más variados ambientes escolares, académicos y religiosos de varios continentes, han incentivado el esfuerzo intenso del Comité Episcopal para la Defensa de la Vida que ha trabajado durante más de un año en múltiples reuniones plenarias y de ponencia, para perfilar el texto que ahora se hace público.
Médicos, filósofos, farmacéuticos, enfermeras, teólogos, juristas, moralistas, han escrito, reescrito, discutido y redactado finalmente este texto sobre la eutanasia durante largos meses de trabajo, pretendiendo lograr un producto final fiel al doble objetivo de esta colección de trabajos: rigor técnico y científico en el tratamiento y claridad y sencillez en la exposición.
Mientras preparábamos este trabajo se han celebrado dos referendums en los EE.UU., sobre la eutanasia, rechazando en ambos la mayoría de los ciudadanos su legalización; se ha reabierto en Holanda el debate -una vez más en aquel país- sobre la despenalización de las prácticas eutanásicas; en distintos países han saltado a los medios de comunicación social noticias sobre “casos”, sentencias, opiniones y propuestas referentes a la eutanasia. Estos hechos no han alterado el plan de trabajo del Comité, aunque hayan sido estudiados, valorados y considerados.
Cuando nuestro trabajo estaba casi acabado, el Gobierno Español ha aprobado un Proyecto de Código Penal -actualmente en trámite en el Congreso de los Diputados- en el que se regula la eutanasia como un delito singular acreedor a una pena sensiblemente más liviana que la del homicidio. Se Inicia así en nuestro país la tendencia de “comprensión jurídica” hacia las prácticas eutanásicas que, nos tememos, puede acabar a corto plazo con su total impunidad como ha sucedido con el aborto, despenalizado parcialmente para atender a determinados “casos extremos” y legalizado en la práctica hasta el punto de constituir ya un lucrativo negocio amparado incluso por determinadas instituciones del Estado.
La iniciativa legislativa del Gobierno hace de total actualidad el presente trabajo que pretende servir como elemento de reflexión para todos los ciudadanos -también para quienes emiten su voto como Diputados y Senadores- y como factor de formación para la conciencia ilustrada de los católicos.
Este documento aborda la eutanasia sin rehuir ni ocultar los argumentos de sus partidarios; sin omitir los puntos de vista más conflictivos; sin silenciar los temas más polémicos, pues creemos que la sociedad -los católicos y quienes no lo son- puede y debe dedicar un tiempo razonable a reflexionar y lo formarse antes de emitir un juicio sobre cuestión de tal relevancia.
En nuestro tiempo crecen sentimientos de ideas muy acordes con la idea de hombre, de justicia y de derechos humanos que subyace en este trabajo, pero a la vez se imponen en nuestras sociedades prácticas incompatibles con la dignidad humana. El Comité Episcopal para la Defensa de la Vida está convencido de que podemos impulsar los aspectos más positivos de nuestra cultura si todos hacemos un esfuerzo para ser coherentes con el humanismo que ha inspirado los aspectos más positivos de la Modernidad. Por ello, ofrece a la consideración responsable de todos los ciudadanos -también de los políticos, los médicos, educadores, familias y demás personas que han de decidir sobre la eutanasia-, un trabajo que se inspira en un profundo respeto por cada hombre, por cada mujer, por cada ser humano, que -para quienes creemos en Dios- es objeto de un amor singular y personal desde antes de la creación y no acabará jamás, proyectándose tras la muerte por la eternidad.
Cardenal Narciso Jubany Arnau
Presidente del Comité Episcopal para la Defensa de la Vida
I. Terminología
1. ¿Qué es la eutanasia?
La palabra “eutanasia” a lo largo de los tiempos ha significado realidades muy diferentes. Etimológicamente, eutanasia (del griego “eu”, bien, “Thánatos”, muerte) no significa otra cosa que buena muerte, bien morir, sin más.
Sin embargo, esta palabra ha adquirido desde antiguo otro sentido, algo más específico: procurar la muerte sin dolor a quienes sufren. Pero todavía este sentido es muy ambiguo, puesto que la eutanasia, así entendida, puede significar realidades no sólo diferentes, sino opuestas profundamente entre sí, como el dar muerte al recién nacido deficiente que se presume que habrá de llevar una vida disminuida, la ayuda al suicida para que consume su propósito, la eliminación del anciano que se presupone que no vive ya una vida digna, la abstención de persistir en tratamientos dolorosos o inútiles para alargar una agonía sin esperanza humana de curación del moribundo, etc.
2. ¿Qué se entiende hoy por eutanasia?
Hoy, más estrictamente, se entiende por eutanasia el llamado homicidio por compasión, es decir, el causar la muerte de otro por piedad ante su sufrimiento o atendiendo a su deseo de morir por las razones que fuere.
Sin embargo, en el debate social acerca de la eutanasia, no siempre se toma esta palabra en el mismo sentido, e incluso a veces se prefiere, según el momento, una u otra acepción para defender tal o cual posición dialéctica. Esto produce con frecuencia la esterilidad del debate y, sobre todo, grave confusión en el común de las gentes.
3. ¿Es, pues, especialmente importante el significado de las palabras en esta materia?
Es de extrema importancia, porque, según la significación que se dé al término eutanasia, su práctica puede aparecer ante las gente como un crimen inhumano o como un acto de misericordiosa solidaridad. Estas diferencias tan enormes obedecen con frecuencia a la distinta manera de entender la significación de la palabra, es decir, la realidad que se quiere designar.
No se puede ignorar, sin embargo, que en el debate público también se da no pocas veces, por parte de los patrocinadores de la eutanasia, una cierta manipulación -querida o no- de las palabras, cuyo resultado es presentar ante la opinión pública la realidad de la eutanasia como algo más inocuo de lo que es (se dice “muerte dulce”, “muerte digna”), y propiciar así su aceptación social; como si no existiera, o fuera secundario, el hecho central de que en la eutanasia un ser humano da muerte a otro, consciente y deliberadamente, por muy presuntamente nobles o altruistas que aparezcan las motivaciones que lo animen a ejecutar tal acción y por poco llamativos que sean los medios que utilice para realizarla.
Todo esto no quiere decir que el debate sobre la eutanasia dejaría de existir si todos hablásemos de lo mismo y otorgásemos al término idéntico significado. El debate también se produciría aun cuando por eutanasia todos entendiesen una sola cosa: el causar la muerte de otro, con su consentimiento o no, para evitarle dolores físicos o padecimientos de otro tipo, considerados insoportables.
Tomada la eutanasia de esta manera, existen algunas personas y grupos partidarios de legalizarla y de darle respetabilidad social, porque interpretan que la vida humana no merece ser vivida más que en determinadas condiciones de plenitud, frente a la convicción mayoritaria que considera, por el contrario, que la vida humana es un bien superior y un derecho inalienable e indisponible, es decir, que no puede estar al albur de la decisión de otros, ni de la de uno mismo.
4. ¿Qué se va a entender por eutanasia en esta obra?
Llamaremos eutanasia a la actuación cuyo objeto es causar muerte a un ser humano para evitarle sufrimientos, bien a petición de éste, bien por considerar que su vida carece de la calidad mínima para que merezca el calificativo de digna.
Así considerada, la eutanasia es siempre una forma de homicidio, pues implica que un hombre da muerte a otro, ya mediante un acto positivo, ya mediante la omisión de la atención y cuidado.
5. ¿Por qué se escoge esta definición?
Porque en ella están los elementos esenciales que configuran un fenómeno complejo como es la eutanasia:
– la muerte ha de ser el objetivo buscado, ha de estar en la intención de quien practica la eutanasia: no es eutanasia, por tanto, el aplicar un tratamiento necesario para aliviar el dolor, aunque acorte la expectativa de vida del paciente como efecto secundario no querido, ni puede llamarse eutanasia al resultado de muerte por imprudencia o accidente;
– puede producirse por acción (administrar sustancias tóxicas mortales) o por omisión (negarle la asistencia médica debida); ha de buscarse la muerte de otro, no la propia. No consideraremos el suicidio como forma peculiar o autónoma de eutanasia,
Los motivos son un elemento sustancial para hablar de eutanasia con propiedad.
– puede realizarse porque la pide el que quiere morir. La ayuda o cooperación al suicidio sí la consideramos una forma de eutanasia;
– puede realizarse para evitar sufrimientos, que pueden ser presentes o futuros, pero previsibles; o bien porque se considere que la calidad de vida de la víctima no alcanzará o no mantendrá un mínimo aceptable (deficiencias psíquicas o físicas graves, enfermedades degradantes del organismo, ancianidad avanzada, etc.).
El sentimiento subjetivo de estar eliminando el dolor o las deficiencias ajenas es elemento necesario de la eutanasia; de lo contrario estaríamos ante otras formas de homicidio.
6. ¿No es muy estricto el significado de la eutanasia expuesto?
Más que estricto quiere ser preciso, y eso por dos razones: primera, porque solo acotando con precisión la realidad que se quiere designar será posible saber a qué nos estamos refiriendo; segunda, porque este significado coincide también con lo que los patrocinadores de la legalización de la eutanasia quieren que prospere: que se legitime el que un hombre dé muerte a otro dadas ciertas circunstancias.
Como más adelante se verá, por ejemplo, la renuncia a la obstinación terapéutica sin esperanza -que se suele designar como encarnizamiento terapéutico- merece una consideración aparte y, en sentido estricto, no puede considerarse eutanasia, aunque desde el mero punto de vista etimológico sea, desde luego, una forma de favorecer la “buena muerte”. Este es un ejemplo concreto de lo fácilmente que se introduce la confusión en esta materia por los diversos significados que pueden darse a una misma palabra.
7. ¿Cuántas clases de eutanasia hay?
Según el criterio que se emplee, hay diversas clasificaciones del fenómeno de la eutanasia que dependen también del significado que se dé al término.
Desde el punto de vista de la víctima la eutanasia puede ser voluntaria o involuntaria, según ser solicitada por quien quiere que le den muerte o no; perinatal, agónica, psíquica o social, según se aplique a recién nacidos deformes o deficientes, a enfermos terminales, a afectados de lesiones cerebrales irreversibles o a ancianos u otras personas tenidas por socialmente improductivas o gravosas, etc. Algunos hablan de auto eutanasia refiriéndose al suicidio, pero eso no es, propiamente, una forma de eutanasia, aunque muchos de sus patrocinadores defienden también, con arreglo a su propia lógica, el derecho al suicidio.
Desde el punto de vista de quien la practica, se distingue entre eutanasia activa y pasiva, según provoque la muerte a otro por acción o por omisión, o entre eutanasia directa e indirecta: la primera sería la que busca que sobrevenga la muerte, y la segunda la que busca mitigar el dolor físico, aun a sabiendas de que ese tratamiento puede acortar efectivamente la vida del paciente; pero esta última no puede tampoco llamarse propiamente eutanasia.
Existen muchas más clasificaciones posibles y una misma acción puede, a su vez, incluirse en varias de las modalidades referidas aquí. Pero todo esto es, en el fondo, secundario, y con frecuencia contribuye a aumentar la confusión sobre la realidad del problema, en lugar de ayudar a esclarecer la cuestión. De ahí que, para poder referirnos a un concepto que admitan tanto los partidarios de la eutanasia como los defensores de la vida, la hayamos definido en los términos expuestos más arriba, sin detenernos en ulteriores divisiones o clasificaciones.
8. ¿Qué se entiende por distanasia?
La distanasia (del griego “dis”, mal, algo mal hecho, y “thánatos”, muerte) es etimológicamente lo contrario de la eutanasia, y consiste en retrasar el advenimiento de la muerte todo lo posible, por todos los medios, proporcionados o no, aunque no haya esperanza alguna de curación y aunque eso signifique infligir al moribundo unos sufrimientos añadidos a los que ya padece, y que, obviamente, no lograrán esquivar la muerte inevitable, sino sólo aplazarla unas horas o unos días en unas condiciones lamentables para el enfermo.
La distanasia también se llama “ensañamiento” y, “encarnizamiento terapéutico”, aunque sería más preciso denominarla “obstinación terapéutica”.
9. ¿Qué es la ortotanasia?
Con esta palabra (del griego “orthos”, recto, y “thánatos”, muerte), se ha querido designar la actuación correcta ante la muerte por parte de quienes atienden al que sufre una enfermedad incurable en fase terminal. La ortotanasia estaría tan lejos de la eutanasia, en el sentido apuntado aquí, como de la distanasia u obstinación terapéutica. Este término, reciente, no se ha consagrado más que en ciertos ambientes académicos, sin hacer fortuna en el léxico habitual de la calle; pero su sola acuñación revela la necesidad de acudir a una palabra distinta de “eutanasia” para designar precisamente la buena muerte, que es lo que se supone que tendría que significar la eutanasia, y que sin embargo ya no significa, porque designa la otra realidad mencionada: una forma de homicidio.
10. ¿Estamos, pues, ante el “secuestro” de la palabra “eutanasia”?
Más bien habría que hablar de la desvirtuación de su significado, que se ha debido tanto al deseo de algunos de hacer más aceptable socialmente el “homicidio por compasión” (y desde este punto de vista puede hablarse de “secuestro” de esta palabra), como a la inexistencia de un término adecuado para designar esta clase de homicidio. Esta es una de las razones por las que el aspecto terminológico es de suma importancia en toda esta cuestión.
11. ¿Cuáles son los principales argumentos que se emplean para promover la legalización de la eutanasia?
Se suele promover la legalización de la eutanasia y su aceptación social con cinco clases de argumentos:
– el derecho a la muerte digna, expresamente querida por quien padece sufrimientos atroces;
– el derecho de cada cual a disponer de su propia vida, en uso de su libertad y autonomía individual;
– la necesidad de regular una situación que existe de hecho. Ante el escándalo de su persistencia en la clandestinidad;
– el progreso que representa suprimir la vida de los deficientes psíquicos profundos o de los enfermos en fase terminal, ya que se trataría de vidas que no pueden llamarse propiamente humanas;
– la manifestación de solidaridad social que significa la eliminación de vidas sin sentido, que constituyen una dura carga para los familiares y para la propia sociedad.
No todos los partidarios de la eutanasia comparten todos estos argumentos; pero todos, en cambio, comparten los dos primeros, y a menudo el tercero.
A lo largo de este texto iremos refiriéndonos a cada uno de dichos argumentos para examinarlos en su propio contexto.
EL ABORTO
II. Como se practica el aborto
15. ¿Cuáles son los métodos habituales en la práctica del aborto?
El aborto provocado tiene por objeto la destrucción del hijo en desarrollo en el seno materno o su expulsión prematura para que muera. Para conseguir este resultado se suelen usar diversos métodos que en otras circunstancias se emplean normalmente también en ginecología y obstetricia, y que se eligen atendiendo a los medios de que se disponga y a la edad del feto que hay que suprimir. Los métodos más utilizados son: aspiración, legrado, histerotomía (“mini cesárea”), inducción de contracciones e inyección intraamniótica.
16. ¿No existen también unas píldoras abortivas?
Aunque se ha intentado muchas veces el uso de medios con apariencia de medicamentos para producir abortos, hasta ahora sólo lo ha conseguido con alguna efectividad la llamada “píldora abortiva” (RU-486). Mediante su administración en época muy temprana del embarazo, antes de la sexta semana de vida del hijo, es decir, antes de que se produzca la segunda falta de la regia en la madre, se intenta que este preparado hormonal anule la función de la placenta en formación, con lo que se produce la muerte del hijo, que es en ese momento un embrión necesitado absolutamente de la función nutritiva de la placenta, y entonces ocurre su consiguiente expulsión con todas sus envolturas. Si no se consiguen completamente los resultados perseguidos hay que recurrir a un legrado para consumar el aborto.
17. ¿Cómo se practica un aborto por aspiración?
Se dilata primero el cuello uterino con un instrumental adecuado a esta función, para que por él pueda caber un tubo que va conectado a un potente aspirador. La fuerza de la succión arrastra al embrión y al resto del contenido uterino, todo deshecho en pequeños trozos. Una vez terminada la operación de succión se suele realizar un legrado para obtener la certeza de que el útero ha quedado bien vacío. Este método se suele usar cuando el embarazo es de menos de diez o doce semanas.
18. ¿En qué consiste el método de legrado?
El legrado o raspado, también llamado “curetaje”, es el método que se usa más frecuentemente. Se comienza por dilatar convenientemente el cuello del útero, lo que sólo se puede hacer bajo anestesia. Luego se introduce en el útero una especie de cucharilla de bordes cortantes llamada legra o “cureta”, que trocea bien a la placenta y al hijo al ser paseada de arriba abajo por toda la cavidad del útero. Los trozos así obtenidos se extraen con la misma legra.
Este método suele practicarse sobre todo en los tres o cuatro primeros meses de la vida del hijo. Si el embarazo ha superado las doce semanas, las dificultades aumentan y hay que triturar muy bien el cuerpo del feto para sacarlo al exterior. A veces pueden quedar grandes restos en el interior del útero, por ejemplo la cabeza, y por eso el abortador debe identificar cuidadosamente todos los restos extraídos para asegurarse de que no ha quedado nada dentro de la madre.
19. ¿Por qué se usan estos métodos sólo en los primeros meses del embarazo?
Porque el hijo crece y se desarrolla muy rápidamente, y pasado este tiempo su trituración y su expulsión por vía vaginal se hace muy difícil para quien realiza el aborto y muy peligrosa para la madre.
20. ¿En qué consiste el método de abortar conocido por “mini cesárea”?
La cesárea es una intervención que se realiza al final del embarazo, y que consiste en extraer al hijo a través de una incisión en el abdomen de su madre, cuando por las causas que fuere no es posible su nacimiento por el conducto normal. Esta operación ha salvado muchas vidas tanto de madres como de hijos. Una cesárea practicada cuando han transcurrido todavía pocas semanas de embarazo se llama “mini cesárea”, y consiste en practicar una incisión en el útero a través del abdomen materno para extraer por ella al hijo y a la placenta. Este método se suele realizar a partir de la decimoquinta o decimosexta semana del embarazo. Habitualmente se extraen niños vivos, que se mueren poco después por ser inviables. Pero a veces por este procedimiento se han obtenido niños vivos que eran viables, y entonces se les ha dejado morir sin prestarles los cuidados que posiblemente habrían permitido salvarlos, o bien se les ha provocado la muerte, habitualmente por asfixia.
21. ¿En qué consiste el aborto por inducción de contracciones?
Consiste en la provocación de la expulsión del feto y la placenta mediante la administración a la madre, por diversas vías, de sustancias (prostaglandinas, oxitocina) que producen contracciones semejantes a las de un parto, las cuales provocan a su vez la dilatación del cuello uterino, y la bolsa en que está el hijo se desprende de las paredes del útero. El niño puede nacer muerto, porque se asfixia en el interior de su madre, o vivo.
También se emplean en ocasiones, y previamente al uso de oxitócidos, unos tallos o dilatadores hidrófilos que, colocados en el cuello uterino, se hinchan progresivamente y lo dilatan.
22. ¿En qué consiste el método de la inyección intraamniótica?
Se inyecta en el líquido amniótico en que vive el hijo, a través del abdomen de la madre, una solución salina hipertónica o una solución de urea. Estas soluciones irritantes hiperosmóticas provocan contracciones parecidas a las del parto, y con un intervalo de uno o dos días tras la inyección, el hijo y la placenta suelen ser expulsados al exterior. En un cierto número de casos hay que efectuar después un legrado para asegurarse de la expulsión de la placenta.
Este método se utiliza en ocasiones para evacuar un feto muerto espontáneamente y retenido en el útero, y sólo puede usarse en un embarazo ya avanzado. Si se trata de provocar un aborto, es decir, si el hijo está vivo dentro de su madre y hay que suprimirlo, también el embarazo tiene que ser de cierto tiempo, de más de cuatro meses.
La solución irritante introducida previamente suele envenenar al feto, produciéndole además extensas quemaduras. Alguna vez, en lugar de soluciones cáusticas, se han introducido en el líquido amniótico prostaglandinas; pero los que provocan abortos prefieren las otras soluciones, porque se obtienen fetos muertos con más seguridad, y es desagradable que el hijo nazca vivo y haya que matarlo o dejarlo morir a la vista de todos.
23. ¿Puede decirse que estos métodos sean seguros para la vida o la salud de la madre?
No. La palabra “seguridad” es completamente inadecuada para estas situaciones. En los abortos por aspiración existe el riesgo de infecciones e incluso de perforación del útero, y que a la hemorragia se una la lesión de órganos abdominales de la madre. Este riesgo se incrementa en los abortos por legrado. En los abortos por inducción de contracciones las complicaciones más graves son las hemorragias y las embolias, y en las “mini cesáreas” se corre el riesgo de desgarros de la cicatriz y de infecciones sobreañadidas. En las inyecciones intraamnióticas puede producirse el paso de las sustancias tóxicas al sistema circulatorio de la madre.
Es cierto que estas complicaciones no son muy frecuentes y que la mortalidad materna no es alta (aunque hay complicaciones y hay muertes), pero existen secuelas importantes derivadas de estas manipulaciones, que pueden influir seriamente en el desarrollo de embarazos posteriores.
Hay que mencionar también aquí el alto riesgo de alteraciones psíquicas que pueden aparecer muchas veces de forma tardía. El aborto supone frecuentemente para la madre, aunque se someta a él voluntariamente, un fuerte trauma psíquico.
En suma, ningún aborto es “seguro” para la mujer que aborta. Se trata tan sólo de una manera de hablar, por contraposición a otros métodos que implican aún más riesgo.
24. ¿Existen, pues, otros métodos, más burdos y peligrosos para la madre, que se usan en el aborto clandestino?
Sí. Desde hace miles de años existen testimonios históricos de abortos provocados, con gran riesgo para la vida de la madre. Hoy día siguen usándose métodos caseros en los abortos clandestinos.
25. ¿No sería mejor entonces, legalizar el aborto para evitar los riesgos de esos abortos clandestinos, o para que las mujeres más pobres no estén en inferioridad de condiciones respecto de las más ricas, que pueden ir a abortar al extranjero?
En primer lugar, debe saberse que incluso en los países con legislación muy permisivo sobre el aborto, el aborto clandestino sigue existiendo, por mil razones muy fáciles de comprender (adulterios con consecuencias no deseadas, necesidad de ocultar un embarazo para mantener cierta posición social, o tantas otras). En cualquier caso, las circunstancias exteriores que rodean al aborto pueden hacerlo más sórdido e inhumano por poner en peligro la vida de la madre además de la del hijo. Pero el aborto, sea de mujeres ricas o pobres, se haga clandestinamente o bajo la protección del Estado, se practique sin medios o con la más sofisticado tecnología, es siempre el mismo crimen contra la vida de un inocente indefenso, y esta acción nunca se puede justificar.
III. Las leyes sobre el aborto
26. ¿Cómo se ha venido regulando el aborto en los ordenamientos jurídicos de las naciones?
En la Grecia y la Roma antiguas el aborto, así como el infanticidio, estaban generalmente permitidos y socialmente aceptados. Desde que el Derecho se humanizó por influencia del cristianismo, el aborto se ha castigado siempre como un crimen.
En el siglo XX se han producido varias modificaciones en esa situación: la Unión Soviética permitió el aborto en 1920, y en la década de los 30 se añadieron varios países escandinavos y posteriormente otros del Este de Europa entonces bajo la dominación soviética, así como Japón.
A partir de finales de los años 60 se va permitiendo el aborto provocado -con más o menos restricciones, según los países- en el mundo occidental, aunque en muchas naciones sigue respetándose y protegiéndose el derecho a la vida del no nacido.
27. ¿Cuál es la situación en España?
En España el aborto ha sido un delito castigado en el Código Penal sin excepciones hasta 1985, en que una reforma del Código, conocida popularmente como “ley del aborto”, estableció unos supuestos en que, por concurrir determinadas circunstancias, el aborto no será punible.
28. ¿Significa esto que el aborto ya no es delito en España?
No. El aborto en España es un delito regulado en el Código Penal, en el Título VlIl (“delitos contra las personas”), Capítulo III, artículos 411 a 417 bis, ambos inclusive. En esos preceptos se establecen unas penas para quienes aborten, como se establecen en otros lugares del Código para quienes asesinen, violen o roben.
29. ¿Cuál es, entonces, la novedad que supuso la “ley del aborto”?
La nueva legislación, si se realiza en las circunstancias y condiciones que prevé esa legislación, no se castiga a quien lo practique ni a quien consienta que se le practique.
30. ¿Cuáles son esas circunstancias?
Son de tres clases: unas, relativas a la madre: que preste su consentimiento al aborto; que del embarazo se derive un grave peligro para su vida o su salud física o psíquica, o que el embarazo sea el resultado de un delito de violación. Otras, relativas al hijo: que se presuma que habrá de nacer con graves taras físicas o psíquicas. Otras, en fin, relativas a la misma práctica del aborto: que cuando se realice en virtud de uno de los casos anteriores, se haga en un centro autorizado para ello; que se practique por un médico o bajo su dirección; que, en algunos casos, haya uno o más dictámenes médicos que aconsejen el aborto, y que éste se realice no más tarde de determinados plazos en los casos de violación o de presuntas malformaciones del hijo.
31. ¿Cuál es la justificación que se ha dado para que el aborto no se castigue en algunos casos?
En algunas legislaciones se parte de la base de que el hijo concebido y no nacido no merece ninguna protección legal más que a partir de determinado tiempo de vida intrauterino, que es cuando se le empieza a considerar merecedor de protección. Según este criterio, el aborto es legal en determinado plazo del embarazo. Este sistema se conoce como el “sistema de plazos”.
En otros ordenamientos, como ocurre en el caso español, se considera que el hijo merece protección legal desde el inicio de su vida, pero se establecen las circunstancias en las cuales abortar deliberadamente no debe ser castigado. Este es el sistema conocido como “sistema de indicaciones”, que suele ser mixto, es decir, que a cada indicación suele corresponder un plazo de embarazo en que el aborto provocado no es punible.
32 ¿Es más restrictivo el sistema de indicaciones que el sistema de plazos?
Sí, porque en el sistema de indicaciones la Ley considera la vida del no nacido como un bien digno de protección, aunque se piense que no debe castigarse penalmente a quien aborta si existe un conflicto de bienes que el Estado no quiere prejuzgar cómo se resuelve. En cambio, en el sistema de plazos la vida del no nacido se convierte en una cosa disponible y destruible por la libre voluntad privada de la madre, pues el Estado se desentiende de ese no nacido y no le dispensa absolutamente ninguna protección.
33. ¿Explica de alguna manera nuestra legislación las razones por las cuales se establecen ciertas indicaciones para que el aborto no sea punible?
Normalmente, los promotores y quienes consienten las leyes que facilitan el aborto provocado intenta justificar la legislación permisiva argumentando que, en casos límite, no puede exigirse de las madres angustiadas una conducta heroica, ya que ésa no es función de la norma penal.
34. ¿Y no es, efectivamente, así?
No. Cualquier legislación penal establece con carácter general que los “casos límite”, en los cuales una persona se ve obligada, física o psíquicamente, a cometer un delito (cualquier delito, no sólo el aborto), implican la exención de responsabilidad penal del autor. También en España se da esta eximente de responsabilidad, llamada “estado de necesidad”, que, apreciada por el juez, conlleva la absolución del autor del delito. Esto quiere decir que no era necesaria una legislación específica para los “casos límite” en materia de aborto provocado, pues jamás se ha condenado a nadie por este delito, en la historia judicial española, si concurría la circunstancia de estado de necesidad.
Si lo que se pretendía era resolver los casos límite, la reforma del Código Penal no sólo no ha venido a llenar una laguna, que no existía, sino que ha transmitido a la sociedad la errónea impresión de que abortar en determinadas condiciones no es delito, tanto si se trata de casos límite como si no.
35. ¿Y no es lo mismo, a fin de cuentas, aplicar una eximente que declarar ciertos abortos no punibles?
No, porque en el primer caso la ley sigue transmitiendo a la sociedad el mensaje de que abortar es un delito, aunque los jueces apliquen la máxima comprensión hacia el delincuente en estado de necesidad, y en el segundo se transmite la idea de que basta con cumplir determinados requisitos formales para que abortar no sea delito, e incluso pueda llegar a ser una conducta socialmente respetable.
36. Entonces, ¿por qué se hizo esta modificación del Código Penal, si también antes se absolvía en casos de estado de necesidad?
Algunos de los promotores de la actual legislación sobre el aborto nunca han ocultado que éste tiene que ser el primer paso para que la sociedad considere el aborto provocado, en cualesquiera circunstancias, no sólo como algo legítimo, sino como un derecho de las madres de suprimir a sus hijos. Más adelante veremos que en la ley española, aparte de verdaderos estados de necesidad, se contemplan como causas de no punibilidad del aborto circunstancias normales en la vida, por duras que puedan ser.
Por otra parte, si no se realizaba la reforma como se realizó, no habría sido posible, entre otras cosas, el establecimiento legal de centros dedicados a la práctica de abortos, como si fueran una actividad médica o terapéutica en lugar de una sistemática eliminación de hijos aún no nacidos. Esta ocultación de la realidad se vive hasta el punto de que a los abortos provocados se les denomina con el eufemismo de “interrupciones voluntarias del embarazo”, o incluso con las iniciales “I.V.E.”, que sugieren algo técnico y científico, y desde luego ajeno a la posibilidad de que haya una víctima humana en este proceso, como en efecto la hay.
37. ¿Qué opinan los médicos de la realización de abortos provocados?
La gran mayoría de los médicos, en España y en todo el mundo, se niegan terminantemente a practicar abortos, porque saben que un aborto provocado es acabar violentamente con la vida de un ser humano, y esto es enteramente contrario a la práctica de la Medicina.
38. ¿Qué dice el artículo del Código Penal español que declara no punibles determinados abortos?
Es el artículo 417 bis, y su texto es el siguiente:
“1. No será punible el aborto practicado por un médico, o bajo su dirección, en centro o establecimiento sanitario, público o privado, acreditado y con consentimiento expreso de la mujer embarazada, cuando concurra algunas de las circunstancias siguientes:
1ª: Que sea necesario para evitar un grave peligro para la vida o la salud física o psíquica de la embarazada y así conste en un dictamen emitido con anterioridad a la intervención por un médico de la especialidad correspondiente, distinto de aquél por quien o bajo su dirección se practique el aborto.
En caso de urgencia por riesgo vital para la gestante, podrá prescindiese del dictamen y del consentimiento expreso.
2ª: Que el embarazo sea consecuencia de un hecho constitutivo de delito de violación del artículo 429, siempre que el aborto se practique dentro de las doce primeras semanas de gestación y que el mencionado hecho hubiese sido denunciado.
3ª: Que se presuma que el feto habrá de nacer con graves taras físicas o psíquicas, siempre que el aborto se practique dentro de las veintidós primeras semanas de gestación y que el dictamen, expresado con anterioridad a la práctica del aborto, sea emitido por dos especialistas de centro o establecimiento sanitario, público o privado, acreditado al efecto, y distintos de aquél por quien o bajo cuya dirección se practique el aborto.
2. En los casos previstos en el número anterior no será punible la conducta de la embarazada, aun cuando la práctica del aborto no se realice en un centro o establecimiento público o privado acreditado o no se hayan emitido los dictámenes médicos exigidos”.
Se trata, pues, de una legislación mixta, de indicaciones y de plazos, aunque en el primero de los tres supuestos se atiene exclusivamente al sistema de indicaciones.
39. ¿Qué quiere decir “no será punible el aborto practicado por un médico, o bajo su dirección, en centro o establecimiento sanitario, público o privado”?
Con estas expresiones se quieren significar varias cosas: la primera, que la conducta descrita en este artículo no lleva aparejada la imposición de pena alguna si se cumplen los supuestos y los requisitos del propio artículo. También se quiere decir que la ley no obliga a que el aborto lo practique un médico; lo puede realizar cualquiera, aun sin requisito alguno de cualificación, siempre que un médico reconozca haberío dirigido. Y se establece que, para que el aborto no sea punible, debe hacerse en un establecimiento que reúna determinadas condiciones técnicas, que están reguladas por Decreto y se refieren al personal y las instalaciones de que ha de disponer el lugar.
40. ¿Qué quiere decir la circunstancia 1ª de este artículo?
Quiere decir que la determinación de si la vida o la salud física o psíquica de la madre corren grave riesgo como consecuencia del embarazo, se hará solamente por medio de un único certificado médico. El aborto fundado en esta circunstancia se conoce como “aborto terapéutico”.
41. ¿Por qué se llama “aborto terapéutico”?
Inicialmente se llamó así al aborto que se practicaba cuando entraban en colisión la vida de la madre y la del hijo. Hoy se extiende este calificativo a cualquier dolencia o riesgo de dolencia. En este último sentido, se pretende sugerir que mediante el aborto se cura alguna enfermedad de la madre, aunque, en términos estrictos, un aborto provocado no cura nada, no es terapia de nada.
42. ¿De cuántas semanas ha de ser el embarazo para que en esta circunstancia el aborto no sea punible?
No hay plazo alguno. La madre podrá abortar impunemente en cualquier momento de su embarazo si el certificado médico se basa en el peligro para su vida o su salud.
43. ¿Es frecuente que la vida de una mujer corra grave peligro como consecuencia de su embarazo?
No; es muy raro que eso ocurra. Con los últimos adelantos de la ciencia médica, es cada día más difícil que se plantee esta colisión entre la vida de la madre y la del hijo. La realidad más bien inclina a decir lo contrario: hay más ocasiones de peligro de muerte para una madre como consecuencia de un aborto provocado que como consecuencia de su embarazo.
44. ¿Y respecto de la salud física de la madre?
Ciertamente, un embarazo que se considere normal es de por sí una sobrecarga que debe sufrir la mujer embarazada, y puede producir, y de hecho produce, trastornos de diversa índole; pero parece cosa clara que ninguna de estas irregularidades entra en las causas previstas para que el aborto no sea punible, ya que entonces sobraría la ley, porque, como queda dicho, esas disfunciones corresponden a embarazos que médicamente se consideran perfectamente normales.
En determinadas ocasiones puede suceder que un embarazo agrave una enfermedad previa a la madre, pero resulta muy difícil cuantificar el riesgo añadido que pueda suponer el embarazo y, en cualquier caso, la madre bien atendida podrá superar sin mayores problemas las dificultades planteadas, porque hoy existen medios sobrados para que así suceda. Por otro lado, no debe olvidarse que la práctica de un aborto puede suponer por sí misma un empeoramiento de la salud de la madre.
Finalmente, hay que tener muy en cuenta la enorme desproporción de los valores en conflicto en este caso, que son la mejor o peor salud de la madre frente a la vida o la muerte del hijo. No se puede justificar la eliminación del hijo para evitar un agravamiento de la salud de la madre.
45. ¿Y en cuanto a la salud psíquica?
Todo embarazo no deseado supone, claro está, una perturbación emocional en la madre, como ocurre en cualquier disgusto serio. Pero de ahí a suponer que venga a producirse un grave peligro para su salud psíquica media un abismo. Si hubiéramos de juzgar por las causas alegadas para la realización de abortos no punibles en España, tendríamos que concluir que en efecto es muy frecuente que un embarazo causa “grave peligro” a la salud psíquica de la madre pues, de hecho, la inmensa mayoría de los abortos realizados en España al amparo de la ley lo son por esta causa. El portavoz de un establecimiento que realiza abortos en Madrid ha declarado que “practicamos el aborto libre sin estar fuera de la ley, porque interpretamos que cada embarazo no deseado supone un grave riesgo para la salud psíquica de la madre”.
46. Parece que son muchos los que, efectivamente, creen que todo embarazo no deseado ya es de por sí una grave enfermedad psíquica para la mujer.
Esta es una de tantas creencias erróneas, que se mantienen como consecuencia de la ignorancia, deliberada o no, de una realidad tan evidente como que la vida se compone necesariamente de momentos felices y momentos tristes, e incluso amargos. El llevarse un disgusto grave, sufrir un desengaño importante o tener que soportar consecuencias desagradables de algo que se hizo sin medir el alcance de sus efectos, son cosas que ocurren continuamente en todos los órdenes de la vida, sin que por eso nadie pueda decir en serio que todos los que están en una situación así sufren una grave enfermedad psíquica. Los habrá que sí, pero es obvio que éste no es el caso corriente, ya que de lo contrario habría que aceptar el absurdo de que todos los hombres y mujeres sobre la tierra sufren una grave enfermedad psíquica por el hecho de existir; el absurdo de que la existencia, por llevar consigo episodios infelices, es en sí misma una grave enfermedad psíquica.
De todos modos, aun suponiendo que una mujer que se encuentra embarazada sin querer estarlo sufre un trastorno psicológico de importancia, hemos de tener en cuenta que la experiencia demuestra que muchos, por no decir muchísimos, embarazos no deseados se transforman, si se deja nacer al hijo, en gozosas maternidades deseadas, y bien deseadas. La experiencia demuestra que lo más corriente es que un feto no querido se convierta en niño queridísimo cuando nace. Y eso no tiene nada de particular, porque la madre puede experimentar, ante un embarazo que no quería, una perturbación emocional que le dificulte el hacerse cargo cabalmente de a quién lleva en sus entrañas, pero esa situación desaparece en cuanto oye al hijo llorar y lo ve agarrándose a su pecho para tomar su alimento.
Existen, sin embargo, casos en los que la madre detesta a su hijo ya nacido de todos modos, como hay madres, y padres, que aman intensamente a sus hijos cuando son pequeños y los odian cuando ya son mayores, por las circunstancias que fuere. En situaciones así, parece que la legislación más prudente será la que se ocupe de velar por la vida y la seguridad de los eventualmente amenazados, sobre todo si son desvalidos e inocentes de toda culpa (arbitrando sistemas de adopción, de acogida, de educación, etc.), y no una legislación que acepte como legal el infanticidio o el parricidio.
47. ¿Hay algún modo de contrastar si el peligro alegado en el certificado médico existe y, de existir, si es o no grave?
Resulta muy difícil contrastar eso. El estudio de los trastornos psíquicos tiene todavía, según opinión unánime de los especialistas, mucho camino que recorrer. Hablar en general de “salud psíquica” es tan vago e inconcreto que puede no significar científicamente nada. No se ha demostrado hasta ahora que ningún tipo de enfermedad mental conocido y preciso se pueda curar solamente mediante un aborto, porque es prácticamente imposible esta clase de demostraciones, como es igualmente imposible demostrar que el aborto no sea más perjudicial para la salud psíquica de la madre que dejar que el hijo nazca.
48. ¿Qué quiere decir la circunstancia de violación?
Quiere decir que para que el aborto no sea punible, hay que haber denunciado previamente la violación, y que el aborto hay que realizarlo en los tres primeros meses del embarazo. El aborto por esta razón se conoce como “aborto ético”.
49. ¿Por qué se llama “aborto ético”?
Se le ha dado este nombre por los que consideraban que el aborto provocado en estos casos era éticamente admisible. Hoy, con esta expresión se quiere transmitir la sensación de que se remedia un acto de salvajismo como es toda violación, aunque, en realidad, el aborto no remedia nada, ya que la violación no puede dejar de haber existido, y el hijo fruto de la violación es completamente inocente. El abortar por causa de violación no tiene nada que ver con la ética, porque no es una actitud ética el tratar de compensar una injusticia con otra injusticia.
50. ¿Por qué se establece el plazo de tres meses en este caso?
No existe ninguna razón con fundamento biológico o médico para que el aborto deliberado por causa de violación no sea punible antes de los tres meses de gestación y sí lo sea después de ese plazo. Únicamente ocurre que la realización del aborto es más fácil y ofrece menores riesgos para la madre cuanto más pequeño sea el hijo en el útero materno.
51. ¿Es frecuente la práctica de abortos legales fundados en la causa de violación?
No; es sumamente rara, porque es muy infrecuente que de una violación se siga un embarazo. Además, para estos casos tiene que intervenir la Policía como consecuencia de la obligación de denunciar la violación antes de la práctica del aborto, lo cual inclina de inmediato a acogerse a la circunstancia del “grave peligro para la salud psíquica” de la madre, que sólo requiere un certificado médico, no exige plazo alguno para la práctica del aborto y mantiene alejada a la Policía.
52. ¿Qué quiere decir la circunstancia de riesgo de graves taras del feto?
Quiere decir que para que el aborto por causa de mal-formaciones del feto (llamado también “aborto eugenésico” o “eugénico”) no sea punible, han de cumplirse estas dos condiciones:
a) que existan dos certificados médicos, emitidos por especialistas diferentes del que eventualmente practique el aborto, en los que conste la presunción de graves taras del hijo;
b) que el aborto se realice en las primeras veintidós semanas de gestación, es decir, hasta los cinco meses y medio de vida del hijo en el vientre de su madre.
53. ¿Por qué se llama “aborto eugenésico”?
La palabra “eugenésico” significa “de buen origen”. Desde fines del siglo pasado se estudia la eugenesia, que es la ciencia que estudia cómo
mejorar los factores hereditarios en las especies vivas, también en la humana, y que tuvo un gran desarrollo en Estados Unidos; ya entrado este siglo, en la Alemania nazi se fomentó el nacimiento de niños de padres de raza aria, y se trató de evitar, mediante la esterilización, la reproducción de personas con reales o supuestas taras genéticas.
Se ha aplicado este término a este tipo de aborto porque se pretende evitar así el nacimiento de niños con malformaciones o anomalías. Pero esta denominación no es idónea, ya que mediante esta forma de aborto no se consiguen mejorar los factores hereditarios de la especie humana.
54. ¿Por qué se establece el plazo de veintidós semanas de gestación para esta clase de aborto?
Porque hacia la vigésimo segunda semana es cuando con las técnicas más habituales se pueden detectar signos de que el hijo padece alguna malformación congénita.
55. ¿No es mejor evitar que nazca un niño llamado a tener una vida disminuida, con grandes sufrimientos tanto para él como para su familia?
No. El pensar de esta manera conduce a la aberración de suponer que dar muerte a un ser humano en determinadas circunstancias es hacerle un favor. La muerte como remedio va directamente en contra no sólo de los más elementales planteamientos humanitarios, sino también del sentido común.
Los poderes públicos, ante los casos de minusvalías físicas o mentales, no solamente no deben predicar la muerte, sino que tienen la grave obligación de promover una legislación que les preste atención especialísima, pues no hay mejor expresión de solidaridad que una legislación que ayude positivamente a la más plena integración social de los deficientes y al logro por su parte de toda la calidad de vida que les sea asequible. No existe más atroz muestra de insolidaridad que patrocinar la muerte del ser humano con graves taras cuando ya existe y está vivo, aunque sea antes de su nacimiento.
Pero además de estas cuestiones de principio, la experiencia nos muestra continuamente que personas aquejadas de graves taras físicas, que según la ley española podrían haber sido matadas impunemente antes de nacer, han prestado y prestan servicios relevantes, y aun espectaculares, a la comunidad humana. Y por lo que respecta a los minusválidos psíquicos, también la experiencia de millares de hijos deficientes nos enseña que ellos son a menudo unos felices miembros de sus familias y unos decisivos factores de cohesión familiar y de amor mutuo.
Hay que decir, por último, que la legislación española establece una lacerante desproporción entre lo probable de la malformación y lo seguro de la muerte en este tipo de aborto no punible.
56. ¿Son frecuentes los abortos realizados acogiéndose a esta circunstancia?
No; son muy infrecuentes, porque cuando se tiene conocimiento de que el hijo o la hija son o pueden ser deficientes, resulta más fácil acogerse a la circunstancia primera (“grave peligro para la salud psíquica” de la madre), que sólo requiere un certificado médico en lugar de dos, y además no limita la práctica del aborto con ningún plazo.
57. En este artículo del Código Penal se dice, además, que no se castigará a la madre que aborte acogiéndose a una de estas “indicaciones”, aunque no haya certificados médicos o el aborto no se haga en un “centro acreditado”. ¿Cuál es el significado de esta afirmación?
Con este mandato se quiere eximir de toda culpa penal a la madre que consiente que se le practique un aborto porque crea erróneamente que se cumplen los requisitos de la ley, aunque no sea así. En este caso, se castigará solamente a los demás autores del delito.
58. ¿Y qué ocurre si se demuestra que un certificado médico de los exigidos no responde a la realidad de un riesgo para la vida o la salud de la madre, o a una probable malformación grave del hijo?
Si se demostrase esto, el aborto así practicado sería un delito punible, y los culpables (autores materiales, inductores, cómplices, encubridores) deberían ser castigados. Pero es sumamente difícil que en la práctica ocurra esto, porque tendría que abrirse una causa penal, previa denuncia que permitiera al juez investigar, y tanto la madre como los familiares lo que quieren a todo trance es olvidar este episodio dramático de sus vidas, lo cual beneficia a los médicos y demás personas que se lucran económicamente con la práctica del aborto. Todo esto sin contar con la gran dificultad técnica que entraña la averiguación de la veracidad de lo que se dice en un certificado médico, sobre todo si en él se establecen previsiones o pronósticos y no diagnósticos.
59. ¿Pueden ampliarse en la legislación española los supuestos en los que el aborto no se castigue penalmente?
Desde luego que sí, y, si ocurriese esto, no sería ninguna novedad, puesto que en las legislaciones de algunos otros países también se considera no punible el aborto realizado por causas socio-económicas, es decir, si la llegada del nuevo hijo implicase un sacrificio económico o social que los padres considerasen insoportable. Es el llamado “cuarto supuesto”, que algunos quieren introducir en nuestra legislación porque les parece que, si figurase en el Código, permitiría que la motivación legal de muchos abortos provocados se acercase más a la realidad, ya que ahora tienen que acogerse a la indicación de “grave riesgo para la salud psíquica” de la madre.
60. ¿Pero no basta ya el supuesto del riesgo para la salud psíquica para que el aborto provocado sea, de hecho, aborto a petición e impune, según ya hemos visto?
En teoría podría pensarse que así es, pero no ocurre lo mismo en la práctica, porque entre las finalidades de esta legislación no está sólo la ausencia de castigo penal, sino que está también el adoctrinamiento indirecto a la sociedad, transmitiendo la idea de que abortar puede llegar a considerarse como algo socialmente respetable.
Por esta razón hay incluso quienes entienden que el sistema de indicaciones, por amplio que sea, no resuelve del todo esta cuestión, y pretenden transformar la naturaleza legal del aborto en España, de forma que, de ser un delito, pasase a ser el derecho que las madres tendrían de matar a sus hijos concebidos y aún no nacidos; eso, según los patrocinadores de esta idea, podría lograrse si se implantase una mera ley de plazos, que desprotegiese absolutamente a los seres humanos menores de tres o cuatro meses de edad en el útero materno. El Derecho, según esta normativa, se desentendería por completo de esos pequeños, que quedarían a merced de lo que su madre decidiese hacer con ellos, incluido el darles muerte sin tener que explicar a nadie por qué.
61. El que a veces el Derecho se desentienda de la protección del hijo no nacido, ¿significa que ese hijo no es una persona?
El no nacido es una persona, pues no existe ninguna otra forma de ser humano que el ser personal. Sin embargo, los ordenamientos jurídicos a veces establecen ficciones sobre quién es persona y quién no, pero estas ficciones no alteran la realidad de las cosas.
La palabra “persona” tiene, en el Derecho, un significado que no siempre corresponde a la realidad, como ocurre, por ejemplo, con las empresas, que son llamadas “personas jurídicas” para significar que son sujeto de derechos y obligaciones en cuanto tales. Otro ejemplo: en el Derecho español se tiene por muerto al desaparecido de quien no hay noticias en una serie de años, pero esta ficción legal no significa que si el desaparecido está vivo, deje por ello de ser una persona.
En el Derecho español, al no nacido debe considerársele persona, pues el aborto se regula en el Código Penal como uno de los “delitos contra las personas”, aunque a otros efectos jurídicos no se le tenga por persona (en virtud de una ficción del Código Civil) hasta 24 horas después de nacer.
62. ¿Por qué esas 24 horas después del nacimiento para que el Derecho español considere, a efectos civiles, persona a un ser humano?
Este precepto de nuestro Código Civil es un arcaísmo que se arrastra desde los tiempos del Derecho Romano, en que había una enorme mortalidad de recién nacidos.
Sin embargo, ante las exigencias de la realidad, el propio Código Civil establece que al concebido y todavía no nacido se le tiene por nacido a todos los efectos que le sean beneficiosos (como por ejemplo en caso de herencia) si llega a nacer con vida.
63. Pese a todo, ¿no debía España equipararse a los países de su entorno, que en su mayoría tienen legalizado el aborto?
No. A otros países hay que imitarlos en todo aquello que sea favorable a la defensa de la vida y la dignidad humanas, pero no en lo negativo y ajeno al progreso humanista.
64. Pero si la mayoría de los países más adelantados de nuestra época tienen legalizado el aborto en mayor o menor medida, ¿no debe considerarse la legalización del aborto como una muestra de progreso?
No. Los países, como las personas, pueden ser adelantados y progresistas en unas cosas, y atrasados y reaccionarios en otras: la Atenas del siglo V antes de Cristo era el país más avanzado de su época en arte, filosofía, literatura, organización, pero todas estas conquistas convivían con la esclavitud. Lo mismo puede decirse de la Europa renacentista y la tortura, de los Estados Unidos del siglo pasado y la esclavitud de los negros, o de la Europa actual y el aborto provocado. Aun en nuestros días hemos asistido a auténticos genocidios, como el cometido contra los judíos durante el nazismo, que llegaron a presentarse como un avance en la depuración de la raza aria.
Del mismo modo que no sería un signo de progreso el imitar a la Atenas del siglo V antes de Cristo en cuanto a la esclavitud, tampoco sería bueno imitar hoy a los países del resto de Europa en cuanto a la legalización del aborto.
EL ABORTO
El Aborto. 100 cuestiones y respuestas
Creación: Conferencia Episcopal Española, Comité para la defensa de la vida.
Fuente: Conferencia Episcopal Española.
Lengua original: Español.
Copyright: No.
Publicación: 25 de marzo de 1991.
Comprobado el 16 de mayo de 2002.
El Aborto. 100 cuestiones y respuestas sobre la defensa de la vida humana y la actitud de los católicos
Presentación
El Comité Episcopal para la Defensa de la Vida, dependiente de la Conferencia Episcopal Española, presenta con éste, el primero de una serie de trabajos que se propone editar, relacionados con el valor y la dignidad de la vida humana, y con la consideración que debe merecer por parte de las personas, las instituciones, los poderes públicos y la propia legislación.
Esta colección de trabajos que ahora se inicia, nace con la doble vocación del rigor técnico y científico, por una parte, y de la accesibilidad y la sencillez de exposición, por otra. En la ocasión presente se trata de ofrecer al lector una información básica, unos criterios sólidos y una panorámica lo más amplia posible sobre el fenómeno del aborto provocado, su realidad biológica, tratamiento legal, consideración social y sus aspectos ético-morales. No se pretende, desde luego, agotar la cuestión con las páginas que siguen, pero sí se aspira a que lo que en ellas se contiene constituya una base mínima y segura sobre la que establecer los criterios fundamentales en torno a asunto tan controvertido.
Para la elaboración de este texto han intervenido en estrecha colaboración con los Obispos miembros del Comité Episcopal, por una parte, personas especializadas en diversos campos de la investigación y el estudio: médicos, biólogos, biopatólogos y farmacéuticos; y por otra, teólogos, moralistas, juristas, sociólogos, psicólogos y periodistas. Todos ellos han contribuido, con sus sugerencias, sus conocimientos, su experiencia y su presencia en las múltiples reuniones de trabajo, al resultado final, que es el texto que el lector tiene en su mano.
No es, desde luego, este trabajo el primero que el Episcopado español ofrece sobre esta cuestión a nuestra sociedad; hay que recordar, por ejemplo, la nota de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, de 5 de Octubre de 1974, en la que se abordan los aspectos pastorales del problema, y la documentación sobre “La vida y el Aborto”, de 31 de mayo de 1983, preparada por la misma Comisión Episcopal para la 51 Reunión del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española, en la que se tratan aspectos jurídicos y morales de la cuestión, y se dan recomendaciones pastorales a gobernantes y legisladores, a los creyentes, a médicos y personal sanitario, y a sacerdotes y agentes de Pastoral.
Narciso Jubany Arnau Cardenal
Presidente del Comité Episcopal para la Defensa de la Vida.
Introducción
Las sociedades modernas han experimentado en el último siglo cambios espectaculares, producidos por el desarrollo de la ciencia y de la técnica en todos los aspectos de la vida. Se ha dicho certeramente que la Humanidad ha vivido cambios más profundos en los últimos cien años que en todo el resto de la historia del hombre sobre la Tierra. Así es, en efecto, en todo lo concerniente al progreso científico y tecnológico, que nos hace vivir una era de mutaciones aceleradas, en la cual hechos que nos parecían imposible o fruto de una imaginación desatada se convierten en realidades cotidianas que no asombran ni a un niño.
Lamentablemente, todos estos progresos no siempre han ido unidos al correspondiente crecimiento moral de la persona, de tal manera que sean puestos al servicio del hombre, destinatario de los esfuerzos y los trabajos de científicos, técnicos y políticos, y de todos cuantos tienen alguna responsabilidad en la vida colectiva. Este hecho refleja lo que constituye tal vez el drama más profundo de nuestro tiempo: la pérdida del sentido de la persona humana, el olvido de su dignidad, la esclavitud de los hombres con respecto a sus propias obras y proyectos. La vida humana resulta así amenazada de múltiples maneras. Esta situación no puede responder al designio de Dios, Creador y fin del hombre, quien lo ha puesto todo a su servicio, es decir, al servicio de su vocación trascendente. Es verdad que nuestra sociedad no piensa mucho en Dios. Pero entre el olvido de Dios y la pérdida de respeto al hombre hay una vinculación estrechísima, que no podemos menos que señalar.
Así, por ejemplo, vemos con desolación cómo persisten los hirientes desequilibrios entre unos pueblos y otros, cómo las guerras y toda suerte de conflictos surgen por doquier en el planeta, y cómo los derechos de la persona humana son vulnerados y pisoteados en todas las latitudes, sin excepción, aunque en unos lugares estas agresiones se produzcan de forma más violenta, y en otros revistan características aparentemente civilizadas, con lo que añaden la hipocresía a la barbarie.
La sociedad española no es una excepción de este fenómeno universal Mientras el nivel de vida medio ha mejorado ostensiblemente en los decenios recientes, y en los últimos años nuestra nación se ha adherido a organizaciones supranacionales y ha suscrito tratados y convenios internacionales que buscan la mejor defensa y protección de los derechos humanos fundamentales, la realidad nos muestra que, por un lado, subsisten irritantes bolsas de pobreza y marginación entre nosotros, y, por otro, que esos derechos esenciales a la dignidad de la persona humana no se respetan como debieran, tanto en la práctica diaria como incluso en nuestra propia legislación.
Junto a lo que no dudamos en calificar como logros e videntes dirigimos a velar por la dignidad amenazada de la persona (la abolición de la pena de muerte, la supresión de la tortura y de los trabajos forzados, la preocupación por el deterioro del entorno o el mandato constitucional de proteger la intimidad individual y familiar de las intromisiones de la informática, por ejemplo), observamos con alarma y honda preocupación que, a pesar de estos logros, crecen en nuestra sociedad otras agresiones a la persona y a sus derechos fundamentales. En particular, no se defiende el derecho a la vida, y aun es objeto de agresiones inequívocas, tanto por la actitud de sectores amplios de nuestra sociedad como por la propia legislación vigente en España. Este hecho sería incomprensible si no tuviéramos en cuenta la enorme fuerza del hedonismo en la sociedad actual, que cifra en el puro bienestar material todas sus aspiraciones, con olvido de la realidad trascendente del ser humano e incluso con dejación de la misma lógica de los principios de convivencia que decimos profesar.
El Comité Episcopal para la Defensa de la Vida, consciente de que todavía es tiempo de rectificar los errores y enderezar el peligroso rumbo que han emprendido algunos sectores, incluidos sectores dirigentes de nuestra sociedad, quiere iniciar con esta publicación una serie de textos asequibles, didácticos y claros acerca del valor de la vida humana (aborto, fecundación asistida, eutanasia, ecología, etc.), que puedan ser de utilidad no sólo a los fieles cristianos y a sus formadores, sino también al conjunto de los ciudadanos, a los legisladores y a los gobernantes, sean cuales fueren sus creencias o sus convicciones. Persuadido de que la legislación en materia de aborto provocado viene a consentir una injustísima muerte de inocentes cuyas motivaciones principales son la comodidad, la ignorancia, la soledad y la desinformación, el Comité llama a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a la reflexión, basada en una mejor información sobre lo que está ocurriendo delante de nuestros ojos. Los católicos estamos en condiciones inmejorables para poder comprender la naturaleza del problema del aborto. Nuestra fe nos permite percibir de una manera más plena y nos urge a proclamar ante todos la grandeza y dignidad del hombre, cuya vida es un don de Dios, tal y como nos ha mostrado Jesucristo, que es Camino, Verdad y también Vida.
I. El aborto y el origen de la vida
1. ¿Qué es el aborto?
La Medicina entiende por aborto toda expulsión del feto, natural o provocada, en el período no viable de su vida intrauterino, es decir, cuando no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir. Si esa expulsión del feto se realiza en período viable pero antes del término del embarazo, se denomina parto prematuro, tanto si el feto sobrevive como si muere.
El Derecho español, al igual que el Derecho Canónico, considera aborto la muerte del feto mediante su destrucción mientras depende del claustro materno o por su expulsión prematuramente provocada para que muera, tanto si no es viable como si lo es.
En el lenguaje corriente, aborto es la muerte del feto por su expulsión, natural o provocada, en cualquier momento de su vida intrauterino.
2. ¿Cuántas clases hay de aborto?
El aborto puede ser espontáneo o provocado. El espontáneo se produce o bien porque surge la muerte intrauterinamente, o bien porque causas diversas motivan la expulsión del nuevo ser al exterior, donde fallece dada su falta de capacidad para vivir fuera del vientre de su madre. Si el aborto es provocado, se realiza o bien matando al hijo en el seno materno o bien forzando artificialmente su expulsión para que muera en el exterior.
En ocasiones se actúa sobre embarazos de hijos viables, matándolos en el interior de la madre o procurando su muerte después de nacer vivos. Esto no es, médicamente hablando, un aborto, y de hecho muchas legislaciones que se consideran permisivas en la tolerancia del aborto lo prohíben expresamente, porque lo incluyen en la figura del infanticidio. Pero no ocurre así en otros casos, como por ejemplo en España, donde el Código Penal no tiene en cuenta la viabilidad del feto para que se dé el delito de aborto, y, en contrapartida, se puede matar en algunos casos a fetos viables sin recibir ningún castigo penal, al amparo de la legislación vigente precisamente en materia de aborto. Por eso utilizaremos en estas páginas la definición de aborto según el lenguaje corriente, de modo que la muerte provocada de un feto viable también será considerada como aborto.
3. ¿Es un ser humano el fruto de la concepción en sus primeras fases de desarrollo?
Desde que se produce la fecundación mediante la unión del espermatozoide con el óvulo, surge un nuevo ser humano distinto de todos los que han existido, existen y existirán. En ese momento se inicia un proceso vital esencialmente nuevo y diferente a los del espermatozoide y del óvulo, que tiene ya esperanza de vida en plenitud. Desde ese primer instante, la vida del nuevo ser merece respeto y protección, porque el desarrollo humano es un continuo en el que no hay saltos cualitativos, sino la progresiva realización de ese destino personal. Todo intento de distinguir entre el no nacido y el nacido en relación con su condición humana carece de fundamento.
4. ¿Así que no es verdad que al principio existe una cierta realidad biológica, pero que sólo llegará a ser un ser humano más tarde?
No. Desde que se forma el nuevo patrimonio genético con la fecundación existe un ser humano al que sólo le hace falta desarrollarse y crecer para convertirse en adulto. A partir de la fecundación se produce un desarrollo continuo en el nuevo individuo de la especie humana, pero en este desarrollo nunca se da un cambio cualitativo que permita afirmar que primero no existía un ser humano y después, sí. Este cambio cualitativo únicamente ocurre en la fecundación, y a partir de entonces el nuevo ser, en interacción con la madre, sólo precisa de factores externos para llegar a adulto: oxígeno, alimentación y paso del tiempo. El resto está ya en él desde el principio.
5. ¿Cómo puede existir un ser humano mientras es algo tan pequeño que no tiene el más mínimo aspecto externo de tal?
La realidad no es sólo la que captan nuestros sentidos. Los microscopios electrónicos y los telescopios más modernos nos ofrecen, sin lugar a dudas, aspectos de la realidad que jamás habríamos podido captar con nuestros ojos. De manera semejante, la ciencia demuestra rotundamente que el ser humano recién concebido es el mismo, y no otro, que el que después se convertirá en bebé, en niño, en joven, en adulto y en anciano. El aspecto que presenta varía según su fase de desarrollo. Y así, en la vida intrauterina primero es un embrión pre-implantado (hasta la llamada anidación, unos 12-14 días después de la fecundación, en que cabe la posibilidad de que de un mismo óvulo fecundado surjan gemelos); después es un embrión hasta que se forman todos sus órganos; luego, mientras éstos van madurando, un feto, hasta formarse el bebé tal como nace. Y después continúa el mismo proceso de crecimiento y maduración, y más tarde se produce el inverso de decadencia hasta la muerte.
Por eso no tiene sentido decir que un niño proviene de un feto, sino que él mismo fue antes un feto, del mismo modo que un adulto no proviene de un niño, sino que antes fue niño, y siempre es el mismo ser humano, desde el principio. Y tan absurdo sería defender que el hijo recién concebido no es un ser humano porque no tiene aspecto de niño, como suponer que el niño no es un ser humano porque no tiene el aspecto externo del adulto.
6. Admitiendo que existe una nueva vida desde el momento de la fecundación, ¿no podría ser una vida vegetal o animal, para llegar a ser humana en una fase posterior?
No. Con los actuales conocimientos genéticos, es indudable que cada ser es lo que es desde el momento de la fecundación. De la unión de gametos vegetales sólo sale un vegetal; de gametos animales no racionales, por ejemplo un chimpancé, sólo sale otro chimpancé, y de la unión de gametos humanos se crea un nuevo ser de la especie humana, que es tal desde el principio, pues así lo determina su patrimonio genético específicamente humano.
7. ¿Ha habido épocas en que se haya creído que el fruto de la concepción de la mujer podía ser un individuo no humano?
Sí. Hubo épocas en que, por ignorancia de los mecanismos genéticos, se creyó que una mujer fecundada por un hombre podía concebir un ser no humano o medio-humano. Esta idea es una manifestación de superstición y de ignorancia científica que hoy debe tenerse por superada. Otra cosa es que, por enfermedades o alteraciones diversas, puedan producirse trastornos en el momento de la fecundación que desemboquen en la formación de productos anómalos, como la llamada “mola vesicular” o los “huevos abortivos”, que carecerán de capacidad de desarrollo. O que, en ocasiones, conduzcan a hijos con malformaciones congénitas, cuya vida, sin embargo, es merecedora del mismo respeto y la misma protección que la de los seres normalmente constituidos.
8. ¿Y no puede suceder que, aunque el fruto de la fecundación sea una vida humana, ésta no llegue a constituir un ser humano individual hasta un momento posterior?
En la realidad no existen más que seres humanos individuales. El concepto de vida humana es una abstracción que no existe más que encarnada en seres individuales de la especie humana. La vida humana, en general, es una idea abstracta; una vida humana concreta no es, no puede ser en la realidad, otra cosa que un ser humano.
9. Pero dado que hasta el decimocuarto día posterior a la fecundación existe la posibilidad de que de un óvulo fecundado salgan no uno, sino dos seres humanos (gemelos monocigóticos), ¿no habría que afirmar que mientras sea posible tal división no existe un ser humano individualizado?
El que puedan llegar a existir dos seres humanos a partir de un mismo óvulo fecundado no significa que antes de la división no hayaninguno, sino más bien que donde había uno -por un proceso todavía no bien conocido- llega a haber más de uno.
Hay que tener en cuenta que no es lo mismo individualidad que indivisibilidad. Un ser vivo puede ser individual, pero divisible; es el caso de las bacterias y otros microorganismos. El que en una determinada época de su evolución biológica un ser vivo pueda ser divisible no invalida su carácter de individuo único en los momentos anteriores. El ser humano, como se ha dicho antes, hasta aproximadamente el día 12-14 de su evolución es individual, pero divisible, y a partir de la anidación es ya único e indivisible.
10. Si existe un ser humano desde la fecundación, ¿por qué los científicos se refieren a él con términos varios según su fase de desarrollo: cigoto, mórula, blastocisto, embrión, feto?
Porque la vida de un ser humano es un largo proceso que se inicia cuando de dos gametos, uno masculino y otro femenino, surge una realidad claramente distinta: el nuevo ser humano, fruto de la fecundación, quien en las distintas etapas de su desarrollo recibe nombres distintos: el cigoto es la primera célula que resulta de la fusión de las células masculina y femenina. Tras unas primeras divisiones celulares, este ser humano recibe el nombre de mórula, en la que pronto aparecerá una diferenciación entre las células que formarán el embrión (lo que hemos llamado embrión preimplantado, y que algunos llaman preembrión) y las destinadas a formar la placenta. En esta nueva fase, el ser humano se llama blastocisto, y anidará en la pared del útero de su madre. Después se irán diferenciando sus órganos, unos antes que otros, durante todo el período embrionario, al tiempo que la placenta se desarrolla por completo. El embrión se llamará entonces feto, y continuará su crecimiento mientras se produce la maduración funcional de sus órganos hasta que, en un momento dado, nacerá y se llamará neonato, recién nacido. Y este proceso único, que se ha desarrollado suavemente, sin cambios bruscos, continúa después del nacimiento, y el neonato se hace niño; el niño, adolescente; el adolescente, joven; el joven, adulto y el adulto, anciano. Todos éstos son los nombres que distinguen las etapas de la vida de un solo ser que surgió con la fecundación y que será el mismo hasta que muera, aunque su apariencia externa sea muy diferente en una u otra fase.
11. ¿No podría entenderse que hasta que sea viable, es decir, hasta que sea capaz de subsistir fuera del vientre materno, el hijo no nacido no es un ser humano, puesto que depende de su madre para existir?
No. El hecho de que en una determinada fase de su vida el hijo necesite el ambiente del vientre materno para subsistir no implica que sea una parte de la madre. Desde la fecundación tiene ya su propio patrimonio genético distinto del de la madre, y su propio sistema inmunológico diferente también del de la madre, con quien mantiene una relación similar a la del astronauta con su nave: si saliese de ella moriría, pero no por estar dentro forma parte de la nave.
Por otra parte, lo que se llama la viabilidad (es decir, la probabilidad de que el hijo siga viviendo en el exterior tras un embarazo cesado prematuramente) es mayor a medida que la gravidez está más avanzada, pero es muy difícil determinarla en el tiempo, pues el que el hijo pueda seguir viviendo depende en gran parte de factores externos: . tipo de parto, atenciones médicas que reciba el niño, abundancia o escasez de medios y estado de la técnica en el lugar en que ocurre el nacimiento, etc. Además, a medida que avanzan los conocimientos de la ciencia va disminuyendo la edad del embarazo en que se puede considerar viable un feto. Por eso la adquisición de la viabilidad, como el aprender a andar o a hablar, o el llegar al uso de razón, son cosas que le pasan a un ser humano, pero en modo alguno momentos en que éste se convierte en humano. No tiene sentido hacer depender la condición humana del desarrollo tecnológico.
Por lo demás, la capacidad de subsistir fuera del seno materno ha de ser forzosamente ajena a la determinación del inicio de la vida humana, porque un recién nacido es también absolutamente incapaz de subsistir por sí mismo sin recibir los oportunos cuidados. El nacimiento determina un cambio en el modo de recibir el oxígeno y un cambio en el modo de alimentarse, pero el resto del desarrollo continúa el curso que ya se inició en el comienzo de la vida intrauterino.
12. A pesar de todo, si alguien tuviese dudas de en qué momento exacto surge un nuevo ser humano, ¿qué actitud ha de adoptar?
En el supuesto de que alguien tenga dudas acerca de si en un instante concreto ya comienza a existir un nuevo ser humano o todavía no existe, debe abstenerse de interrumpir su normal desarrollo o de darle tratos indignos del hombre, pues ante esta duda debe prevalecer la posibilidad de que sí estemos ante un ser humano; al igual que, en caso de duda sobre si un hombre está ya muerto o todavía no, se exige que se le respete como ser humano vivo hasta que haya certeza de su muerte. Hasta tal punto la sociedad valora la protección de la vida humana, que para extirpar un órgano con destino a un trasplante no basta con la probabilidad de que el donante haya fallecido, sino que se exigen rigurosos criterios científicos para diagnosticar su muerte.
Que esto es así se puede apreciar muy vivamente en los casos dramáticos de hundimiento de edificios o de mineros atrapados en un derrumbamiento: los trabajos de desescombro y de rescate prosiguen mientras no haya completa certeza de que no queda nadie vivo, y jamás se suspenden sólo porque se suponga meramente probable que hayan muerto todos.
13. ¿En qué momentos de su vida intrauterina va desarrollando el hijo no nacido sus distintos órganos y funciones?
A las dos semanas se inicia el desarrollo del sistema nervioso.
A las tres semanas de vida empieza a diferenciarse el cerebro, aparecen esbozos de lo que serán las piernas y los brazos y el corazón inicia sus latidos.
A las cuatro semanas ya empiezan a formarse los ojos.
A las seis semanas la cabeza tiene su forma casi definitiva, el cerebro está muy desarrollado, comienzan a formarse manos y pies, y
muy pronto aparecerán las huellas dactilares, las que tendrá toda su vida.
A las ocho semanas el estómago comienza la secreción gástrica; aparecen las uñas.
A las nueve semanas se perfecciona el funcionamiento del sistema nervioso: reacciona a los estímulos y detecta sabores, pues se ha comprobado que si se endulza el líquido amniótico -en el que vive nadando dentro del vientre materno- ingiere más, mientras que si se sala o se acidula, lo rechaza.
A las once semanas ya se chupa el dedo, lo que puede verse perfectamente en una ecografía.
La mayor parte de los órganos están completamente formados al final de la duodécima semana, y casi todos ellos funcionarán ya en la segunda mitad de la vida intrauterina. Pero hay cambios que no se producirán más que después de nacer: la primera dentición sólo aparece seis meses después del nacimiento, los dientes definitivos lo hacen hacia los siete años y algunas veces las últimas muelas no salen hasta bien avanzada la edad adulta. La pubertad, con todos sus cambios anatómicos y fisiológicos, acaece en la segunda década de la vida, y la capacidad reproductora en la mujer se inicia poco después de la pubertad y cesa en el climaterio. Es decir, la vida es un proceso único, que empieza en la fecundación y no se detiene hasta la muerte, con sus etapas evolutivas e involutivas.
14. Entonces, ¿con qué fundamento defienden algunos que el hijo aún no nacido forma parte del cuerpo de la madre, y que es ella la única que puede decidir sobre el destino del hijo?
Quienes así argumentan no tienen ningún fundamento en absoluto. La realidad demuestra categóricamente que el hijo es un ser por completo distinto de su madre, que se desarrolla y reacciona por su cuenta, aunque la dependencia de su madre sea muy intensa, dependencia que, por cierto, continúa mucho tiempo después del nacimiento. Ni siquiera forman parte del cuerpo de la madre la placenta, el cordón umbilical o el líquido amniótico, sino que estos órganos los ha generado el hijo desde su etapa de cigoto porque le son necesarios para sus primeras fases de desarrollo, y los abandona al nacer, de modo semejante a como, varios años después del nacimiento, abandona los dientes de leche cuando ya no le son útiles para seguir creciendo. Por tanto, pretender que el hijo forma parte del cuerpo de la madre no es, en el mejor de los casos, más que una muestra de absoluta ignorancia.
ARTE Y PENSAMIENTO: UNA MIRADA FILOSÓFICA HACIA EL FUTURO
Lo que singulariza a una obra de arte universal, además de las características
estéticas que la definen dentro de una corriente artística particular o que representan la
singularidad de su autor, es que encierran un mensaje atemporal, y por tanto, susceptible
de ser proyectado tanto hacia el pasado como hacia el futuro. Esto ocurre con las obras
literarias, los textos de los clásicos de la filosofía, pero también con las pinturas de los
grandes artistas de todos los tiempos. Estamos muy acostumbrados a hacer una lectura
de las obras de arte en un sentido estético que nos remite siempre hacia el pasado (sus
características técnicas, el contexto histórico-artístico en el que fueron realizadas, la
relevancia del tema en dicho contexto, su contenido iconográfico, etc.), pero desde mi
punto de vista resulta al menos igual de interesante dejar a un lado el análisis estético de
la obra, y hacer una lectura filosófica de la misma, que muchas veces la proyecta hacia
el futuro, en tanto que el mensaje que encierra puede llegar a sugerir ideas que incluso
rozan la ciencia ficción.
Situémonos por un momento en la sala 67 del Museo del Prado, donde se ubican
las sorprendentes Pinturas Negras de Goya, que reflejan en cierto sentido el estado
anímico en el que se encontraba Goya en la última década de su vida.. Al fondo de la
sala nos encontramos de frente con la que posiblemente sea la más enigmática de todas
estas pinturas, el Perro semihundido. Si desviamos un poco la mirada hacia la izquierda
en seguida nos topamos con una obra no menos enigmática y sorprendente, que
inevitablemente sobrecoge a todo el que haya visto la película de Gattaca. Se trata del
lienzo titulado Duelo a garrotazos o La riña (1821-23), si bien en el inventario de las
obras en propiedad del hijo de Goya aparece titulada como Dos forasteros. Sin duda,
este último título remite a una pelea atemporal, de la misma forma que el
emplazamiento indeterminado de la misma.
Los dos personajes que aparecen en la escena son imposibles de identificar. ¿Por
qué se pelean? Es un misterio. Son igualmente individuos atemporales, como los
hermanos Eugène y Vincent en Gattaca.
1º BACHILLERATO
FICHA DE TRABAJO (GATTACA)
¿Qué es la “manipulación genética”? ¿Qué papel tiene el llamado
“genetista” en la película?
En la escena del crimen, a Vincent se le cae una pestaña. ¿Por qué es
ese “descuido” lo que le convierte en el principal sospechoso?
Explica con tus palabras lo que significa el “determinismo biológico
o genético”. ¿En qué aspectos o escenas de la película aparece
claramente explicito este tipo de determinismo?
¿Crees que estamos determinados por nuestros genes? ¿O más bien
somos libres?
¿Por qué crees que Jerome Morrow, genéticamente perfecto,
consiguió en natación solo la medalla de plata y no la de oro?
Al comienzo de la película, Vincent Anton Freeman, en la voz en off
que va relatando la historia, dice lo siguiente:
“Pertenecía a una nueva clase baja, ya no determinada
por el status social, ni por el color de la piel. Ahora es una
ciencia la que automáticamente nos discrimina”
Comenta esta frase.
¿Crees que los avances tecnológicos pueden provocar nuevos tipos
de discriminación en la sociedad? Y si es así, ¿debe la ética y la
política tomar cartas en el asunto? ¿Cómo?
Recuerda la escena en la que Irene lleva a Vincent a ver “algo
espectacular” en coche. Para delante de un solar lleno de placas
solares y le muestra la salida del sol (el amanecer) reflejado en los
paneles gigantes. ¿Puede llegar la ciencia a transformar nuestra
concepción del mundo y de la belleza?
¿La ciencia nos libera o nos esclaviza? Escribe una redacción en la
que des tu opinión razonada sobre este tema.
¿Es posible disfrutar de valores como la belleza o el amor en el
contexto de la tecnología (artificial)?
Hablemos de sentimientos. ¿Sería posible el amor “auténtico” en un
mundo donde todas las personas fueran perfectas? ¿Qué relación ves
entre el amor y las imperfecciones o los defectos?
Cuenta situaciones personales o ajenas que ejemplifiquen un acto de
GATTACA
Ambientada en una sociedad futura, en la que la mayor parte de los niños son concebidos in vitro y con técnicas de selección genética. Vincent (Ethan Hawke), uno de los últimos niños concebidos de modo natural, nace con una deficiencia cardíaca y no le auguran más de treinta años de vida. Se le considera un inválido y, como tal, está condenado a realizar los trabajos más desagradables. Su hermano Anton, en cambio, ha recibido una espléndida herencia genética que le garantiza múltiples oportunidades. Desde niño, Vincent sueña con viajar al espacio, pero sabe muy bien que nunca será seleccionado. Durante años ejerce toda clase de trabajos hasta que un día conoce a un hombre que le proporciona la clave para formar parte de la élite: suplantar a Jerome (Jude Law), un deportista que se quedó paralítico por culpa de un accidente. De este modo, Vincent ingresa en la Corporación Gattaca, una industria aeroespacial, que lo selecciona para realizar una misión en Titán. Todo irá bien, gracias a la ayuda de Jerome, hasta que el director del proyecto es asesinado y la consiguiente investigación pone en peligro los planes de Vincent.
1º BACHILLERATO
Actividades pelicula Gattaca
- La Bioética. Definición, princípios, temas más importantes.
- El aborto
- Investigación con células madre
- La clonación humana y animal. La clonación de órganos
- Transhumanismo
- El uso de anticonceptivos
- Consumo de drogas
- La eutanasia
- La relación con el mundo animal. Derechos de los animales
- Nanotecnología y nanomedicina
- Manipulación genética
- Técnicas de reproducción asistida
- Visión cristiana de la sexualidad
- El suicidio
- Transplantes y donación de órganos
- Vida artificial
- Desarrollo sostenible
- Ética y medio ambiente
- Investigación y ensayos clínicos
- Cuestiones éticas relacionadas con el COVID 19
1º BACHILLERATO
Ética y moral
La diferencia entre ética y moral es que la moral se refiere al conjunto de normas y principios que se basan en la cultura y las costumbres de determinado grupo social. Por otro lado, la ética es el estudio y reflexión sobre la moral, lo que permite que un individuo pueda discernir entre lo que está bien y lo que está mal.
Una manera fácil de recordar la diferencia entre moral y ética es que la moral se aplica a un grupo, como aquellas costumbres que se deben obedecer para el buen actuar, mientras que la ética proviene de la reflexión del individuo sobre cuáles acciones son morales y cuáles no.
Ambos conceptos han sido interpretados de diferentes formas históricamente, por diversas corrientes de pensamiento, e incluso varían según el campo en el que sean empleados (moral en religión, ética en negocios). En todo caso, esta interpretación de ética y moral es muy común en la actualidad.
Ética | Moral | |
---|---|---|
Definición | Es el estudio y la reflexión sobre la moral, de las reglas de conducta aplicadas a alguna organización o sociedad. | Se refiere a las reglas de conducta que se aplican a un grupo determinado y sus acciones, relativas a lo bueno, lo malo, lo aceptable o lo correcto. |
Flexibilidad | La ética suele ser consistente, aunque puede cambiar si las creencias de un individuo cambian o en función de determinada situación. | La moral tiende a ser consistente dentro de un determinado contexto, siendo entendida de la misma forma por todos. Sin embargo, cada cultura o grupo humano tiene morales diferentes. |
Excepciones | Una persona puede ir contra su ética para ajustarse a un determinado principio moral, como, por ejemplo, el código de conducta de su profesión. | Una persona que sigue rigurosamente los principios morales de una sociedad puede no tener ninguna ética. De la misma forma, para mantener su integridad ética, esta persona puede violar los principios morales dentro de un determinado sistema de reglas. |
Significado | Ética viene de la palabra griega ethos que significa ‘conducta’, ‘modo de ser’. | Moral viene de la palabra latina moralis que significa ‘costumbre’. |
Origen | Universal. | Cultural. |
Tiempo | Permanente. | Temporal. |
Uso | Teórico: ¿Por qué hay o cuáles principios o acciones son morales? – ¿Cuáles son los parámetros mediante los cuales un individuo rige su vida? | Práctico: Una persona actúa de acuerdo a aquello que se supone que es «bueno», según el propio individuo, un grupo o la sociedad. |
Ejemplo | Se analizan las razones que justifican si es un comportamiento moral que en una sociedad se deba tener una sola pareja. | En México es inmoral tener más de una esposa, mientras que en algunos países como Nigeria es moralmente aceptado. |
¿Qué es ética?
La ética se refiere al estudio y análisis de la moral para llegar a un pensamiento propio como individuo o grupo sobre lo que está bien y lo que está mal. Siendo así, cada persona puede tener un criterio sobre los hechos que ocurren a su alrededor y comportarse en concordancia con su pensamiento.
Entonces, el concepto de ética puede significar el conocimiento extraído de la investigación del comportamiento humano al intentar explicar las reglas morales de forma racional.
Aunque un individuo puede valerse de su ética para cuestionar valores morales y estar en desacuerdo con determinados planteamientos, también a través de ella puede puede apoyar y reflejar otros valores en su vida cotidiana. Es decir, puede enfrentarse a estos valores morales o apoyarlos.
En otras palabras, la ética es entendida generalmente como un ejercicio interno, teórico, cuyo fin es el de definir qué es lo que hace que algo sea moral. Es por esto que se le considera como un estudio de la moral (práctica, exterior y compartida socialmente).
La moral es el conjunto de valores y reglas definidas por determinado grupo o cultura, que es común a todos sus miembros. Siendo así, la moral es la que define cómo las personas debe comportarse en el medio social.
Estas costumbres guían los juicios de cada individuo sobre cómo actuar, muchas veces de manera inconsciente, de acuerdo con lo que fue previamente aceptado como norma entre determinado grupo.
Cuando hablamos de moral, las definiciones de lo que es correcto o incorrecto dependen del lugar donde el individuo se encuentra, de la tradición, la cultura, la educación y la vida cotidiana.
Si una persona llega a tener un dilema moral sobre su forma de actuar, desafiando la moral establecida, puede encontrarse en un momento de reflexión ética sobre la moral de su sociedad.
¿De dónde vienen los principios morales y éticos?
La moral es un patrón externo que puede ser proporcionado por instituciones, grupos o por la cultura a la cual pertenece un individuo. También puede considerarse un sistema social o una estructura para un comportamiento aceptable.
La ética, a pesar de ser influenciada por la cultura y la sociedad, está conformada por principios personales creados y sostenidos por los propios individuos.
Consistencia y flexibilidad
La moral es muy consistente dentro de un determinado contexto, pero puede variar entre culturas o épocas.
Por ejemplo, algo moralmente aceptado en la sociedad de hoy podría haber sido inmoral en los años 70.
La ética es cómo el individuo reflexiona sobre determinada moral, siendo posible que ciertos eventos modifiquen radicalmente las creencias y valores personales de un individuo.
Origen del concepto de ética y de moral
Gran parte de la confusión entre estas dos palabras viene de sus orígenes. La palabra «ética» viene del latín ético y se refiere a las conductas, al modo de ser. La palabra moral viene del latín moralis, que se refiere a las costumbres. Entonces, originalmente, los dos tienen significados muy similares.
La moral y la ética del individuo se han estudiado filosóficamente desde hace más de mil años. Sin embargo, la idea de ética como estudio de principios y aquellas condiciones definen y aplican a la moral es relativamente nueva, datando del siglo XVII.
Ejemplo del uso de ética
El concepto de ética es utilizado cuando reflexionamos sobre la moral aceptada en determinada sociedad, pudiendo aceptarla o cuestionarla.
Por ejemplo: “El código de ética del partido político conservador establece entre sus preceptos que sus miembros se manifestarán en contra del aborto, sin importar las causas, aun si el aborto terapéutico ya ha sido aprobado en el país”.
Ejemplo del uso de moral
La moral se refiere a ciertas normas y conductas creadas y aceptadas en determinado grupo social, pudiendo variar de acuerdo con el lugar o el tiempo.
Por ejemplo: “Antiguamente, era inmoral que las mujeres usaran pantalones, pero hoy es moralmente aceptado”.
BIOÉTICA, LA ÉTICA DE LA VIDA
DILEMAS MORALES
EUGENESIA
La eugenesia (del griego εὐγονική /eugoniké/, que significa ‘buen origen’: de εὖ /eu/ [‘bueno’], y γένος /guénos/ [‘origen’, ‘parentesco’]) es una filosofía social que defiende la mejora de los rasgos hereditarios humanos mediante diversas formas de intervención manipulada y métodos selectivos de humanos.12
El origen de la eugenesia está fuertemente arraigado al surgimiento del darwinismo social a finales del siglo XIX.345
El eugenismo pretendería el aumento de personas más fuertes, sanas, inteligentes o de determinada etnia o grupo social para lo que promueve directa o indirectamente la no procreación de aquellos que no poseen esas cualidades llegando a considerar su aplicación como una ventaja en el ahorro de recursos económicos para los países. En este sentido estaría relacionado con el malthusianismo, el natalismo selectivo y el nacionalismo. El medio tradicional de selección genética, en plantas y animales, era la selección artificial (basada, aunque se desconocieran, en la Leyes de Mendel). Los métodos del eugenismo del siglo XIX y XX incluyen desde la esterilización forzada hasta el genocidio. Los métodos eugenistas modernos se centran en el diagnóstico prenatal , la exploración fetal, la orientación genética, la fecundación in vitro y la ingeniería genética.6
Los opositores de la eugenesia aseguran que esta es inmoral y está fundamentada en, o es en sí misma, una pseudociencia. Históricamente, la eugenesia ha sido usada como justificación para diversas formas de discriminaciones coercitivas y violaciones de los derechos humanos que fueron promovidas por sistemas políticos, por ejemplo: casos de esterilización forzosa de personas con defectos genéticos, asesinatos a personas por su raza, religión u orientación sexual así como el genocidio de razas o culturas consideradas inferiores. Como el programa de eugenesia nazi, «La experiencia más traumática la encontramos en Alemania, donde los nazis pusieron en práctica su ideología racial, por lo que decidieron deshacerse de aquellas razas que ellos consideraban inferiores (6 millones de judíos, 800 000 gitanos,…), y ejecutando un programa médico denominado Aktion T4, en el que se asesinó o esterilizó a 275 000 personas, entre personas con discapacidad, enfermos mentales y homosexuales».7
La selección artificial de seres humanos fue sugerida desde épocas muy antiguas, al menos desde Platón, pero su versión moderna fue formulada por vez primera por Sir Francis Galton en 1865, recurriendo al entonces reciente trabajo de su primo Charles Darwin. La eugenesia fue una disciplina académica en muchos institutos y universidades. Su veracidad científica comenzó a cuestionarse en la década de 1930, sin embargo, en esa época Ernst Rüdin empezó a incorporar la retórica eugenésica a las políticas raciales de la Alemania nazi. Durante el periodo de posguerra, gran parte tanto del público, incluyendo la comunidad científica, asociaba la eugenesia con los abusos nazis, que incluyeron la «higiene racial» y la exterminación, sin embargo, varios gobiernos regionales y nacionales mantuvieron programas eugenésicos hasta la década de 1970.8
MANIPULACIÓN GENÉTICA
Niños a la carta: ¿es posible?

Corría en año 2009 cuando una clínica estadounidense ofrecía niños a la carta. Aseguraba que tenía más de una decena de peticiones de padres para seleccionar genéticamente el sexo y el color de ojos y pelo de sus hijos. La técnica utilizada para este fin era el Diagnóstico Genético Preimplantacional (DGP), que hasta entonces solo había sido usado con fines terapéuticos.
¿Cómo se seleccionan los caracteres para crear un bebé a la carta? ¿Esta selección nos convierte es un producto comercial más?. En España, la Ley de reproducción humana asistida de 2006, permite la selección genética de bebes con fines médicos pero prohíbe expresamente la selección del sexo del bebé.
¿Qué son los niños a la carta?
Conviene aclarar que técnicamente podemos realizar una selección previa de caracteres sin que esto suponga un bebé a la carta en sí. Debemos, por tanto, distinguir entre tres técnicas muy diferentes de fecundación in vitro:
- La donación de gametos, óvulos y espermatozoides, que permite una preselección inicial para descartar la transmisión de enfermedades genéticas
- El DGP, en donde el estudio genético se realiza tras la fecundación in vitro a partir del estudio del DNA de una célula del embrión.
- La edición genética o CRISPR, en sus siglas anglosajonas, que es la técnica que realmente posibilita la creación de un niño a la carta.
¿Qué es la edición genética o CRISPR?
El CRISPR es la técnica que permite, como si de unas tijeras se tratara, cortar literalmente un fragmento de DNA a nuestra elección. Posteriormente, esta secuencia es sustituida por otro gen, en una segunda fase. Fue diseñada por tres equipos de investigación independientes en el año 2005 y su finalidad era la de identificar un gen defectuoso y reparar la mutación genética.
En 2016, la prestigiosa revista de investigación Science plublicó un artículo de las Dras. Charpentier y Doudna, quienes habían logrado refinar la técnica para realizarla con gran precisión y abarataron su coste.
Sin embargo, un estudio posterior, de 2017, demuestra que este tipo de ingeniería genética conlleva la acumulación de otras mutaciones genéticas aleatorias que escapan al control del proceso.
¿Es posible, por tanto, un niño a la carta?
Hace tres años, el Proyecto Genoma Humano culminó la secuenciación de nuestro DNA, y los estudios de investigación genética comenzaron una etapa dorada plagada de ensayos científicos que exploran el mundo de las terapias génicas. Por lo que, ¿qué detiene a los científicos para crear niños a la carta?
Aun no existiendo una legislación única referente a la manipulación genética de embriones con fines reproductivos, tanto la comunidad científica internacional como la legislación individual de cada país es bastante restrictiva al respecto. Haciendo referencia siempre a la implicación moral de modificar en laboratorio las líneas germinales.
En 2015, la revista Nature publicó un artículo del científico chino Junjiu Huang que aseguraba haber manipulado embriones humanos con éxito con fines terapéuticos. Esto suscitó opiniones encontradas dentro de la propia comunidad científica. Marcy Darnovsky, directora ejecutiva de la asociación sin ánimo de lucro del Centro de Géntica y Sociedad en Berkeley, California, escribió:
“Ningún científico tiene la garantía moral para violar la política acordada en contra de la alteración de la línea germinal humana”.
– Marcy Darnovsky-
Las gemelas de He Jiankui: la realidad de los niños a la carta
El pasado diciembre el mundo entero se hizo eco de una noticia aterradora. El genetista chino He Jiankui comunicaba que una mujer china acababa de dar a luz a dos gemelas cuyos embriones había modificado genéticamente mediante CRISPR para hacerlas resistentes al VIH. Y que otra mujer estaba a punto de dar a luz a otro bebé genéticamente modificado.
La comunidad científica internacional se apresuró a condenar las practicas médicas del biólogo Jiankui por alterar la línea germinal sin considerar las consecuencias futuras. El gobierno chino negó la concesión de ningún permiso para la realización de estos experimentos, así como aseguró que la documentación que había presentado el científico había sido falsificada por este.
¿Qué sabemos?
La realidad es que el secretismo envuelve a He Jiankui. A día de hoy está aparentemente retenido por el gobierno chino y nadie puede corroborar que su experimento sea una realidad, ya que los documentos de su estudio son bastantes vagos. A mayores, se desconoce la identidad de las gemelas para su propia protección.
Sin embargo, lo que sí se sabe es que la tecnología actual hace posible que He no sea un farsante más. De hecho, el investigador ruso del instituto Kukakov, Denis Rebrikov, ha solicitado un permiso para la implantación de embriones modificados genéticamente. Por otro lado, la doctora Jennifer Doudna, una de las científicas descubridoras del CRISPR, ha comentado al respeto que “la tecnología aún no está lista.”
1º DE BACHILLERATO
Comenzamos un nuevo año juntos, parece mentira que ya sea el quinto!!! Este se presenta con un poco de incertidumbre, dudas, preguntas… Será, sin duda, un curso un poco diferente, en el que tendremos que adaptar nuestra metodología y nuestras actividades a la nueva situación, que supone un reto tanto para el profesor como para los alumnos, pero seguro que entre todos conseguiremos afrontarlo.
1. LA ASIGNATURA. RECORDAMOS EL FUNCIONAMIENTO. NOVEDADES.
En este curso tan diferente que se nos presenta será necesario adaptar nuestras clases a la nueva situación. Vamos a explicar ahora brevemente cómo van a ser las clases y cómo se va a evaluar.
A) Desarrollo de las clases:
Las actividades que vamos a realizar en clase de Religión son básicamente dos:
Películas. Comenzaremos cada trimestre con una película, sobre la que trabajaremos posteriormente. La temática de las películas no tiene que ser específicamente religiosa (algunas sí), puesto que ser creyente es una forma de vivir y de situarse ante el mundo, por lo que cualquier tema importante para la vida es importante para el creyente. Se trata de aprender a enfrentarse a diferentes situaciones desde el punto de vista de un creyente. El cine es una muy buena herramienta para descubrir nuevos puntos de vista, para aprender lecciones importantes y para desarrollar nuestra empatía. Las películas que veremos nos ayudarán a plantearnos preguntas importantes sobre Dios, sobre nosotros mismos y sobre la vida.
En la sección “Películas 1º de Bachillerato” de esta página, aparecen las películas que vamos a trabajar durante el curso, sección que se irá completando poco a poco (se aceptan sugerencias).
Una vez vista la película, la trabajaremos de diferentes formas, fundamentalmente a través de una ficha de trabajo y a través del diálogo y los comentarios sobre diferentes escénas de la película.
Powerpoint. Otra actividad importante será la realización de un trabajo en Powerpoint. Habitualmente se realiza por parejas y se hace en horas de clase, pero dadas las circunstancias habrá que hacerlo en casa. Se puede plantear de manera individual o por parejas, haciéndose en todo caso el reparto del trabajo de forma telemática. Los temas serán los correspondientes al temario de Religión de 1º de Bachillerato. Una vez realizados, habrá que exponerlos en clase y el profesor explicará cada tema según se va exponiendo. Para realizar el trabajo, nos ayudaremos de los apuntes que hay en la sección “Apuntes 1º de Bachillerato” de esta página, y de diferentes recursos que podemos encontrar en internet.
Actividades complementarias. Además de estas dos actividades básicas, sobre las que recae el mayor peso de la nota, realizaremos algunas otras adaptadas a la nueva situación. Por poner algún ejemplo, cada día comenzaremos la clase con un cuento o con una canción. Entre todos comentaremos el significado del cuento o de la letra de la canción. También realizaremos algún juego, siempre adaptado a las nuevas circunstancias.
2. EL TEMARIO.
La relación de temas que trataremos durante este curso es la siguiente:
1. El hombre, ser religioso que
busca un sentido a la vida.
2.Expresiones históricas del
sentido religioso.
3.El misterio de la persona
humana. Fundamento de su
dignidad.
4. Diversas posturas ante el
hecho religioso en la
sociedad actual.
5. Origen y evolución de la
doctrina social de la Iglesia.
6. Principios fundamentales de la
doctrina social de la Iglesia.
7. Formas de conocimiento a lo
largo de la historia con las
que el ser humano descubre
la realidad y la verdad.
8. Recorrido histórico de las
relaciones entre la ciencia y
la fe.
9. Vínculo indisoluble entre
ciencia y ética.
10.Significado del término y
dimensiones de la cultura.
11. La vida monacal, fuente de
cultura
12. La identidad del ser humano.
13. El mundo actual y la cuestión
bioética
14. La persona, la vida, el trabajo,
l a s r e l a c i o n e s
internacionales y la
economía a la luz de la
doctrina eclesial.
15. A p o r t a c i o n e s d e l o s
investigadores cristianos a la
ciencia y a la técnica en el
contexto actual.
16. La acción evangelizadora de la
Iglesia y la promoción de los
derechos humanos.
La expresión de la fe genera
belleza a través del arte.
Los diferentes temas se abordarán a través de las actividades propuestas anteriormente, acercándose a ellos y profundizando a través de las películas vistas, los trabajos en Powerpoint y las actividades complementarias.
3. EVALUACIÓN
La nota de la asignatura de religión dependerá fundamentalmente de dos cosas:
1. Actitud en clase y comportamiento. el 50% de la nota depende de la actitud en clase y del comportamiento. No se realizarán exámenes ni orales ni escritos, por lo que es fundamental el desarrollo de las clases y el trabajo realizado en las mismas para la evaluación. Una buena actitud en clase implica realizar las tareas que se encomiendan en cada momento y comportarse de manera adecuada.
2. Actividades realizadas. El otro 50% de la nota de la asignatura, procederá de la corrección de los diferentes trabajos realizados en clase o en casa a lo largo de cada trimestre.
4. PRIMERA ACTIVIDAD: «Es increblible!!!»
A lo largo de estos años, hemos ido tratando muchos temas en nuestra clase de Religión. A través de las diferentes actividades que hemos ido haciendo, especialmente las películas, hemos ido reflexionando sobre diferentes situaciones a las que podemos enfrentarnos como personas y como humanidad. En ocasiones, nos hemos imaginado situaciones difíciles, películas como 2012 o Los juegos del hambre, nos han presentado a la humanidad en serias dificultades, o en mundos distópicos. Hasta ahora, nuestra vida ha sido, en general, relativamente tranquila y relativamente normal. Hasta que llega la pandemia y pone todo del revés.
Desde que empezó el estado de alarma, han circulado por diferentes redes muchos vídeos, memes, fotos, relativos a la situación que estamos viviendo. De entre estos vídeos, hay uno que me ha llamado especialmente la atención, por la gracia que tiene y por que el análisis que hace el protagonista del vídeo de lo que está pasando es demoledor, claro y conciso, y seguro que muchos de nosotros coincidiremos con su análisis.
Hoy, me gustaría que empezaramos el curso con el análisis de la situación real que estamos viviendo, porque, en esta ocasión no se trata de ficción, ni de una película.
¿Cómo habéis vivido y como estáis viviendo lo que nos toca estos días?
Periodos: PRIMERAS NOTICIAS SOBRE EL CORONAVIRUS. EL CORONAVIRUS EN ITALIA. EL CORONAVIRUS LLEGA A ESPAÑA. EL ESTADO DE ALARMA Y EL CONFINAMIENTO. LA DESESCALADA. EL VERANO. VUELTA AL COLE.
5. CREACIÓN DE EQUIPOS TEAMS
Dadas las circunstancias que estamos viviendo, cabría la posibilidad de que alguno de nosotros, o todos, tuvieramos que trabajar desde casa en algún momento, por lo que es bueno tener previsto cómo hacerlo. La herramienta que usaremos para ello será TEAMS. En los primeros días de clase formaremos los equipos y explicaremos la forma de trabajar. Esta página, RELI S. XXI, será integrada en cada uno de los equipos y se podrá nevegar por ella desde TEAMS. En esta página el profesor colgará el diario de cada clase para que los alumnos que estén en casa puedan seguir la clase sin problemas.
1º BACHILLERATO
PELÍCULA: GATTACA
FICHA TÉCNICA:
SINOPSIS
Ambientada en una sociedad futura, en la que la mayor parte de los niños son concebidos in vitro y con técnicas de selección genética. Vincent (Ethan Hawke), uno de los últimos niños concebidos de modo natural, nace con una deficiencia cardíaca y no le auguran más de treinta años de vida. Se le considera un inválido y, como tal, está condenado a realizar los trabajos más desagradables. Su hermano Anton, en cambio, ha recibido una espléndida herencia genética que le garantiza múltiples oportunidades. Desde niño, Vincent sueña con viajar al espacio, pero sabe muy bien que nunca será seleccionado. Durante años ejerce toda clase de trabajos hasta que un día conoce a un hombre que le proporciona la clave para formar parte de la élite: suplantar a Jerome (Jude Law), un deportista que se quedó paralítico por culpa de un accidente. De este modo, Vincent ingresa en la Corporación Gattaca, una industria aeroespacial, que lo selecciona para realizar una misión en Titán. Todo irá bien, gracias a la ayuda de Jerome, hasta que el director del proyecto es asesinado y la consiguiente investigación pone en peligro los planes de Vincent.
CURIOSIDADES SOBRE LA PELÍCULA
- El nombre de Gattaca esta formado por las cuatro iniciales de las proteinas que forman el ADN: adenina, guanina, citosina y timina (A, G, C y T). Durante los títulos de crédito estas cuatro letras aparecen marcadas en azul.
- No solo el nombre de Gattaca tiene referencias al ADN, durante todo el film aparecen numerosas referencias, la más visible es la escalera en forma de caracol helicoidal como la estructura doble del ADN.
- A pesar de ser un film futurista, los edificios que aparecen a las escenas exteriores son de los años 50. Pertenecen al movimiento arquitectónico llamado Brutalismo, que empleaba enormes estructuras de hormigón repetitivas y bastas con la intención deexpresar los materiales en bruto.
- A pesar de que en la historia Ethan Hawke tiene que someterse a una operación para crecer 15 cm e igualarse a Jude Law, en la vida real ambos miden lo mismo.
- El nombre del personaje de Uma Thurman es Irene Cassini. Cassini fue uno de los astrólogos más importantes del siglo XVII que destacó en el estudio de Saturno, planeta clave dentro de la historia de Gattaca.
- Jude Law pide ser llamado por su segundo nombre, Eugene, que viene del griego significando el bien nacido. La Eugenesia es la mejora hereditaria o racial que se obtiene mediante la intervención manipulada, o lo que es lo mismo, el tema principal del film.
1º DE BACHILLERATO


